lunes, 9 de abril de 2018

EL COLPORTOR EVANGÉLICO


He aquí, yo estoy a la puesta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Apoc.3:20
Jesús con su poder ha invadido el gran universo con su palabra y lo ha llenado con mundos y planetas. Cada día regenera el universo con sus supernovas y con las estrellas de neutrones. 

El universo se regenera cada momento por la obra del Espíritu Santo. Pero el verbo nos indica algo especial que el hombre no puede dejarlo pasar por alto. Cristo se ha detenido a la puerta de nuestro corazón. 

Nunca se cansa de ofrecer su bendita presencia a todos los que quieran recibirlo. No es la puerta de la oportunidad que se ofrece en el (verso 8), ni la puerta de la salvación (cf.Mat. 25:10; Luc.13:25). 

Esa puerta las abre y cierra únicamente Dios. Pero esta puerta está bajo el control individual y cada uno puede abrirla o cerrarla según su voluntad (tú y yo somos responsable). Cristo acepta la decisión de cada persona porque es la puerta de tu corazón, y tú eres libre para abrirla. 

Cristo nos llamas a la puerta de las emociones por medio de su amor, su palabra y sus providencias; llama a la puerta de la mente por medio de su sabiduría; llama a la puerta de la conciencia por medio de su autoridad; llama a la puerta de la esperanza humana por medio de su infalible promesas. 

Esto fue lo que hizo con el famoso científico que falleció hace poco (J. Hawking). A través de las matemáticas cuántica y a través del universo le hablo a su corazón pero el rechazo el llamado, la puerta se cerro para el. 

Cuantos hombres y mujeres rechazan el llamado de Dios, por que quieren vivir una vida de placeres. Él cenara (Gr. deipnéo). “Comer”, “cenar”; esta es la comida principal (Luc. 14:12). 

Esta es la gran cena de bodas de Apoc. 19:9. Generalmente los judíos comparaba los goces de la vida futura con un festín (Luc.14:15-16). 

Pero la realidad es que muchos dejan la puerta cerrada ante el llamado de Jesús, cree que son como los vendedores ambulantes que van de puerta en puerta. Y así el corazón queda vacío, y es llenado con los cuidados de este mundo. 
Pocos actos revelan mayor amistad y compañerismo que el compartir juntos los alimentos espirituales que ofrece Jesús. Cristo promete compartir nuestra experiencias por la renovación de nuestro entendimiento, y la gran labor del Espíritu Santo en nosotros. 

Es por eso que nos invita a que participemos, y que abramos la puerta para deja a Cristo morar dentro de nuestro corazón. El vencedor compartirá la gloria y el poder de Cristo, así como él comparte la gloria y el poder de su Padre. La decisión es individual. Amen.

MARANATA.
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