domingo, 31 de octubre de 2010

PROVISIÓN PARA CADA EMERGENCIA.

¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue Confirmada por los que oyeron. Heb. 2: 3.
(El cordero simvolo del sacrificio de Cristo).

El divino Autor de la salvación no dejó nada incompleto en el plan, cada una de sus fases es perfecta. El pecado de todo el mundo fue colocado sobre Jesús, y la Divinidad prodigó en Jesús su más alto valor a la humanidad doliente, para que todo el mundo pudiera ser perdonado por fe en el Sustituto. El más culpable no necesita tener temor de que Dios no lo perdone, porque será remitido el castigo de la ley debido a la eficacia del sacrificio divino. Mediante Cristo, puede volver a su obediencia a Dios. (foto: Cristo llora por este Mundo).

¡Cuán maravilloso es el plan de la redención en su sencillez y plenitud! No sólo proporciona el perdón pleno al pecador, sino también la restauración del transgresor, preparando un camino por el cual puede ser aceptado como hijo de Dios. Por medio de la obediencia puede poseer amor, paz y gozo. Su fe puede unirlo en su debilidad con Cristo, la Fuente de fortaleza divina; y mediante los méritos de Cristo puede hallar la aprobación de Dios porque Cristo ha satisfecho las demandas de la ley, e imputa su justicia al alma penitente que cree...

¡Qué maravilloso amor fue desplegado por el Hijo de Dios!... Cristo toma al pecador en su más profunda degradación y lo purifica, refina y ennoblece. Contemplando a Jesús tal como es, se transforma el pecador y es elevado a la misma cumbre de la dignidad, llegando aun a sentarse con Cristo en su trono...

El plan de la redención responde a cada emergencia y a cada necesidad del alma. Si fuera deficiente en alguna forma, el pecador podría hallar excusa que defienda el descuido de sus requisitos, pero el Dios infinito conocía cada necesidad humana y ha hecho amplia provisión para suplirla... ¿Qué, pues, podrá decir el pecador en el gran día del juicio final sobre por qué se negó a brindar atención, concienzuda y ferviente, a la salvación que se le ha ofrecido? Cristo pago con su vida, por ti y pormi).

E. G. W.

sábado, 30 de octubre de 2010

UNA FE QUE PURIFICA LA VIDA.


Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos. 1 Tim. 6: 11-12.

Muchos enseñan que lo único necesario para la salvación es creer en Jesús. Pero, ¿qué dice la Palabra de verdad? "La fe sin obras está muerta" (Sant. 2: 26). Hemos de pelear "la buena batalla de la fe", echar "mano de la vida eterna", tomar la cruz, negarnos a nosotros mismos, luchar contra la carne y seguir diariamente en las pisadas del Redentor...

Es un error fatal pensar que no hay nada que debéis hacer para obtener la salvación. Habéis de cooperar con los seres celestiales... Hay una cruz que debe levantarse en el sendero, una muralla que escalar antes de que entréis en la ciudad eterna, una escalera que subir antes de llegar a la puerta de perlas; y cuando comprendáis vuestra incapacidad y debilidad y claméis pidiendo ayuda, desde los bastiones celestiales oiréis una voz que diga: Echa "mano... de mi fortaleza" (Isa. 27: 5, VM).

El conflicto reñido entre Cristo y Satanás se renueva en cada alma que abandona el negro estandarte del príncipe de las tinieblas para marchar bajo el estandarte teñido de sangre del Príncipe Emanuel. El maligno presentará las más sutiles tentaciones para apartar de su fidelidad a los que debieran ser leales al cielo, pero debemos rendir todos los poderes de nuestro ser al servicio de Dios, y entonces se nos guardará de caer en las trampas del enemigo...

Cualquier proceder que debilite vuestras facultades físicas o mentales, os incapacita para el servicio de vuestro Creador. Hemos de amar a Dios de todo nuestro corazón y si nuestro ojo fuere sincero para su gloria, comeremos, beberemos y nos revestiremos de su divina voluntad. Todo aquel que comprenda lo que significa ser cristiano, se purificará a sí mismo de todo lo que debilite y manche.

Todos sus hábitos se pondrán en armonía con los requisitos de la Palabra de verdad, y él no sólo creerá sino que obrará su propia salvación con temor, mientras se somete al amoldamiento del Espíritu Santo.

