jueves, 31 de diciembre de 2009

EL TIEMPO PASA


Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: "No tengo en ellos contentamiento". Eclesiastés 12:1.

La vida pasa más rápido de lo que nos imaginamos. Tiempo atrás me encontré con un cuadro que me hizo pensar seriamente en la brevedad de la vida. Haz de cuenta que una vida de 70 años se concentrase en un día, de las 7 de la mañana a las 11 de la noche, y mira cuán elocuente la fugacidad del tiempo. Si hoy tienes...

10 años, son las 10:25;
20 años, son las 11:34;
25 años, son las 12:42;
30 años, son las 13:51;
35 años, son las 15:00;
40 años, son las 14:08;
45 años, son las 17:16;
50 años, son las 18:25;
55 años, son las 19:34;
60 años, son las 20:42;
65 años, son las 21:51;
70 años, son las 23:00;

¿Qué te parece? ¿Te quedaste serio ? Y ahora mira cómo todo es mucho más serio si recuerdas que el ser humano duerme en promedio 8 horas por día. Quiere decir que alguien que viva 75 años habrá pasado 25 años durmiendo.

Cuán oportuna es la invitación del sabio Salomón: "Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud". Porque cuando uno es joven cree que la vida va a durar toda la eternidad: deja pasar las oportunidades, desperdicia el tiempo, vive apenas el presente, sin preocuparse mucho por el futuro. Pero el tiempo pasa, inexorable, implacable; se va, independientemente del uso que hagamos de él. Un día nos miramos en el espejo y percibimos arrugas y cabellos blancos. Miramos hacia atrás y casi asustados nos preguntamos: "¿Qué hice con mi vida?"

Felices quienes colocaron su confianza en Jesús e hicieron de él el centro de sus sueños y sus realizaciones.

Con la ayuda divina, haz de este día un día de productividad. Escribe tu historia. Deja tus huellas impresas en el tiempo. Hazlo así, aunque el fin del día ya esté cercano.

Pr. Alejandro Bullón

miércoles, 30 de diciembre de 2009

LO MÁS IMPORTANTE

Hombre, él te ha declarado lo que es bueno, lo que pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, amar misericordia y humillarte ante tu Dios. Miqueas 6:8.

La mente hebrea funciona de manera diferente que la mente latina. En hebreo la escritura va de derecha a izquierda. Los latinos tenemos la costumbre de enumerar las cosas en orden de importancia de arriba hacia abajo. Los judíos colocan las cosas en orden de importancia de abajo hacia arriba. Por lo tanto, analicemos el versículo de hoy con la mentalidad hebrea, colocando los términos en el orden en que nosotros acostumbramos: "Él te declaró, oh hombre, qué es lo que espera el Señor de ti. Primero, que andes humildemente con tu Dios y, como resultado de eso, que practiques la justicia y ames la misericordia".

A lo largo de la Biblia encontramos repetida la idea de que el cristianismo es la maravillosa experiencia de andar con Jesús. El resultado de esa experiencia son los actos de justicia y misericordia.

Si no entendemos la mentalidad hebrea, corremos el riesgo de pensar que lo que Dios espera primero de nosotros son las buenas obras. Claro que Dios se siente muy feliz cuando ve abundantes obras en la vida de sus hijos, pero sólo si esas obras son frutos de la experiencia de andar con él.

En los tiempos del profeta Miqueas el pueblo había perdido el verdadero sentido de la religión. Se preguntaban: "¿Con qué me presentaré ante Jehová?" (Vers. 6) Ellos pensaban que lo que realmente importaba era cuánto podían dar a Dios en materia de obras humanas. Y es verdad que Dios tiene interés en lo que el hombre es capaz de presentarle, pero se siente mucho más feliz cuando el ser humano obedece a Dios en lo que él realmente quiere.

Abel y Caín presentaron sus ofrendas a Dios, pero la Biblia dice que Dios no aceptó la de Caín. Ofrenda por ofrenda, tal vez la de Caín fuese mejor, pero Dios no había pedido el fruto de la tierra. Lo que él esperaba era un corderito que simbolizaba a Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

El error de Caín estaba en el hecho de pensar que lo que realmente importaba era la ofrenda. Olvidó que Dios siempre aprueba la ofrenda cuando es el resultado de la comunión con él.

"Hombre", dice el profeta, "Dios te mostró lo que espera de ti: que andes con él, y que como resultado de eso practiques la justicia y la misericordia". Hoy haz de Jesús tu amigo, anda con él, imaginándolo cada momento a tu lado. Piensa en su sonrisa de aprobación cuando andas en sus caminos. Pero imagina también la tristeza que aparece en sus ojos cada vez que comienzas a andar en caminos peligrosos.

Pr. Alejandro Bullón

martes, 29 de diciembre de 2009

Mirad por vosotros mismos! Si tu hermano peca contra ti, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al día vuelve a ti, diciendo: "Me arrepiento": perdónalo. S. Lucas 17:3, 4.

Cuando era adolescente, me impresionó una noticia sobre esa actriz de Hollywood que subió una noche a su departamento y al día siguiente no apareció en el set de fìlmación. La llamaron por teléfono, golpearon a su puerta y, fìnalmente, cuando forzaron la puerta, encontraron su cuerpo en la bañera. Se había suicidado, cortándose las venas.

Lo impresionante fue la nota dirigida a la policía: "No me suicidé, fui asesinada. Atrapen al asesino antes de que acabe con toda la humanidad. Es el peso de la culpa".

¿Por qué vivir abrumados por el peso de la culpa, si Jesús está dispuesto a olvidar nuestra vida pasada y a darnos siempre una nueva oportunidad?

Para entender mejor lo que Jesús está diciéndonos en el versículo de esta mañana, imagina que estás en un restaurante y que el mozo deja caer la comida sobre ti. El lo lamenta mucho, pide perdón y tú aceptas sus disculpas. Pero el hecho se repite luego en la hora de la cena, una y otra y otra vez. Ya estás con el pantalón, la camisa, la chaqueta y los cabellos manchados de comida, cuando el mozo aparece por séptima vez y, a pesar de todo el cuidado que tiene para evitar el accidente, derrama una vez más el postre encima de ti.

¿Qué harías? ¿Lo perdonarías ? Eso es lo que Jesús está diciendo. ¿Piensas que pediría algo de mí que no estuviese dispuesto a hacer conmigo?

El aspecto trágico del pecado no está en que Dios no pueda perdonar, sino en la triste realidad de que somos nosotros quienes no queremos perdonarnos. Miles de personas andan por la vida anulados por el complejo de culpa. No logran sacarse de la cabeza el monstruo del autocastigo. No consiguen olvidar su pasado. No son felices.

Pero Jesús está mirándote: "Hijo, debes venir a mis brazos de amor. Yo ya olvidé tu pasado, ya pagué el precio de tu culpa; ven a mí y acepta mi perdón". Finalmente, el versículo de hoy nos muestra la otra dimensión del perdón. Nunca aceptaremos el perdón divino si no estamos dispuestos a perdonar a nuestro hermano.

¿Tienes algo contra alguien? ¿Alguien te lastimó y eso no te deja ser feliz ? Busca a tu hermano y abrázalo. Perdónalo así como Jesús está pronto a perdonarte.

Pr. Alejandro Bullón

lunes, 28 de diciembre de 2009

EL PECADO IMPERDONABLE

Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. S. Mateo 12:31.

El texto de esta mañana tiene dos partes: la primera es una promesa maravillosa de Jesús: "Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres". La Biblia dice: "El que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia" (Proverbios 28:13).

Dentro de tales pautas bíblicas, ¿qué pecados perdona Dios? ¿El adulterio? Sí. ¿El homosexualismo? Sí. ¿El asesinato ? Sí. ¿Las drogas? Sí, todo. No hay palabra que abarque más que la palabra todo. Dios dice que no hay nada que él no pueda perdonar. No importa cuán bajo hayas caído, no importa cuán lejos hayas ido, todo te será perdonado. Menos el pecado contra el Espíritu Santo. ¿Por qué Dios no perdona este pecado? ¿Será que Dios se cansa de perdonar? ¿Será porque el hombre hizo demasiado mal que Dios dice: "Se acabó la oportunidad para este hombre"?

El pecado contra el Espíritu Santo es imperdonable no porque Dios no quiera perdonar, sino porque el hombre que lo comete no quiere ser perdonado y Dios no puede perdonar a nadie por la fuerza. El ser humano tiene que querer ser perdonado, tiene que caer arrepentido a los pies de la cruz. Entonces, Dios envía inmediatamente a millares de ángeles en su auxilio.

