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viernes, 27 de abril de 2018

LA BONDAD DE DIOS.


Si corriste con los de a píe, y ten cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si en la tierra de paz estabas quieto, ¿cómo harás en la hinchazón del Jordán? Jer. 12:5
Lo seres humanos estudiamos desde pequeños para alcanzar nuestro objetivos. Estudiamos ciencia sociales o matemáticas. Muchas veces, como en caso de los niños, crece hasta su desarrollo. 

En forma semejante, Dios nos forma y nos invita a caminar con Él, antes de que lo desafiemos y echemos a correr. Antes de desafiarnos a nosotros mismos para saber hasta donde llegaríamos. 

Sólo cuando permitimos que las circunstancias de cada día nos agrume, comenzamos a quedarnos atrás. Esto es lo que le paso a Jeremías. Dios llamó a Jeremías para que exhortara a Judá a volver de sus malas practicas corruptas y mundanas que estaban arruinando la nación. 

Profetizo la destrucción de Jerusalén a manos de Babilonia. Sin embargo, la gente se burlo de Jeremías, creyendo que Dios nunca permitiría que Jerusalén fuese destruida y arruinada a causa del templo que estaba en ella. 
Lo más curioso es que este pueblo estaba prosperando. ¿No, ocurre esto con el pueblo de Dios, que guardan sus mandamientos y don prosperados? 

El profeta estaba confundido y no comprendía bien el problema. Jeremías presento el problema a Dios. ¿Por qué estás bendiciendo a esta gente? “

¿Por qué no los destruyes? Tú me dijisteis que les amonestara y que estaban sentenciados, y sin embargo los prosperas. Me siento oh Señor como un ser inútil ante tu presencia. Creo sinceramente que se burlan de ti” (Jer. 12:1-4). 

Demostrando Dios su infinito amor por su siervo, Dios le reprende suavemente: “Si corriste con los de a pie, y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Dicho de otra manera: Si no puedes seguirme ahora, ¿cómo me alcanzaras mas tarde?” 

Jeremías había perdido de vista a Dios y los métodos son distintos a de los hombres. No podía comprender como Dios bendecida a su pueblo. Dios tiene formas y métodos para alcanzar a su pueblo (Jer. 9:24). 
Dios quería que su pueblo fuese una luz para el mundo de entonces. Sólo fueron unos pocos esa luz en manos de Nabucodonosor (Jer.12:17-17; Rom.2:4). Dios nos guía al arrepentimiento. 

El Israel de antaño no entendió a Dios ni le obedeció (Jer. 13:11). Hay un proverbio castellano que dice: Quien siembra vientos, recoge tempestades.Y a buen entendedor, pocas palabras bastan. 

Si actuamos mal, si hacemos daño a otros, algún día, recibiremos nuestras propias consecuencias por nuestros actos. Israel tuvo lo que se mereció. “Dime con quien andas y te diré quien eres”.

MARANATA
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