E. G. W.

viernes, 29 de octubre de 2010

Hijos no siervos.

Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia. Heb. 12:28.
(foto sobre la violencia)

Hay muchos que profesan ser seguidores de Cristo, y sin embargo no son hacedores de su Palabra. No saborean esa Palabra porque les indica servicio que no les es agradable. No les gustan los sanos e íntimos reproches, las fervientes exhortaciones. No aman la justicia, pero son dominados despóticamente por sus propios impulsos humanos caprichosos.

Significa una enorme diferencia la forma en que servimos a Dios. El muchacho que estudia a regañadientes sus lecciones porque tiene que aprenderlas, nunca será un verdadero estudiante. El hombre que pretende guardar los mandamientos de Dios porque piensa que debe hacerlo, nunca entrará en el gozo de la obediencia.

La esencia y sabor de toda obediencia es la manifestación externa de un principio interno: el amor a la justicia, el amor a la ley de Dios. La esencia de toda justicia es lealtad a nuestro Redentor, hacer lo correcto porque es correcto, Cuando la Palabra de Dios es una carga porque corta directamente a través de las inclinaciones humanas, entonces la vida religiosa no es una vida cristiana, sino un esfuerzo penoso y tirantez, una obediencia forzada. Se han puesto a un lado toda la pureza y la piedad de la religión.

Pero la adopción en la familia de Dios nos hace hijos y no esclavos. Cuando el amor de Cristo entra en el corazón, nos esforzamos por imitar el carácter de Cristo... Mientras más estudiamos la vida de Cristo dispuestos a obedecer, más semejantes a Cristo nos volvemos. El Espíritu Santo infunde claro entendimiento en el corazón de cada verdadero hacedor de la Palabra. Mientras más crucificamos las prácticas egoístas impartiendo nuestras bendiciones a otros y ejerciendo nuestras facultades recibidas de Dios, más se fortalecerán las gracias celestiales y aumentarán en nosotros. Creceremos en espiritualidad, en paciencia, en fortaleza, en humildad, en delicadeza... Los carros en un tren no sólo están conectados a la locomotora; recorren la misma vía. ¿A quién estamos siguiendo?

E. G. W.

jueves, 28 de octubre de 2010

PERMANECIENDO EN CRISTO.

Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Juan 15: 4

"Permaneced en mi" son palabras de gran significado. Permanecer en Cristo significa una fe viviente, ferviente, refrigerante que obra por el amor y purifica el alma. Significa una recepción constante del espíritu de Cristo, una vida de entrega sin reservas a su servicio. Donde exista esta unión, aparecerán las buenas obras. La vida de la vid se manifestará en fragantes frutos en las ramas. La continua provisión de la gracia de Cristo os bendecirá y os convertirá en una bendición, hasta que podáis decir con Pablo: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi" (Gál. 2: 20).

La sagrada unión con Cristo unirá a los hermanos con los más afectuosos vínculos del compañerismo cristiano. Sus corazones serán tocados con la compasión divina mutua... La frialdad, la discordia, la contienda, están completamente fuera de lugar entre los discípulos de Cristo. Han aceptado la fe única. Se han unido para servir a un Señor, para soportar la misma contienda, para esforzarse en procura del mismo objetivo, y para triunfar en la misma causa. Han sido comprados con la misma sangre preciosa, y han salido para predicar el mismo mensaje de salvación.

Los que continuamente están recibiendo fuerza de Cristo, poseerán su espíritu. No serán descuidados ni en palabras ni en conducta. Descansará sobre su alma una permanente comprensión de lo que ha costado su salvación en el sacrificio del amado Hijo de Dios. Como una fresca y vívida representación, se presentarán ante su mente las escenas del Calvario, y se someterá su corazón y se enternecerá por esta maravillosa manifestación del amor de Cristo en ellos. Considerarán a otros como comprados por su sangre preciosa, y los que están unidos con Cristo les parecerán nobles y elevados y sagrados, debido a esa relación. La muerte de Cristo en el Calvario deberá conducirnos a apreciar a las almas; tal como él. Su amor ha magnificado el valor de cada hombre, mujer y niño.

E. G. W.

miércoles, 27 de octubre de 2010

UNA VIDA DE FORTALEZA.

Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie; puede trabajar. Juan 9: 4.

La vida cristiana no consiste meramente en el ejercicio de la humildad, la paciencia, la mansedumbre y la bondad. Uno puede poseer estos preciosos y amables rasgos, y sin embargo faltarle nervio y espíritu, y ser casi inútil cuando la obra es difícil. A tales personas les falta una actitud positiva, energía, solidez y fortaleza de carácter que las capacitarían para resistir el mal y las convertirían en un poder en la causa de Dios.

Jesús fue nuestro ejemplo en todas las cosas, y fuerte trabajador ferviente y constante. Comenzó su vida de utilidad en la niñez. A los doce años ya estaba ocupado "en los negocios de su Padre". Entre los doce y los treinta años, antes de que comenzara su ministerio público, vivió una vida de activa laboriosidad. Jesús nunca estuvo ocioso en su ministerio. Dijo: "Debo obrar las obras del que me envió". Los dolientes que iban a él nunca eran despedidos sin alivio. Conocía cada corazón y sabía cómo ministrar a sus necesidades. De sus labios salían amantes palabras para consolar, animar y bendecir, y los grandes principios del reino de los cielos fueron presentados delante de las multitudes en palabras tan simples que todos podían entenderlas

Jesús era un trabajador silencioso y abnegado. No procuraba fama, riquezas, ni aplausos; ni tampoco tenía en cuenta su comodidad y placer... No rehuía los cuidados y responsabilidades como lo hacen tantos de sus profesos seguidores...

Las demandas de Cristo con respecto a nuestro servicio son nuevas cada día. No importa cuán completa haya sido nuestra consagración cuando nos convertimos, no nos valdrá de nada a menos que la renovemos diariamente, pero una consagración que abarca realmente lo presente es fresca, genuina y aceptable a Dios. No tenemos semanas y meses para estar a los pies del Señor, el mañana no es nuestro, porque no lo hemos recibido todavía, pero hoy podemos trabajar para Jesús. Hoy podemos rendir nuestros planes y propósitos ante él para su inspección y aprobación... Este es el día de Dios, y usted es su jornalero. ( Foto de archivo Los Valdenses trabajaban para el Señor).

E. G. W.

martes, 26 de octubre de 2010

JESÚS NUESTRO TODO.

Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención. 1 Cor. 1: 30.

El crecimiento en el conocimiento del carácter de Cristo es lo que santifica el alma. Discernir y apreciar la maravillosa obra de la expiación, transforma al que contempla el plan de salvación. Contemplando a Cristo, se transforma a la misma imagen de gloria en gloria, como por el Espíritu del Señor. La contemplación de Jesús llega a ser un proceso ennoblecedor y refinador... La perfección del carácter de Cristo es la inspiración del cristiano...

Cristo nunca debería estar fuera de la mente. El ángel dijo acerca de él: "Llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mat. 1: 21). Jesús, ¡precioso Salvador! En él se encuentra todo: seguridad, ayuda y paz. Él es quien despeja todas nuestras dudas; las arras de todas nuestras esperanzas. ¡Cuán precioso es el pensamiento de que ciertamente podemos ser participantes de la naturaleza divina, por la cual podemos vencer como venció Cristo! Jesús es la plenitud de nuestra expectativa. Es la melodía de nuestros himnos, la sombra de una gran roca para los cansados. Es agua viviente para el alma sedienta. Es nuestro refugio en la tormenta. Nuestra justificación, nuestra santificación, nuestra redención.

El poder de Cristo ha de ser el consuelo, la esperanza, la corona de gozo de todos los que siguen a Jesús en sus conflictos, en sus luchas en la vida. El que ciertamente sigue al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, puede exclamar mientras avanza: "Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe" (1 Juan 5: 4).

¿Qué clase de fe es la que vence al mundo? Es la que hace de Cristo vuestro Salvador personal, la fe que, reconociendo vuestra impotencia, vuestra completa incapacidad de salvaros a vosotros mismos, se aferra del Ayudador que es poderoso para salvar, como de vuestra única esperanza. Es fe que no será desanimada, que escucha la voz de Cristo que dice: "Confiad, yo he vencido al mundo, y mi fortaleza divina es vuestra"... "He aquí yo estoy con vosotros todos los días".