Dios le habla todo el día al ser humano a través de la voz de su conciencia, de la Palabra escrita y de la naturaleza. Una conciencia santificada por la presencia de Jesús en la vida es, sin duda, la voz del Espíritu Santo. Quien preste oídos a esa voz tiene la garantía de que continuará oyéndola y permanecerá sensible a ella. Quien cierre los oídos a la voz de Dios, a pesar de oírla, corre el riesgo de endurecer lentamente el corazón y llegar al punto en el cual no sienta más la voz de Dios. No significa que Dios no le hable más, no. El Espíritu de Dios nunca se cansa; siempre continuará hablando, siempre suplicando, siempre esperando. El problema no está en Dios, está en nosotros. Somos nosotros quienes corremos el peligro de llegar al punto en el cual no logramos oír más su voz.

Que esta mañana nuestra oración sea: "Señor, ayúdame a prestar oídos a tu voz. Cuando sienta que otras voces me llaman a caminar por caminos peligrosos, dame fuerza y la sensibilidad necesarias para oír tu voz. Guía mis pasos a este día. Camina a mi lado; dame tu brazo poderoso para sustentar mis pasos. ¡Amén!"

Pr. Alejandro Bullón

domingo, 27 de diciembre de 2009

EL PELIGRO DE APARTARSE DE JESÚS



Llegó a Capernaúm y, cuando estuvo en casa, les preguntó: "¿Qué discutíais entre vosotros por el camino ?" Pero ellos callaron, porque por el camino habían discutido entre sí sobre quién había de ser el mayor. S. Marcos 9:33, 34.

Los discípulos eran víctimas del pecado del orgullo. No querían practicarlo. Deseaban ser victoriosos. Al andar con Jesús descubrieron el camino hacia la victoria: permanecer en constante comunión con él. Al lado de Jesús es imposible practicar el pecado. "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece", dice Pablo en Filipenses 4:13. "No existe comunión entre la justicia y la injusticia", añade al escribir a los corintios (ver 2 Corintios 6:14).

Los discípulos habían aprendido por experiencia propia esta gran verdad. Pero a veces, el pecado era tan atractivo, tan brillante, tan interesante, que se sentían ofuscados por el brillo de la tentación. Ahí comenzaba la gran lucha. No era posible pecar al lado de Jesús. Antes de caer en la tentación era precise apartarse de Cristo, y en esa ocasión ellos fracasaron.

Jesús vio que se iban quedando detrás de él y conversaban animadamente entre sí. Cuando llegaron a Capernaúm, ya en casa, Jesús les preguntó: "¿Qué discutían entre ustedes por el camino? ¿Por qué se quedaron atrás? ¿Sobre qué asunto de tanto interés hablaban y no querían que yo oyese?" Y la Biblia dice que ellos se quedaron callados, porque en el camino habían practicado el pecado del orgullo.

El texto de esta mañana confirma la gran verdad de que nuestra única seguridad es Cristo. Esos pobres discípulos no querían lastimar el corazón de su maestro. Se quedaron atrás, esperando que él no viese el pecado que estaban practicando.

Si permanecemos cerca de Jesús saldremos victoriosos cada vez que enfrentemos la tentación. Quedándonos con él, él en nosotros, por medio de su Santo Espíritu, santificará nuestra voluntad y nos llevará a la victoria.

No fue fácil para los discípulos aprender la gran lección de permanecer con Jesús en una vida de comunión constante. María Magdalena aprendió el secreto de estar siempre a los pies de Jesús. Pedro necesitó tiempo para aprender el camino de la humildad, pero un día murió crucificado cabeza abajo.

La comunión con Cristo nos llevará finalmente a la victoria. Tenemos que insistir, sin desanimarnos.

Hoy será un día victorioso para ti si, a lo largo del día, vives en comunión con Cristo. Haz de él tu amigo. Tómale de su poderosa mano. "Sin mí, nada podéis hacer", dijo Jesús.

sábado, 26 de diciembre de 2009

EL SECRETO DE MARIA

Pero sólo una cosa es necesaria, y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada. S. Lucas 10:42.

Cuando todavía era joven, María había sido inducida al pecado por un pariente cercano. El complejo de culpa se apoderó de su corazón y perdió el respeto propio y la dignidad. Entonces se entregó a una vida desenfrenada y sin límites para el placer. Fue en esas circunstancias en que conoció a Jesús. Su vida fue transformada por el poder y la gracia salvadora del Maestro. Jesús se quedó durante algunos días en su casa, y en esa experiencia de compañerismo y comunión con la fuente de poder, María conoció la victoria sobre el pecado.

Pero un día Jesús dejó Magdala, la tierra donde vivía la mujer de nuestra historia, y con el tiempo ella olvidó que "sin Jesús nada podéis hacer". Las promesas de fidelidad duraron algunos días, tal vez algunas semanas, porque el hombre sin Cristo, tarde o temprano, volverá a sus caminos antiguos, y eso fue lo que sucedió con María.

Estamos hablando de María, "que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios" (S. Lucas 8:2). Un día -tú conoces la historia- volvió a caer. Fue un escándalo público. La arrastraron por la calle, semidesnuda. Había sido descubierta en el pecado. No había argumentos que la defendieran. Estaba perdida, acabada, sin esperanza y sin futuro. La multitud la contemplaba como las fieras contemplan a la víctima, antes de darle el mordisco fatal.

En esas circunstancias apareció nuevamente Jesús. María pensaba que a Jesús ya no le importaría nada su vida. Al fin de cuentas, "¿no lo había traicionado tantas veces? ¿No había prometido tantas veces sin cumplir nunca? ¿Por qué razón debería Jesús amarla? ¿Qué cosa buena podía ver alguien en esa vida llena de fracasos?"

Pero Jesús es el amigo de los desesperados. Siempre aparece cuando nosotros, los hombres, cansados de luchar con nuestras propias fuerzas, estamos en medio de la vergüenza pública y la desgracia. Todo el mundo se fue y quedaron a solas Jesús y María. "Vete y no peques más", le dijo el Maestro (S. Juan 8:11). María seguramente reaccionó con lágrimas. Se quedó junto a Jesús, y él, sin duda, le explicó el secrete de la victoria, el secrete de que no es posible obedecer solos, con nuestras únicas fuerzas. María necesitaba depender de Jesús. Y aprendió la lección.

A partir de ese instante encontramos a María a los pies de Jesús (enjugando sus pies, oyendo las palabras de amor del Maestro), al pie de la cruz, al pie de la tumba; siempre a los pies de Jesús y, lo que es más impresionante, nunca más derrotada. Había descubierto el secreto de la victoria: estar siempre al lado de Jesús. Haz de este día un día de comunión con Jesús, y experimenta en tu vida las victorias de María.

Pr. Alejandro Bullón

viernes, 25 de diciembre de 2009

SALVACIÓN Y DEJARSE CONDUCIR

Y le rogaba mucho, diciendo: "Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y viva". S. Marcos 5:23.

Jairo era uno de los líderes de la Sinagoga, y estaba atravesando un momento de aflicción y desesperación. Su hijita estaba condenada a muerte y, humanamente, no había nada que hacer. Jairo no era de los que se rendían ante el primer obstáculo. Había buscado la ayuda de los mejores especialistas de su época. Estaba dispuesto a pagar el precio necesario para la recuperación de la salud de su hija amada. Pero los médicos habían dado el veredicto final: la ciencia médica no puede hacer nada más.

Fue entonces, en medio de la desesperación y la impotencia del hombre, que Jairo se acordó de Jesús. Había oído decir que el humilde galileo sanaba leprosos, devolvía la vista a los ciegos y hacia andar a los paralíticos. Él no creía en esas cosas. Era demasiado culto para aceptar las propuestas simples como las de un carpintero. La mayoría de los que seguían a Jesús era gente humilde, gente del pueblo, sin recursos, sin cultura y sin esperanza. ¿Cómo él, el poderoso Jairo, podía pedir ayuda a Jesús? Pero la hija estaba agonizando, y cuando llegamos al fin de nuestros recursos humanos, somos capaces de tirar a la basura todos nuestros prejuicios, nuestra posición social y nuestra cultura.

Jairo corno, cayó de rodillas delante de Jesús y le suplicó: "Ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y viva".

¿Te das cuenta de que incluso arrodillado y en extrema necesidad, Jairo, el gran líder, no perdió la manía de mandar? Él no colocó el problema en las manos de Jesús como hicieron las hermanas de Lázaro: "Señor, el que amas está enfermo" (S. Juan 1 1:3). Jairo ya tenía todo listo, le llevó a Jesús el programa que el Salvador debía seguir. Se arrodilló y suplicó la dirección del Espíritu Santo, pero ya tenía todo preparado. En verdad, no quería dirección, sólo buscaba aprobación.

Pero en el camino de la salvación, 1a iniciativa es divina, el método es divino y la conclusión es divina. Justificación, santificación y glorificación son obras divinas en la experiencia humana. El hombre sólo tiene que aceptar, solo tiene que permitir que Jesús lo dirija.

Jesús se demoró en el camino, tratando a una mujer que tenía flujo de sangre, y en ese intervalo murió la hija de Jairo. Cuando los siervos le llevaron la noticia, el gran líder se entregó al desánimo. Dejó de luchar, dejó de correr, dejó de mandar y de decir cómo debían ser las cosas y, sólo entonces, Jesús pudo realizar su obra maravillosa de restauración y salvación.

