sábado, 28 de abril de 2018

LA SEÑAL DE LA GRACIA


Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. Hech. 2:33

Los grandes acontecimientos del una nación, son todos muy vistosos y la gente se reúne para admirar la belleza de las carrozas y el desfile de los militares. Dentro de poco eso es lo que ocurrirá en España con el desfile a la bandera.

Retrocedamos al pasado después de la muerte de Nuestro Señor Jesucristo. En esa época no había desfiles, exceptuado cuando el ejercito romano desfilaba cuando iba al circo romano, pero fuera de esto no había nada de estar ordinario. 

Pero en el cielo se estaba desarrollando el desfile más grandioso del universo, la entrada del Rey de Reyes del universo. Representantes del todo el universo se reunieron para ver al Gran rey, ha Jesucristo el Vencedor. Los ángeles le reconocen como su Señor y Rey. 

Alzar oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas. . . Aunque los discípulos no pudieron ver lo que estaba pasando en el cielo, el derramamiento del 

Espíritu Santo en el día de Pentecostés fue para ellos la señal de que Jesús de que Jesús había sido recibido en forma plena en su cargo de gloria y se sentó en el trono al lado de la derecha de su Padre. 

 Juan 14 tenemos la promesa más hermosa para el cristiano. Jesús dice: No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. . . 

Yo rogare al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre. (Juan. 14:1-31). 

Cristo siempre contesta y siempre cumple sus promesas, no como la queremos nosotros que fuesen contestadas, pero las contesta. Desde el primer siglo que fue derramado el Espíritu Santo, siempre ha estado con nosotros, en mayor o menor medida. 

Una de esas manifestaciones fue derramada en la reforma, como cuido a sus siervo. Lutero y muchos otros fueron dirigidos por el Espíritu Santo. Carlos I de España y V de Alemania, ni la iglesia Católica, pudieron hacer nada para acallar al Espíritu de Dios en esos hombres. 

 El apóstol promete la presencia del Espíritu de Dios como una posesión personal del creyente, para que haga la hombre de su señor. ¿Cuanto falta para ese derramamiento? “Yo no lose”. Pero espero que sea lo más pronto posible, ¡clamo por ello! 

Para que la iglesia haga la obra que le corresponde, y proclamar las profecías de Daniel y Apocalipsis. Que son necesaria hoy día en nuestro tiempo.
Para recibir lo debe haber condiciones. 1ºarrepentimiento, 2º bautismo, 3º remisión o perdón, 4º recepción del Espíritu Santo. La orden dada es: Oremos por el derramamiento del Espíritu Santo hoy, mañana podría ser tarde.
MARANATA
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