E. G. W.

lunes, 25 de octubre de 2010

LA VENIDA DEL CONSOLADOR.

Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. Juan 14: 16-17.

Cristo estaba por irse a su hogar celestial, pero aseguró a sus discípulos que enviaría al Consolador que habitaría con ellos para siempre. Todos pueden confiar implícitamente en la dirección de ese Consolador. Es el Espíritu de verdad; pero el mundo no puede ver ni recibir esa verdad...

Cristo quería que sus discípulos comprendieran que no los dejaría huérfanos. "No os dejaré huérfanos", declaró; "vendré a vosotros" (Juan 14: 18). ¡Preciosa y gloriosa seguridad de vida eterna! Aunque Cristo iba a estar ausente, la relación de ellos con él había de ser como la de un hijo con su padre...

Las palabras dirigidas a los discípulos nos llegan a través. de las palabras de ellos. El Consolador es nuestro tanto como de ellos, en todos los tiempos y en todos los lugares, en todos los dolores y en todas las aflicciones, cuando las perspectivas parecen oscuras y confuso el futuro, y nos sentimos desvalidos y solos. Entonces es cuando el Consolador será enviado en respuesta a la oración de fe.

No hay consolador como Cristo, tan tierno y tan leal. Está conmovido por los sentimientos de nuestras debilidades. Su Espíritu habla al corazón. Las circunstancias pueden separarnos de nuestros amigos; el amplio e inquieto océano puede agitarse entre nosotros y ellos. Aunque exista su sincera amistad, quizá no puedan demostrarla haciendo para nosotros lo que recibiríamos con gratitud. Pero ninguna circunstancia ni distancia puede separarnos del Consolador celestial. Doquiera estemos, doquiera vayamos, siempre está allí, Alguien que está en el lugar de Cristo para actuar por él.

Siempre está a nuestra diestra para dirigimos palabras suaves y amables, para apoyar, sostener, defender y animar. La influencia del Espíritu Santo es la vida de Cristo en el alma. Este Espíritu obra dentro y por medio de cada uno que recibe a Cristo. Aquellos que conocen la morada interna del Espíritu, revelan el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe.

E. G. W.

domingo, 24 de octubre de 2010

¿ QUIENES RECIBIRÁN EL SELLO DE DIOS?

Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios. (Apoc. 7: 2-3.)


El sello del Dios viviente será colocado únicamente sobre los que tengan un carácter semejante a Cristo.

Así como la cera toma la impresión del sello, así el alma debe recibir la impresión del Espíritu de Dios y retener la imagen de Cristo.

El sello de la ley de Dios se halla en el cuarto mandamiento. Es el único de los diez que presenta el nombre y el título del Legislador. Lo declara Creador de los cielos y la tierra y de ese modo demuestra su derecho a la reverencia y la adoración. Fuera de este mandamiento no hay nada en el Decálogo que revele por autoridad de quién se da la ley.


Los israelitas colocaron una señal de sangre en los dinteles de sus puertas para demostrar que eran la propiedad de Dios. Del mismo modo los hijos de Dios llevarán el signo que Dios ha señalado. Se pondrán en armonía con la santa ley de Dios. Se coloca una marca sobre cada uno del pueblo de Dios tan ciertamente como se colocó una marca sobre las puertas de los hebreos para librar al pueblo de la destrucción general. Dios declara: "Y diles también mis sábados, que fuesen por señal entre mi y ellos" (Eze. 20: 12, RVA).


Tan pronto como el pueblo de Dios sea sellado en sus frentes -no es un sello o marca que puede verse, sino un asentamiento en la verdad, intelectual y espiritualmente, de modo que no pueden ser movidos-, tan pronto como el pueblo de Dios, sea sellado y preparado para el zarandeo, éste vendrá. De hecho, ya ha comenzado; los juicios de Dios ya están sobre la tierra,... para que sepamos lo que se avecina.

E. G. W.

sábado, 23 de octubre de 2010

JESÚS NUESTRO EJEMPLO DE HUMILDAD

Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. (Juan 13: 14-15.)

Hay en el hombre una disposición a estimarse más que a su hermano, a trabajar para sí, a buscar el lugar más alto; y con frecuencia esto produce malas sospechas y amargura de espíritu. El rito que precede a la Cena del Señor, está destinado a aclarar estos malentendidos, a sacar al hombre de su egoísmo, a bajarle de sus zancos de exaltación propia, a la humildad de corazón que le inducirá a servir a su hermano.