Nunca trates de llevar a Jesús hacia donde tú quieres ir. Hoy coloca tu mano en su brazo poderoso y deja que te lleve por donde él sabe que es mejor para ti. Finalmente, él también es el camino.

Pr. Alejandro Bullón

LEJOS DE JESÚS NO HAY VIDA



Y siempre, de día y de noche, andaba gritando en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras. S. Marcos 5:5.

El endemoniado gadareno es un símbolo del hombre que vive lejos de Jesús. Lejos de Jesús sólo puede existir la esclavitud, y el endemoniado era un pobre esclavo atado a cadenas y grillos. Lejos de Jesús no existe vida, y el endemoniado habitaba en los sepulcros, que son la morada de los cadáveres. Una persona que no vive una vida de comunión con Jesús, no vive. Su existencia es una caricatura de vida, es un túnel sin salida, un pozo sin fondo; es el caos, la confusión y el infierno.

Sólo Cristo es capaz de dar sentido a la vida, y el hombre que vive lejos de él anda por "los montes y en los sepulcros". Las montañas son el símbolo de la soledad. El pobre hombre sin Jesús es un hombre solitario. Vive en medio de las multitudes, rodeado de mucha gente, pero se siente solitario; no es capaz de relacionarse, está siempre hiriendo y sintiéndose herido por los que viven con él. El grito de la montaña es el grito de la desesperación que se pierde en el vacío. El evangelio presenta al hombre sin Cristo como gritando en la montaña en busca de socorro, un socorro que parece no surgir por ningún lado. Entonces, en su confusión, comienza a herirse con piedras. Le duele, sangra, pero continúa hiriéndose.

¿Viste alguna vez a alguien andando por caminos errados que conducen a la muerte? ¡Se lastima, siente dolor, sangra, pero continúa andando por los mismos caminos! ¿Qué pensar del hombre que usa drogas, que sabe que su fin será triste, pero continúa en esa vida? ¿Qué decir del padre que anda por caminos peligrosos ? Sabe que traerá dolor a su familia, vergüenza a su iglesia, sufrimiento a sí mismo, pero parece anestesiado y continúa en la senda del pecado.

Un día el pobre gadareno encontró a Jesús en su camino, cayó de rodillas delante del Señor y, cuando estaba por clamar por ayuda, de sus labios salieron improperios e insultos: "¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te conjuro por Dios que no me atormentes! Vete" (ver S. Marcos 5:7). Pero Jesús supo entender que detrás de esas expresiones duras estaba el clamor de un corazón desesperado. Gracias a Dios que él siempre entiende lo que no sabemos expresar, gracias a Dios que él sabe interpretar nuestras lágrimas.

Jesús extendió la mano y liberó al endemoniado. Hizo de él un hombre nuevo; le devolvió la dignidad y el respeto propio. Y ese Jesús es el que está hoy cerca de ti con la mano extendida, pronto para socorrerte. ¿Por qué no salir esta mañana hacia las tareas diarias con la seguridad de que la poderosa mano de Jesús sostiene la nuestra tan frágil?

Pr. Alejanro Bullón

miércoles, 23 de diciembre de 2009

UN DÍA SABREMOS LA DIFERENCIA


Pero todos sus conocidos, y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, estaban mirando estas cosas de lejos. S. Lucas 23:49.

Jesús acababa de pasar por el memento de mayor soledad. Acababa de decir: "Padre, Padre, ¿por qué me abandonaste?" Y moría molido por los pecados de la humanidad. Sus discípulos y todos los conocidos, aquellos por quienes había dado la vida, veían "de lejos estas cosas", dice la Escritura. No tuvieron el coraje de acercarse y lo abandonaron.

Generalmente, cuando una persona muere, los amigos se juntan para dar sepultura y honrar la memoria del amigo que se fue. Pero no ocurrió así con Jesús. Todos huyeron, cada uno trató de salvarse de la manera como podía, y apenas uno quedó a su lado durante todo el tiempo; apenas uno fue hasta el pie de la cruz: Juan, el discípulo amado.

¿Quién era Juan? Ese que un día llegó hasta Jesús llevando la herencia de un temperamento incontrolado. Lo llamaban "hijo del trueno". Era impaciente, egoísta e interesado. Pero llegó a Jesús y se acercó a él. Salió de la rutina y de la mediocridad de ser un discípulo más de Jesús. Fue más allá. Aprendió a quedar a solas con su Maestro, recostó su cabeza en el corazón de su Señor, entendió que "sin él nada podía hacer", y el resultado natural de esa comunión fue un cambio complete de su temperamento, al punto que un día llegó a ser llamado "el discípulo del amor".

Jesús tenía doce discípulos. Once participaban de todas las actividades como buenos discípulos. Actualizando la historia, podríamos decir que once eran buenos miembros de iglesia, pero Juan no se contentaba con la rutina. Juan salía de la monotonía y, cuando todos se iban a dormir, él se quedaba con Jesús.

Mientras las cosas andaban en paz, nadie podía ver la diferencia. Aparentemente, todos eran iguales, pero cuando la tormenta sopló, la persecución comenzó y los tiempos críticos llegaron, los once quedaron observando de lejos lo que sucedía, y, finalmente, desaparecieron. El único que quedó junto a Jesús fue el que, saliendo de la rutina, vivió una vida de comunión personal con Cristo.

Las cosas se repetirán en nuestros días. Hoy pueden estar juntos el trigo y la cizaña; hoy pueden congregarse en la misma iglesia las vírgenes prudentes y las vírgenes fatuas; hoy, nadie puede decir quién es quién. Pero cuando la tormenta llegue, sólo permanecerán firmes los que, habiendo salido de la mediocridad de una vida cristiana formal y rutinaria, vivieron las delicias de una experiencia personal de comunión con Cristo. Vive hoy un día de comunión con el Señor.

Pr. Alejandro Bullón

lunes, 21 de diciembre de 2009

TU PASADO TIENE FUTURO


Mirándolo Jesús, dijo: "Tu eres Simón hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (es decir, Pedro) " S. Juan 1:42.

Las personas que eran vistas por Jesús, eran vistas por dentro. Así fue con Nicodemo, con el joven rico y con tantos otros. Sin importar lo que los hombres hicieran para esconderse, sin importar cuánto tratasen de disfrazar, Jesús conocía los sentimientos más íntimos y los desnudaba delante de él, para poder vestirlos con las vestiduras blancas de su justicia.

El versículo de hoy presenta a Jesús y a Simón frente a frente: Jesús fijó su mirada en él y le dijo: "Yo sé quién eres; conozco tu presente, sé donde vives, qué haces y con quién vives". Así son las cosas con Jesús. No hay nada que podamos esconder de él. Conoce nuestros secretes más íntimos, las heridas que nos duelen, las cicatrices que nos molestan, los traumas y complejos que cargamos en la vida.

Pero Jesús continúa: "Yo también conozco tu pasado. Tú eres hijo de Jonás. Conozco tus raíces, tus antepasados, la herencia genética que traes, el ambiente social y familiar en el que creciste. Sé por que reaccionas así delante de los problemas de la vida, sé por qué tienes ese temperamento que ya te causó tantas dificultades. Puedo comprenderte, puedo entender el por qué de tanta amargura y resentimiento, pero quiero que sepas que, además de conocer tu presente y tu pasado, también conozco tu futuro, y esto es lo que realmente importa. Mira hacia delante y ve las posibilidades futuras. Tú serás Cefas".

Ante cada persona hay un horizonte sin fin de posibilidades. El pasado pudo haber sido cruel contigo. Y el presente triste y oscuro en que vives, puede ser de alguna forma el resultado de un pasado donde tuviste poca participación, pero que te afectó. Eso, sin embargo, no es lo importante. Lo que realmente cuenta, lo que realmente vale, es el futuro maravilloso que Jesús te presenta a ti y a todos los que van a él con fe.

Simón nació en el puerto; era un hombre rudo y grosero, hecho en el mar. Su presente era muchas veces doloroso por causa de la lucha interna contra el temperamento impulsivo que cargaba, pero el tiempo comprobó que Jesús tenía razón al mostrarle un día las posibilidades futuras. Pedro sufrió la muerte de los héroes de la fe. Según la tradición, fue crucificado cabeza abajo, un viernes por la tarde. Poco importa. La verdad es que ese simple pescador de pasado oscuro, que salió de los muelles, llegó a ser uno de los grandes discípulos y mártires del cristianismo. Su nombre conquistó un lugar en la galería de los vencedores.

¿Y qué en cuanto a ti? Jesús también sabe quién eres y por qué eres como eres. Pero esta mañana mira hacia el futuro glorioso que él tiene preparado. "Aún no se manifestó lo que podrás ser". Acuérdate de eso a lo largo del día.

Pr. Alejandro Bullón

domingo, 20 de diciembre de 2009

JESÚS EN LA CUARTA VIGILIA


Pero a la cuarta vigilia de la noche, Jesús fue a ellos andando sobre el mar. S. Mateo 14:25.