El rito del lavamiento de los pies ilustra muy enérgicamente la necesidad de verdadera humildad. Mientras los discípulos discutían por la posición más alta en el reino prometido, Cristo se ciñó a sí mismo y efectuó la labor de un siervo al lavar los pies de aquellos que lo llamaban Señor.

Habiendo lavado los pies de los discípulos, dijo: "Ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis". Cristo instituía un servicio religioso. Por el acto de nuestro Señor, esta ceremonia humillante fue transformada en rito consagrado que debía ser observado por los discípulos, a fin de que recordasen siempre sus lecciones, de humildad y servicio.

La reconciliación mutua de los hermanos es la obra para la cual se estableció el rito del lavamiento de los pies... Cuandoquiera que se celebre, Cristo está presente por medio de su Santo Espíritu. Es este Espíritu el que trae convicción a los corazones.

Al celebrar Jesús este rito con sus discípulos, la convicción se apoderó de todos, menos de Judas. Así también nos poseerá la convicción mientras Cristo hable a nuestros corazones... Los pecados que han sido cometidos aparecerán con mayor distinción que nunca antes; pues el Espíritu Santo los traerá a nuestro recuerdo. ("La verdadera humildad con el prójimo se demuestra con los hechos") .

E. G. W.

jueves, 21 de octubre de 2010

CONSTRUCTORES Y NO DESTRUCTORES.

Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar. (Isa. 58: 12.)

¿No tiene Dios una iglesia viva? Tiene una iglesia, pero es la iglesia militante, no la iglesia triunfante. Nos sentimos apenados de que haya miembros defectuosos... Mientras el Señor trae dentro de su iglesia a los que están verdaderamente convertidos, al mismo tiempo Satanás trae a personas que no están convertidas. Mientras Cristo siembra la buena semilla, Satanás siembra la cizaña. Hay dos influencias opuestas que obran continuamente en los miembros de la iglesia. Una influencia obra la purificación de la iglesia, y la otra, la corrupción del pueblo de Dios...

Aunque hay males existentes en la iglesia, y los habrá hasta el fin del mundo, la iglesia de los últimos días debe ser la luz de este mundo corrompido y desmoralizado por el pecado...

Hay sólo una iglesia en el mundo que actualmente está reparando los portillos y restaurando las calzadas; y cualquier persona que está llamando la atención del mundo y de otras iglesias hacia esta iglesia y denunciándola como Babilonia, está haciendo una obra en armonía con aquel que es llamado "el acusador de sus hermanos"... El mundo entero está lleno de odio hacia los que proclaman que la ley de Dios está en vigencia, y la iglesia leal a Jehová debe sostener un conflicto no común... Los que en algún sentido se den cuenta de lo que significa esta guerra, no volverán sus armas contra la iglesia militante, sino que con todas sus facultades lucharán junto al pueblo de Dios contra la confederación del mal.

Los que proclaman un mensaje bajo su propia responsabilidad individual, y mientras pretenden ser enseñados y guiados por Dios, hacen una obra que consiste especialmente en derribar lo que Dios ha estado construyendo por años, no están haciendo la voluntad de Dios. Estos hombres están de parte del gran engañador. No les creáis.

E. G. W.

miércoles, 20 de octubre de 2010

LAGRIMAS DE CONFLITO.

Sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos. (Hech. 20: 19.)

Desde los días de Adán hasta los nuestros, el gran enemigo ha ejercitado su poder, oprimiendo y destruyendo. Se está preparando actualmente para su última campaña contra la iglesia.

Para disfrazar mejor su carácter y encubrir sus verdaderos propósitos, se ha hecho representar de modo que no despierte emociones más poderosas que las del ridículo y del desprecio. Le gusta que lo pinten deforme o repugnante, mitad animal mitad hombre.

Si Satanás fue tan astuto en el principio, ¿cómo será ahora, después de adquirir la experiencia de muchos miles de años? No obstante, Dios y los santos ángeles, y todos los que viven en obediencia a toda la voluntad de Dios, son más sabios que él.