Los discípulos entraron en pánico. La noche era oscura y los vientos contrarios, y las ondas gigantescas inundaban la pequeña embarcación. Esos hombres valerosos, acostumbrados a vivir en el mar, lucharon con todas sus fuerzas para salir de la difícil situación. Después de todo, no era la primera vez que enfrentaban la furia del mar; conocían las técnicas, y conocían el mar. Pero esa noche era completamente diferente de las otras. Hubo un memento en que creyeron que habían llegado al fin de la línea. Hasta era sarcástico. Hombres nacidos cerca del mar, crecidos en el mar, habituados al mar, morir justamente allí, en el terreno que mejor conocían y dominaban. A veces Dios nos permite que fracasemos precisamente en el terreno que dominamos bien, para enseñarnos a depender de él. El texto de hoy dice que Jesús apareció en la cuarta vigilia. Los judíos dividían la noche en cuatro vigilias. La cuarta era el período comprendido entre las 4 y las 6 de la mañana. Jesús no apareció en ese momento sin un motivo específico. Aquí hay algo que necesitamos aprender.

No sé si alguna vez pasaste la noche en el campo. Tampoco sé si alguna vez tuviste la curiosidad de observar la oscuridad. La noche es oscura, pero ¿observaste alguna vez cuál es el memento en que la noche se torna más oscura? Es precisamente minutos antes de salir el Sol. Cuando las tinieblas de la noche se hacen más densas, significa que en cualquier memento despuntará la luz de un nuevo día.

Según el versículo de hoy, Jesús debe de haber aparecido entre las 4 y las 6 de la mañana, justamente en la hora más difícil. Esa noche los discípulos habían luchado contra los vientos y las olas, y ahora estaban en el memento de mayor oscuridad. Todo indicaba que estaban perdidos. Humanamente, no había salvación, estaban cansados, agotados y desesperados. Fue entonces cuando apareció Jesús.

Lo que el Señor Jesús quiere decirnos es que él siempre aparece en el memento de la extrema necesidad humana. Cuando parece que todo está perdido, cuando los hombres dicen que ya no existe solución, cuando luchaste y luchaste, y llegaste al límite de tu resistencia. Ahora veamos la manera como Jesús aparece: andando sobre el mar. Los discípulos podían esperarlo de cualquier forma, menos caminando sobre el mar. Porque Jesús siempre aparece de la manera que menos esperamos, en forma inverosímil, a veces contradictoria; pero es Jesús, y las cosas con él escapan a toda predicción humana.

Si el día de hoy se presenta para ti aparentemente difícil; si piensas que no existe solución humana para tu problema; si tu empresa o tu hogar se están yendo a pique y llegaste al límite de tus fuerzas, no te desesperes. En la cuarta vigilia de la noche, siempre hay lugar para Jesús. Él aparecerá si confías, ¡ ;pero cuidado! Puede aparecer de la manera que menos te imaginas. ¿Estás listo para aceptarlo?

Pr. Alejandro Bullón

sábado, 19 de diciembre de 2009

ALA GLORIA DE DIOS



Jesús les respondió diciendo: "Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado" S. Juan 12:23.

Cuando Jesús pronunció estas palabras, estaba mirando hacia los momentos finales del sufrimiento y el dolor antes de su muerte en el Calvario; y habla de glorifìcación. La gloria de los hombres es diferente de la gloria de Dios. La gloria de los hombres pasa por el camino de los aplausos, del reconocimiento y de la fama. La gloria de Dios pasa por el valle de la sombra, del sufrimiento, de las lágrimas y de la muerte. Es verdad que hoy Jesús está en el cielo con el Padre. Es también verdad que un día toda rodilla se doblará delante de él y que las criaturas del universo entero reconocerán su justicia y alabarán su nombre. Pero antes tuvo que beber el cáliz amargo del dolor y del sufrimiento.

El apóstol Juan, en Apocalipsis 5:6, vio "un Cordero como inmolado". ¿Por qué parecía muerto? Los hombres cuando quieren vencer, matan; Jesús, para vencer, muere. Para subir en la vida, el ser humano miente, lastima a los demás, pisa sus sentimientos, traiciona y no mide esfuerzos; Jesús, para recibir la gloria, se entrega, renuncia, se humilla, guarda silencio y finalmente perece. ¡Qué diferentes caminos para el mismo fin!

Hay un mundo maravilloso esperando al ser humano. Hay una eternidad para vivir sin muerte, ni llanto, ni cosa parecida. Pero antes, es preciso transitar por el desierto de esta vida y muchas veces los pies quedarán heridos en las arenas calientes. "En el mundo tendréis aflicción", dijo Jesús, "pero confiad, yo he vencido al mundo" (S. Juan 16:33). Él promete paz, pero no de la manera tomo el mundo la ofrece. La paz que los hombres buscan es apenas la ausencia de lucha en la especie humana, y cuanto más la buscan más lejos la ven. La paz que Cristo ofrece es la paz interior que genera esperanza en medio de la persecución, las dificultades y las provocaciones. Jesús nunca prometió que sus hijos no derramarían lágrimas en esta vida. Lo que prometió es enjugar las lágrimas de sus hijos.

Existe una gloria futura, un reino de paz que Jesús está preparando, pero existe también un cáliz amargo para ser vivido en el presente. La gloria humana es fugaz y su futuro de perdición es eterno. La gloria de Dios es eterna y su presente de sufrimiento es pasajero.

Jesús murió. ¿Dónde estaba la gloria? Todo parecía haber fracasado. Mas al tercer día resucitó y hoy vive por los siglos de los siglos. Tú puedes morir hoy y tus sueños pueden quedar enterrados por causa de Cristo. ¿Por cuánto tiempo? Hoy y mañana tal vez, mas al tercer día vendrá y tú también serás glorificado. Piensa en eso a lo largo de este día.

Pr. Alejandro Bullón

viernes, 18 de diciembre de 2009

MAS PODEROSO QUE UN SERMON

Estos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: "¡Señor, queremos ver a Jesús!" S. Juan 12:21.

Hace muchos años, mientras hacía el examen bautismal a cinco personas, toda la iglesia se conmovió por un espectáculo deprimente. El esposo incrédulo de una de las personas que se iba a bautizar esa mañana, ingresó en el templo vociferando y amenazando a todo el mundo con una vara en la mano. Sorprendidos todos, nadie tuvo la osadía de detener al indeseado visitante. Para aumentar todavía más la sorpresa, el hombre tomó a su esposa por los cabellos, la sacó de la iglesia y la llevó por la calle, gritando a todas las personas que hacía eso como una lección para las mujeres que quisieran cambiar de iglesia sin el consentimiento del marido.

En una sociedad tradicional, conservadora y "machista" como la de esa pequeña ciudad, en el interior de mi país, el hombre "merecía" parabienes por lo que estaba haciendo, y todo el mundo en la calle aplaudía.

Ese fue un sábado triste. Se podía notar la tristeza y las lágrimas en el rostro del pequeño grupo de hermanos. Sin embargo, por la noche, alguien me entregó un papelito de la hermana: "Pastor, no se vaya sin antes bautizarme. Mañana saldré a las nueve de la mañana para comprar las cosas en la feria de la calle y pasaré antes por la iglesia para ser bautizada. Espéreme listo, por favor".

Fue uno de los bautismos más significativos que realicé. Esa señora sabía muy bien que la vida no sería fácil para ella, pero su amor por Cristo era mucho mayor que las dificultades que pudieran aparecer.

Dos años después retorné a esa ciudad y, para mi sorpresa, el marido estaba en la iglesia, bautizado y participando activamente como diácono. Cuando le pregunté cómo había sido que había aceptado a Jesús, el hombre respondió: "Fue mi esposa. Yo vi a Jesús en ella".

El versículo de hoy habla de los griegos que llegaron a Jerusalén y querían ver a Jesús. Cuando las personas quieren ver a Jesús, generalmente no buscan la Biblia, ni la doctrina, ni la naturaleza. En la mayoría de las veces buscan a los que se dicen cristianos para ver si realmente el cristianismo funciona.

Ese marido duro y aparentemente insensible al evangelio, vio reflejado el carácter de Jesús en la vida de su esposa. Ella no había cambiado sólo de iglesia, había cambiado de vida, y ante una vida reformada por Jesús no hay argumentos, ni críticas que permanezcan en pie. El sermón silencioso de una vida transformada es mucho más poderoso que un sermón predicado desde el púlpito.

¿Por qué no hacer de este día un día de comunión con Jesús! ¿Por qué no pedirle que el Espíritu Santo controle nuestros sentimientos y pensamientos para que se pueda reproducir en nosotros el carácter de Cristo?

Pr. Alejandro Bullón

jueves, 17 de diciembre de 2009

CON FIA


Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen. Juan 10:14.

Cada palabra, cada acción es una obra para Dios. Aquí se combinan la fe en Dios y la fe en el hombre. Cristo jamás hubiera dado su vida por la raza humana si no hubiera tenido fe en las almas por las cuales murió. Sabía que un gran número respondería al amor que había expresado para la humanidad. No todo corazón reacciona positivamente, pero todo el que así lo desee puede responder a ese amor que no tiene paralelo. “Mis ovejas oyen mi voz”, dijo Cristo. El corazón que suspira por Dios reconocerá la voz del Señor. Dios no puede hacer nada en favor del alma que no responde a la gracia que le ha ofrecido ni al amor que le ha prodigado. Él espera la reacción de las almas. El asunto descansa enteramente sobre ellos. Carta 153 a, 1897.

Un programa de televisión precediendo a las olimpiadas del invierno de 1988, presentó esquiadores ciegos que fueron entrenados para esquiar en pistas inclinadas, esto sonaba como imposible. Emparejados con esquiadores videntes, los esquiadores ciegos fueron enseñados en lo llano como hacer las vueltas hacia la derecha o izquierda. Cuando esto fue superado, fueron llevados a la pista inclinada, donde sus compañeros videntes esquiaban a lado de ellos gritando, “¡izquierda!” y “¡derecha!” Así mientras obedecieran las indicaciones, serían capaces de franquear la pista y cruzar la línea fi nal, dependiendo exclusivamente de la palabra de los esquiadores videntes. Esto era confi anza total o catástrofe. ¡Qué vívido cuadro de la vida cristiana!

En este mundo, somos en realidad ciegos acerca de qué rumbo tomar. Tenemos que depender exclusivamente de la Palabra del Único que es verdaderamente vidente: Dios mismo. Su palabra nos da la dirección. A nosotros nos toca confi ar y cumplir con el camino.

Publicado por Pedro Torres en 22:53 0 comentarios Enlaces a esta entrada ((•)) Escucha este post voz hombre ((•)) Escucha este post voz mujer

Etiquetas: confianza

miércoles, 16 de diciembre de 2009

EL SECRETO DE LA PROSPERIDAD.


Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi Casa. Probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, a ver si no os abro las ventanas de los cielos y derramo sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Malaquías 3:10.
¿Es el diezmo una parte de nuestros bienes que devolvemos a Dios? Si pensamos de esa manera, Dios no pasa de ser un cobrador de impuestos o un recaudador celestial. Para quienes aman a Jesús, el diezmo es un pacto entre Dios y el hombre, una alianza de amor y fidelidad.
Cuando Dios creó al ser humano, lo colocó en el jardín del Edén y le dijo: "De todo árbol de huerto podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás" (Génesis 2:16, 17).

En otras palabras: "Yo soy el dueño de todo, pero como sé que necesitas de estas cosas para poder vivir, te las presto. Y como también sé que a medida que el tiempo pase correrás el riesgo de olvidarte de que yo soy el dueño de todo, por eso, para que te acuerdes siempre, vamos a establecer una alianza. Tú puedes usar todo, menos este árbol, porque el día en que toques en él, yo sabré que te estás adueñando de lo que es mío".

Más tarde, cuando, por causa del pecado, Adán y Eva tuvieron que dejar el jardín, Dios sustituyó el árbol por el sagrado diezmo, y hoy dice al ser humano:
"Todo lo que existe es mío. 'Mía es la plata y mío es el oro' (Hageo 2:8).

Pero sé que en este mundo necesitas bienes materiales para poder vivir. Necesitas una casa, ropa, comida, dinero; por tanto, te doy fuerzas para conseguir todo eso. Pero también sé que cuando tengas todo, correrás el riesgo de olvidarte de que yo te presté todo. Entonces, para que nunca olvides que todo es mío, vas a devolverme el sagrado diezmo y vas a probarme en esto. Mientras me devuelvas el diezmo sabré que reconoces que yo soy el dueño, y si llegas a tener dificultades financieras o alguna cosa anda mal, todo lo que tienes que hacer es clamar a mí, porque yo soy el dueño, y como dueño tengo la obligación de resolver tu problema .'Derramaré bendiciones hasta que sobreabunden', 'reprenderé al devorador', 'serás tierra deseable' (ver Malaquías 3:10-12).

"Pero si no me devuelves el diezmo, estarás rechazando el pacto de fidelidad que hicimos. Estarás haciéndote dueño de lo que es mío, y si llegan dificultades tendrás que resolverlas solo, porque te apoderaste de lo mío, sacándome de tu vida voluntariamente".

Por eso, el diezmo es mucho más que la décima parte de los bienes que devolvemos a Dios: es un pacto de fidelidad, una alianza que nos recuerda quién es el dueño. Y si aceptamos que Dios es el dueño de todo lo que tenemos, es también dueño de las dificultades financieras que puedan aparecer, y dueño de la falta de recursos para el sustento; en fin, es dueño de todo, y como tal es el responsable de hacer desaparecer los problemas o damos fuerza e inteligencia para pasar por ellos sin lastimarnos.

Pr. Alejandro Bullón

martes, 15 de diciembre de 2009

SER O NO SER


Cuando salió él de la barca, enseguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu impuro. S. Marcos 5:2.

Muchas veces, en las grandes reuniones evangelizadoras, el enemigo se ha manifestado al poseer a alguna persona. El enemigo es real y, aunque derrotado y condenado, continúa atormentando a muchas personas. La posesión demoníaca es una realidad. Existen muchos seres humanos poseídos por el enemigo. Pero existe también un malentendido en cuanto a este asunto. Generalmente, pensamos que una persona poseída por el enemigo es la que grita, se cae, es levantada y es tirada de nuevo con fuerza al suelo. Pero ellas no son las , únicas. Existen muchas que nunca exteriorizan manifestaciones demoníacas, pero son igualmente poseídas. Los que gritan, lloran y exteriorizan manifestaciones, lo hacen porque, además de estar poseídas por el enemigo, son débiles mental, emocional y físicamente. Si no fuese así, el enemigo nunca se exhibiría a través de esas personas.

¿Quiere decir que alguien puede no exteriorizar nunca manifestaciones demoníacas y aun así estar poseído por el enemigo! Sí, es posible, y la Biblia lo explica claramente. "El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama" (S. Lucas 11:23).

En el terreno espiritual no puede haber tres grupos, sólo existen dos: los que son de Jesús y los que pertenecen al enemigo de Jesús. No existe el grupo de los que están sobre el muro. Eso puede funcionar en muchas áreas de la vida, pero no en la vida espiritual. Aquí no hay lugar para la observación. Quedar en la indecisión ya es tomar una decisión en favor del enemigo de Jesús.

Hay mucha gente que nunca gritó, ni pataleó, ni fue tirada al suelo, pero es poseída por el enemigo. Esas personas no exteriorizan las manifestaciones porque son fuertes física, mental y emocionalmente.

"Todo aquel que rehúsa entregarse a Dios está bajo el dominio de otro poder. No es su propio dueño. Puede hablar de libertad, pero está en la más abyecta esclavitud" (El Deseado de todas las gentes, pág. 431).

Nuestra única salvaguardia es Jesús. En él estaremos siempre seguros. Cuando Cristo vuelva, sólo existirán dos grupos: las ovejas y los cabritos, las sabias y prudentes y las fatuas, los seguidores del cordero y las del dragón; y todo dependerá de nuestra elección de hoy.

¿Por qué no hacer de este día un día de comunión permanente con Jesús? Lleva un cántico de alabanza en tu corazón, coloca una cinta de música inspiradora en el radiocasete de tu auto, piensa en Jesús, medita cada momento en él, relaciona todo con él, siente su compañía permanente. ¡Sé un amigo de Jesús!

Pr. Alejandro Bullón

lunes, 14 de diciembre de 2009

HO HAY EXCUSA PARA EL PECADO




"Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste la sabiduría a causa de tu esplendor" (Eze. 28:17).

El pecado de Lucifer es inexplicable. Satanás actuó deslealmente con Dios. Sus quejas y murmuraciones despertaron simpatías en medio de las huestes angélicas y muchos adoptaron la misma actitud. ¿Cómo deshizo el Señor la fuerza de estas acusaciones?

A causa de la influencia de las acusaciones de Satanás, Dios decidió no tratar al enemigo en la forma que lo merecía. El tentador proyectaría la culpa de sus acciones sobre algunos de sus subordinados. Intentaría dar la apariencia de que si todo hubiera ocurrido según su propio juicio, esta manifestación de rebelión se habría evitado.

El poder condenador de Satanás lo conduciría a instituir una teoría de justicia inconsistente con la misericordia. Él afirma ser la voz y el poder de Dios. Sostiene que sus decisiones son justas, puras y sin fallas. Es así como asume su postura desde el asiento del juicio declarando que sus pronunciamientos son infalibles. Pero su justicia carente de misericordia no es más que una falsificación de la verdadera justicia: algo que Dios aborrece.

Pero, ¿cómo podría saber el universo que Lucifer no es un líder justo y confiable? Ante ellos parece ser justo. No pueden ver, como Dios lo hace, más allá de la apariencia exterior. Tampoco conocen como Dios conoce. La labor de desenmascararlo y demostrar ante las huestes angélicas que sus juicios no son los de Dios, que él ha establecido su propia norma, exponiéndose así a la justa indignación divina, crearía una condición que debía ser evitada.

Por causa del poder engañador de Satanás muchos ángeles abandonaron su fidelidad a Dios. Dios es justo y recto. Satanás estaba equivocado y no tenía duda alguna de su error. Ahora debía escoger, o se sometía a la autoridad divina o mentía para sostener su posición. Por medio de falacias y engaños logró cierta ventaja que no se prolongó por mucho tiempo. Dios no miente, él se mueve en forma recta. Es posible que Lucifer diga la verdad cuando conviene a sus propósitos, pero será sinuoso y deshonesto para evitar la humillación y la derrota...

Satanás logró triunfar en aparente superioridad, pero por medio de engaños escondió su verdadero carácter y objetivo. No se podía presentar de una vez ante el universo el verdadero carácter de Satanás. Era necesario permitir que continuara su inescrupuloso y fraudulento curso de acción hasta que se revelara como acusador, engañador, mentiroso y asesino. En el acto final, Satanás perdería todo el afecto del universo leal. La muerte del Hijo de Dios desenmascaró por completo al engañador (Carta 16a, 1892).

E. G. White

domingo, 13 de diciembre de 2009

MULTITUDES ESTÁN BUSCANDO A JESÚS


Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta. S. Juan 12:20.

Había fiesta en Jerusalén. Multitudes llegaban de todos los rincones para participar en la Pascua, aunque la fiesta, de profundo sentido espiritual, hubiese perdido la esencia de su propósito y se hubiese transformado apenas en una gran fiesta formal, acompañada de mucho comercio y otras actividades paralelas.

Sin embargo, la fiesta de ese año sería diferente de las otras porque, aunque el pueblo judío no lo sabía, estaría presente el verdadero Cordero pascual. Aquel que derramaría su sangre para la remisión de los pecados y la liberación humana de la esclavitud espiritual.

Jesús entró triunfalmente en Jerusalén. Toda su realeza y majestad brilló, aunque pálidamente, mientras los hombres cantaban hosannas a su nombre y agitaban hojas de palmera.

El versículo de hoy dice que entre los que habían subido a Jerusalén a adorar durante la fiesta, había algunos griegos. Los habitantes de la antigua Grecia practicaban una religión pagana saturada de idolatría. Parece que todos los ritos ofrecidos a los diferentes dioses no satisfacían a estos griegos, que dejaron su país en busca de algo más concreto, algo que diese sentido a su vida. Por lo que deducimos del texto, es posible que abandonaran su religión pagana y aceptasen el judaísmo; de otra manera no habrían ido a Jerusalén.

Existen muchos seres humanos que no viven contentos en la iglesia donde están porque falta algo concreto. Por más sacrificios que realicen, por más que cumplan todo lo que la iglesia les presenta como requisitos de salvación, siempre sienten como si la vida no tuviese sentido, y no tienen paz. Entonces, esa búsqueda sincera los lleva muchas veces a otra iglesia, como hicieron los griegos. Sólo que el judaísmo tampoco satisfacía sus expectativas. Continuaban vacíos. El judaísmo también había perdido el sentido de la fe. No conseguía ver al Mesías, y andaba confuso en medio de una montaña de ritos y formas. Dios tenga compasión de los que, por cuidar tanto de las comas y los tildes, pierden de vista al único capaz de dar sentido al cristianismo: Jesús.

Hoy existen hombres y mujeres que desean ver a Jesús como los griegos: dejan todo para oír hablar de él. El mundo está muriéndose de hambre, y es hambre de Jesús. Sólo él puede dar sentido a la vida. En Rusia, millares y millares están aceptando a Jesús y siendo bautizados. En diferentes países, adonde voy, las multitudes parecen decir: "Háblenos de Jesús". En las calles la súplica parece la misma: "Hábleme de Jesús". ¿Cómo estamos respondiendo, como iglesia y como cristianos, al clamor de los hombres?

Pr. Alejandro Bullón

sábado, 12 de diciembre de 2009

CANTAD AL SEÑOR


Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo. Salmos 100:2.

Brasilia, viernes de noche. Estábamos llegando al final de un campamento que había reunido a 20.000 jóvenes en el Distrito Federal. Había mucha tristeza en los corazones, no sólo porque estábamos terminando una semana maravillosa, sino también porque el día anterior una niña había sido atropellada mientras regresábamos de la marcha pro temperancia.

Ese viernes de noche decidí hacer un llamado para el bautismo. Karen, una joven evangélica que había venido esa semana para filmar con el equipo de Three Angels Broadcasting Network, decidió unirse a la Iglesia Adventista porque entendió la verdad del sábado.

Después, vino el llamado; una a una las personas pasaron al frente, aceptando a Jesús y expresando su deseo de ser bautizadas y unirse a la iglesia de Dios en la Tierra. Yo oraba en silencio mientras Sonete cantaba y Dios usaba el mensaje cantado para llegar a algunos rincones del corazón a los cuales la palabra hablada no había llegado. Aparentemente, nadie más respondería al llamado esa noche, pero yo sentía dentro de mí que todavía había mucha gente que estaba sufriendo sin poder levantarse. Entonces, hice algo que raras veces hago. Invité a Costa Junior para que dirigiera un canto congregacional. Veinte mil voces se unieron para cantar "Jesús, tú eres mi vida". Fue entonces cuando sucedió el milagro: ¡Casi quinientas personas más vinieron al frente! Esa noche había una mezcla de alegría y tristeza. La gente cantaba como pocas veces la vi cantar. Los corazones eran tocados y las personas se dejaban llevar por el Espíritu de Dios respondiendo al llamado.

"Venid ante su presencia con regocijo", dice el versículo de esta mañana. En el canto espiritual hay un poder extraordinario que necesitamos descubrir y utilizar. A lo largo de mi ministerio, el canto de alabanza a Dios ha desempeñado un papel relevante, y he descubierto en mi propia vida que conservar siempre un cántico en el corazón es una de las mejores maneras que existe de mantener la comunión con Jesús.

A veces, en la vida, pasarás por momentos de dificultad y prueba y sólo sentirás ganas de llorar. En esos momentos canta, dirige tus "lamentaciones" hacia el canto. Verás que las dificultades no se irán, continuarán en el mismo lugar, pero tu actitud mental cambiará, el miedo desaparecerá, brillará la esperanza y la confianza en Jesús, y tendrás la seguridad de que no estás solo. Naturalmente, enfrentar las tentaciones en compañía de Jesús es diferente. Haz de este día un día de cántico espiritual. "Canta en la iglesia, en casa, con tu familia, mientras conduces hacia el trabajo; canta, canta, canta", es lo que Costa Junior acostumbra decir a las multitudes a las que hace cantar en los estadios y gimnasios deportivos. Este es, sin duda alguna, un consejo nacido del versículo de hoy.

Pr. Alejandro Bullón

viernes, 11 de diciembre de 2009

ASÍ RESPLANDEZCA VUESTRA LUZ


Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. S. Mateo 5:16.

En la sección II del diario 0 Estado de Sâo Paulo, del jueves 2 de enero de 1992, el periodista internacional Paulo Francis declaraba: "Gorbachov renunció el mismo día en que mi mucama, una estimada señora, decidió volver al Brasil, a pesar de ganar aquí cerca de mil dólares por semana, dinero que no verá en un año en el Brasil. Esa señora que nos deja es extraordinaria. Es adventista del séptimo día, devota, y se queja de que trabajando tanto para ganar el vil metal, no le queda tiempo libre para dedicarlo a su iglesia y a las obras de caridad de tanto le gustan. La religión de mi mucama es simple, sincera y por eso respetable".

En el comentario que Paulo Francis hace a continuación es posible notar, entre otros análisis, el contraste entre el radicalismo puro y metafísico de la obra religiosa de Jorge Luckacs, publicada por la editora Black-Well, y la religión sencilla de la cocinera adventista.

Puede ser que te estés preguntando qué tiene que ver Paulo Francis con el versículo de hoy. Respondo: Mucho. Tal vez esté aquí el secreto que necesitamos descubrir para cumplir la misión final de la iglesia. El comentario de Paulo Francis publicado en O Estado de Sâo Paulo, que tiene una tirada de 250.000 ejemplares diarios, se esparció por todos los rincones, y el testimonio sencillo de una miembro de iglesia, que no conoce mucha teología y que no tuvo oportunidad de ir al campo misionero, llegó a miles de lectores con la fuerza del cristianismo práctico.

Estoy tratando de imaginarme lo que sucederá en el mundo cuando cada cristiano se despierte a la realidad del poder que significa su testimonio diario. ¿Qué ocurrirá cuando los jóvenes en las universidades comiencen a ser notados por su manera de hablar, de vestirse y de comportarse?

"Así alumbre vuestra luz delante de los hombres", es la orden del Maestro.

La luz no necesita esforzarse para brillar. Simplemente brilla, porque es luz. El cristiano que descubrió que la esencia del cristianismo es vivir una vida de comunión con Cristo, no necesita esforzarse deliberadamente para testificar, pues el amor de Cristo lo constriñe. Brilla porque es luz, y es luz porque vive en comunión con la Luz de los hombres: Jesús.

Cierto día, un pequeño rayo de luz le preguntó a su mamá: ¿Dónde puedo ir para conocer las tinieblas? La madre lo mandó al fondo de la tierra, a las cavernas más oscuras, a los cuartos más cerrados, pero adonde el rayito de luz iba no encontraba las tinieblas. Volvió desilusionado, y quejándose le dijo a la madre: "Me mentiste. Fui a todos esos lugares y no encontré las tinieblas". "NO, hijo", dijo la madre, "yo no te mentí. Tú eres la luz. Adonde quiera que vayas las tinieblas siempre desaparecerán".

Tú, amigo mío, eres la luz. Refleja hoy la luz de Cristo.

Pr. Alejandro Bullón

EL ENEMIGO TE ACABO


Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. S. Juan 12:31.

Al pronunciar las palabras del versículo de hoy, Jesús estaba mirando hacia los últimos momentos de su sacrificio en la Tierra. Estaba mirando específicamente hacia su muerte. Su muerte en el Calvario sería la estocada final que recibiría el enemigo. Sería el cumplimiento de Génesis 3:15: "Ésta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el calcañar".

A partir del Calvario el enemigo quedó con las horas contadas, viviendo los momentos desesperantes de la agonía.

En cierta ocasión, mientras predicaba sobre este tema, una mujer, poseída por el demonio y gritando espantosamente, lanzó un enorme banco contra mí y se acercó amenazadoramente, mientras arrojaba espuma por la boca y sus ojos enrojecidos parecían soltar dardos envenenados. Esa escena fue para la iglesia la mayor evidencia de que el enemigo está completamente derrotado y ya no tiene poder.

Cristo lo derrotó en el desierto, en el Calvario, en la tumba, y hoy quiere derrotarlo en nuestro corazón; pero sólo podrá hacerlo con nuestro consentimiento. A veces encuentro a personas atadas a cadenas de vicios, hábitos que destruyen la vida, sentimientos negativos y pensamientos impuros. Son personas sinceras que luchan para salir del pozo de la impotencia en que se encuentran. Muchos ya fueron de un lado para el otro tratando de encontrar una salida, y finalmente, cansados de luchar, se entregaron al conformismo y al abandono total.

El versículo de hoy afirma: "Ahora el príncipe de este mundo será echado fuera". Esta no es una promesa. Es la descripción de un hecho. El enemigo está condenado. Su estrategia para engañar al mundo fue desenmascarada ante el universo. Las acusaciones que hacía contra Dios se perdieron en el vacío de la incoherencia de una vida egoísta. En la cruz reveló toda su perversidad; arrojó sobre Jesús todo el veneno del orgullo, el resentimiento y la rabia. Pero fue derrotado, y "ahora el príncipe de este mundo será echado fuera".

¿Tiene alguien derecho a decir: "No puedo, estoy derrotado, ya me cansé de luchar"? Sal esta mañana a tus actividades para un día de victoria. Ábrele el corazón a Jesús y dile: "Señor, opera tus grandes obras de victoria en mi vida". Déjalo entrar en tu corazón por medio de su Santo Espíritu, y prepárate para las sorpresas que Dios tiene reservadas para ti.

Pr. Alejandro Bullón

jueves, 10 de diciembre de 2009

NUEVA CREACIÓN


"Entonces Dios contempló todo lo que había hecho, y vio que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana, el día sexto" (Gén. 1:31)

¡Cuán hermosa era la tierra cuando salió de las manos de su Creador! Dios presentó delante del universo un mundo en el que su minuciosa mirada no pudo encontrar mancha ni error, defecto ni imperfección. Cada parte de su creación ocupó el lugar que se le asignó, respondiendo de este modo al propósito para el cual fue creada. Al igual que las piezas de una maquinaría, todo funcionaba en perfecta armonía. La paz y el regocijo santo llenaron la tierra. No había turbación ni conflicto. Ninguna enfermedad afligía al hombre ni a la bestia y el reino vegetal se manifestaba libre de mancha y corrupción. Dios contempló la obra de sus manos forjada por Cristo y declaró que todo era "bueno en gran manera". El Señor contemplaba un mundo perfecto, sin rastro de pecado ni imperfección.

Pero sobrevino un cambio. Satanás tentó a Adán y él cayó. Aquel que en el cielo había manifestado su deslealtad y fue expulsado, dio informes mentirosos de Dios a los seres creados y ellos lo escucharon y creyeron. Y el pecado entró en el mundo y con el pecado, la muerte. Al trabajar para Dios, hoy sufrimos las consecuencias de la deslealtad de nuestros primeros padres, y hasta el fin de la historia de este mundo nuestras labores serán más y más fatigosas (Carta 23, 1903).

Satanás había hecho de los hombres y mujeres sus prisioneros y los reclamaba como súbditos. Cristo sabía que ningún ser creado sería capaz de ser el intercesor del hombre, y él mismo entró en el fiero conflicto y luchó contra Satanás. El unigénito Hijo de Dios era el único que podía librar a los que estaban sujetos a Satanás por el pecado de Adán.

El Hijo de Dios accedió a que Satanás probara todas sus estratagemas contra él. El enemigo había tentado a los ángeles en el cielo, y después al primer Adán. Este cayó, y Satanás supuso que tendría éxito en entrampar a Cristo después que asumiera la humanidad. Toda la hueste caída contempló esta lucha como la oportunidad de obtener la supremacía sobre Cristo. Habían anhelado tener la ocasión de mostrar su enemistad contra Dios. Cuando los labios del Maestro fueron sellados por la muerte, Satanás y sus ángeles imaginaron que habían obtenido la victoria.

Fue el sentimiento de que pasaba sobre él la culpabilidad del mundo entero lo que produjo en Cristo una angustia indecible. En esta lucha mortal el Hijo de Dios podía depender únicamente de su Padre celestial; todo fue por la fe. Él mismo era el rescate, el don dado para la liberación de los cautivos. Por su propio brazo había traído salvación a los hijos de los hombres, pero ¡a qué costo para sí mismo! (Manuscrito 125, 1901).

E. G. White

martes, 8 de diciembre de 2009

DIOS ES AMOR


"Dios es amor, y el que permanece en el amor, permanece en Dios, y Dios en él" (1 Juan 4:16).

"Dios es amor." Su naturaleza y su ley son amor. Lo han sido siempre, y lo serán para siempre. "El Alto y Sublime, el que habita la eternidad", cuyos "caminos son eternos," no cambia. En él "no hay mudanza, ni sombra de variación" (Isa. 57:15; Hab. 3:6; Sant. 1:17).

Cada manifestación del poder creador es una expresión del amor infinito. La soberanía de Dios encierra plenitud de bendiciones para todos los seres creados...

La historia del gran conflicto entre el bien y el mal, desde que principió en el cielo hasta el final abatimiento de la rebelión y la total extirpación del pecado, es también una demostración del inmutable amor de Dios.

El soberano del universo no estaba solo en su obra benéfica. Tuvo un compañero, un colaborador que podía apreciar sus designios, y que podía compartir su regocijo al brindar felicidad a los seres creados. "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios". Cristo, el Verbo, el Unigénito de Dios, era uno solo con el Padre eterno, uno solo en naturaleza, en carácter y en propósitos; era el único ser que podía penetrar en todos los designios y fines de Dios...

El Padre obró por medio de su Hijo en la creación de todos los seres celestiales. "Porque por él fueron criadas todas las cosas... sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue criado por él y para él". Los ángeles son los ministros de Dios, que, irradiando la luz que constantemente dimana de la presencia de él y valiéndose de sus rápidas alas, se apresuran a ejecutar la voluntad de Dios. Pero el Hijo, el Ungido de Dios, "la misma imagen de su sustancia", "el resplandor de su gloria" y sostenedor de" todas las cosas con la palabra de su potencia", tiene la supremacía sobre todos ellos. Un "trono de gloria, excelso desde el principio", era el lugar de su santuario; una "vara de equidad", el cetro de su reino. "Alabanza y magnificencia delante de él: fortaleza y gloria en su santuario". "Misericordia y verdad van delante de tu rostro".

Siendo la ley del amor el fundamento del gobierno de Dios, la felicidad de todos los seres inteligentes depende de su perfecto acuerdo con los grandes principios de justicia de esa ley. Dios desea de todas sus criaturas el servicio que nace del amor, de la comprensión y del aprecio de su carácter. No halla placer en una obediencia forzada, y otorga a todos libre albedrío para que puedan servirle voluntariamente (Patriarcas y profetas, págs. 11-13).

E. G. White

LE LECCIÓN DE BELEN

Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan. Heb. 9:28.
Cuando se produjo el primer advenimiento de Cristo, los sacerdotes y fariseos de la ciudad santa, a quienes fueran confiados los oráculos de Dios, habían podido discernir las señales de los tiempos y proclamar la venida del Mesías prometido.

La profecia de Miqueas señalaba el lugar de su nacimiento. (Miq.5:2). Daniel especificaba el tiempo de su advenimiento. (Dan.9:25). Dios había encomendado estas profecias a los caudillos de Israel; no tenían pues excusa por no saber que el Mesías estaba a punto de llegar y por no habérselo dicho al pueblo. Su ignonancia era resultado de culpable descuido...

Todo el pueblo debería haber estado velando y esperando para hallarse entre los primeros en saludar al Redentor del mundo. En vez de esto, vemos en Belén, a dos caminantes cansados que vienen de los collados de Nazaret, y que recorren toda la longitud de la angosta calle del pueblo hasta el extremo este de la ciudad, buscando en vano lugar de descanso y abrigo para la noche.

Ninguna puerta se abre para recibirlos. En un miserable cobertizo para el ganado, encuentran al fin un refugio, y allí fue donde nació el Salvador...

No hay señales de que se espera a Cristo ni preparativos para recibir al Príncipe de la vida. Asombrado, el mensajero celestial está a punto de volverse al cielo con la vergonzosa noticia, cuando descubre un grupo de pastores que están cuidando sus rebaños durante la noche, y que al contemplar el cielo estrellado, meditan en la profecía de un Mesías que debe venir a la tierra y anhelan el advenimiento del Redentor del mundo.

Aquí tenemos un grupo de seres humanos preparados para recibir el mensaje celestial, Y de pronto aparecen el ñangel del Señor proclamando las buenas nuevas de gran gozo...


¡Oh! ¡Qué leccoón encierra esta maravillosa historia de Belén! ¡Qué reconvención para nuestra incredulidad, nuestro orgullo y amor propio! ¡Cómo nos amonesta a que tengamos cuidado, no sea que por nuestra criminal indiferencia, nosotros también dejemos de discernir las señales de los tiempos, y no conozcamos el día de nuestra visitación. (C.S.358-360).




E.G.W.








lunes, 7 de diciembre de 2009

HAY ESPERANZA



Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor, Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. (1º Cor. 10:10,11.).


Las murmuraciones del antuguo Israel y su descontento rebelde, como también los grandes milagros realizados en su favor, y el castigo de su idolatría e ingratitud, fueron registrados para nuestro beneficio. El ejemplo del antiguo Israel es dado como advertencia para el pueblo de Dios, a fin de que evite la incredulidad y escape a su ira. Si las iniquidadesde los hebreos hubiesen sido omitidas del relato sagrado, y se hubiesen relatado solamente sur vitudes, su historia no nos habría enseñado la lección que nos enseña...

Si los hijos de Dios quisieran reconocer cómo lo trata él y aceptasen sus enseñanzas, sus pies hallarían una senda recta, y una luz los condiciría a traves de la oscuridad y el desaliento. David aprendió sabiduría de la manera en que Dios le trató, y se postró en humildad bajo el castigo del altísimo.

La descripción fiel de que su verdadero estado hizo el profeta Natán, le dio a conocer a David sus propios pecados y le ayudó a desecharlo. Acepto mansamente el consejo y se humilló de lante de Dios. "La ley de Jehová-exclama el- es perfecta, que vuelve el alma" (Sal. 19: 7).

Los pecadores que se arepiente no tienen motivos para desesperar porque se le recuerden sus transgresiones y se les amonesten acerca de su peligro. Los mismos esfuerzos hechos en su favor demuestran cuánto los ama Dios y desea salvarlos. Ellos sólo deben pedir su consejo y hacer su voluntad para heredar la vida eterna.


Dios presenta a su pueblo que yerra los pecados que cometen, a fin de que pueda ver su enormidad según la luz de la verdad divina. Su deber es entonces renunciar a ello para siempre. Dios es hoy ta poderoso para salvar del pecado como en los tiempos de los patriarcas, de David y de los profetas y apóstoles.



La multitud de casos registrados en la historia sagrada, en los cuales Dios libró a su pueblo de su iniquidades, debe hacer sentir al cristiano de esta época el anhelo de recibir instrucción divina y celo para perfecionar un carácter que soportará la detenida inspección del juicio. (J. T. tom 1, págs.438,442,443).






E. G. W.

domingo, 6 de diciembre de 2009

EL PERRO JEFE

Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos. (Mar. 9:35).


Entre los perros que arrastran los trineos de los esquimales existe una muy notable serie de reglas sociales. En realidad, estas reglas son muy parecidas a la de los lobos, con quienes estos perros están íntimamente emparentados.




Cada jauría es solidaria con su jefe y con los demás miembros de ella. Su territorio lo determina el domicilio del esquimal que los alimenta. Puede ser que no sean más grande que el patio del esquimal, pero la jauría lo defiende vigorosamente de todo intruso y de todo miembro de otra jaurías.

Algo interesante ocurre cuando el perro jefe y uno de sus subalternos son soprendidos en el territorio de otra jauría. Esto, naturalmente, puede ocurrir por acidente. Pero si un perro jefe y uno de sus subalternos son sorprendidos mientras cruzan el territorio de otra jauría, los miembros de ésta los persiguen fieramente para expulsarlos.

En este caso, los dos intrusos corren a toda velocidad en dirección de su territorio, mientras los dueños de casa van en su persecución.
Tan pronto como los perros que huyen cruzan el limite que separa los territorios de las jaurías, suceden dos cosas: Primero, la jauría perseguidora se detiene y ladra furiosamente como si dijiera: "Que esto les sirva de lección. Que no lo volvamos a ver por aquí, porque si los vemos, les va a ir muy mal". Segundo, el perro jefe de los dos que escapaban, se vuelve hacia su compañero y lo castiga severamente como si él tuviera toda la culpa.

Los pelos y la piel del pobre perro subalterno salta por todos lados mientra el jefe descarga su fastidio sobre su compañero de menor jerarquía. Es tan fácil que nosotros también actuemos como estos perros cuando se nos sorprende haciendo algo que no debiéramos hacer. En lugar de aceptar los hechos y limitarnos a pedir disculpas para olvidar el asunto en seguida, le hechamos la culpa a la hermanita, el perro o el amigo. La próxima vez que nos sintamos molestos por algo que estamos haciendo, recordemos los perros esquimales y tratemos de no imitarlo.




S. A. Tucker.

jueves, 3 de diciembre de 2009

LA PRIMERA VENIDA DE JESUS


Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo,...para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Gal. 4:4,5.


La venida del Salvador había sido predicha en el Edén. Cuando Adàn y Eva oyeron por primera vez la promesa, esperaban que se cumpliese pronto. Dieron gozoamente la bienvenida a su prigénito, esperando que fuese el Libertador. Pero el cumplimiento de la promesa tardó. Los que la recibieron primero, murieron sin verlo. Desde los días de Enoc, la promesa fue repetida por medio de los patriarcas y los profetas, manteniendo viva la esperanza de su aparición, sin embargo no había venido.

La profecía de Daniel revelaba el tiempo de su advenimiento, pero no todos interpretaban correctamente el mensaje. Transcurrio un siglo tras otro, y las voces de los profetas cesaron. La mano del opresor pesaba sobre Israel, y muchos estaban listos para exclamar: "Se van prolongando los días, y desaparecerá toda visión" (Eze.12:22).

Pero, como las estrellas en la vasta órbita de su derrotero señalado, los propósitos de Dios no conocen premura ni demora . Por los símbolos de las densas tinieblas y el horno humeante, Dios había anunciado a Abrahán la servidumbre de Israel en Egipto, y había declarado que el tiempo de su estada allí abarcaría cuatrocientos años. "Después de esto -dijo Dios- saldrán con gran riqueza" (Gén. 15:14.).

Y contra esta palabra se empeño en vano todo el poder del orgulloso imperio de los faraones. " En el mismo día" señalado por la promesa divina "todas las huestes de Jehová salieron de la tierra de Egipto" (Exo.12:41). Así que también fue determinada en el concilio celestial la hora en que Cristo había de venir; y cuando el gra reloj del tiempo marcó aquella hora, Jesús nació en Belén.

"Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo". La Providencia había dirigido los movimientos de las naciones, así como el flujo y reflujo de impulsos e influencias de origen humano, a tal punto que el mundo estaba maduro para la llegada del Libertador...


Entonces vino Jesús a restaurar en el hombre la imagen de su Hacedor. Nadie, excepto Cristo, puede amoldar de nuevo el carácter que ha sido aruinado por el pecado. El vino para levantarnos del polvo, rehacer según el modelo divino el carácter que había sido mancillado, para hermosearlo con su propia gloria. (DTG.23,24,28).

E.G.W.