Todos los que están activamente empeñados en la obra de Dios, tratando de desenmascarar los engaños del enemigo y de presentar a Cristo ante el mundo, podrán unirse al testimonio de San Pablo cuando habla de servir al Señor con toda humildad y con lágrimas y tentaciones... El tentador no tiene el poder de gobernar la voluntad o de obligar al alma a pecar. Puede angustiar, pero no contaminar. Puede causar agonía pero no corrupción.(satanás quiere verse lo más feo pasible al mundo).

Satanás no puede leer nuestros pensamientos, pero puede ver nuestras acciones, oír nuestras palabras; y por su antiguo conocimiento de la familia humana, da a sus tentaciones la forma necesaria para sacar partido de los puntos débiles de nuestro carácter. Y con cuánta frecuencia le hacemos saber el secreto de cómo obtener mejor la victoria sobre nosotros. ¡Ojalá pudiéramos dominar nuestras palabras y acciones! (Cristo es el único que te acoge con amor).

Satanás asaltó a Cristo con sus tentaciones más fieras y sutiles; pero fue rechazado en cada conflicto. Esas batallas se pelearon a favor nuestro; esas victorias hacen posible que nosotros venzamos. Cristo le dará fuerza a todos los que la busquen.

E. G. W.

martes, 19 de octubre de 2010

SEGURIDA ÚNICAMENTE EN LA OBEDIENCIA

Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal. (1 Ped. 3: 12.)

Nadie que no ore puede estar seguro un solo día o una sola hora. Deberíamos sobre todo pedir al Señor que nos dé sabiduría para comprender su Palabra. En ella es donde están puestos de manifiesto los artificios del tentador y las armas que le pueden ser opuestas con éxito. Satanás es un experto citando las Escrituras, colocando su propia interpretación en los pasajes, por medio de lo cual espera causarnos una caída. Debemos estudiar la Biblia con humildad de corazón, nunca perdiendo de vista nuestra dependencia de Dios. Y mientras estemos siempre en guardia contra los engaños de Satanás, deberíamos orar con fe diciendo: "No nos metas en tentación".

Cuando Balaam, tentado por la promesa de ricos regalos, recurrió a encantamientos contra Israel, y quiso por medio de sacrificios ofrecidos al Señor, invocar una maldición sobre su pueblo, el Espíritu de Dios se opuso a la maldición que Balaam trataba de pronunciar, viéndose éste obligado a exclamar: "¿Por qué maldeciré yo al que Dios no maldijo?'(Núm. 23: 8).

En aquel tiempo el pueblo de Israel era fiel a Dios; y mientras seguía obedeciendo a su ley, ningún poder de la tierra o del infierno hubiese prevalecido contra él. Pero la maldición que no se le permitió a Balaam pronunciar contra el pueblo de Dios, él al fin consiguió lanzarla arrastrándolo al pecado. Israel, al quebrantar los mandamientos de Dios, se separó de él y fue abandonado al poder del destructor.

Satanás sabe bien que el alma más débil que mora en Cristo es más poderosa que los ejércitos de las tinieblas... Sólo podemos estar seguros cuando confiamos humildemente en Dios y obedecemos todos sus mandamientos. (foto de satanás a la caza sel Cristiano).

Que ninguno se engañe a sí mismo con la creencia de que Dios lo perdonará y bendecirá mientras que atropella uno de sus requerimientos. La comisión intencionada de un pecado conocido calla la voz atestiguadora del Espíritu y separa el alma de Dios.

E. G. W.

lunes, 18 de octubre de 2010

UNA CORONA PARA CADA SANTO.

Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. (Sant. 1: 12.)

Vi un gran número de ángeles que traían de la ciudad gloriosas coronas, una corona para cada santo, con su nombre escrito encima. Cuando Jesús pedía las coronas, los ángeles se las presentaban, y con su propia mano derecha, el amante Salvador las colocaba sobre las cabezas de los santos. Del mismo modo, los ángeles trajeron arpas y Jesús se las entregó a los santos. Los ángeles directores dieron primeramente la nota, y entonces todas las voces se elevaron en agradecida y alegre alabanza y todas las manos pulsaron hábilmente las cuerdas de las arpas arrancando de ellas una música melodioso de tonos ricos y perfectos...

Dentro de la ciudad había todo lo que podía deleitar la vista. Se podía contemplar doquiera la esplendorosa gloria. Entonces Jesús contempló a sus redimidos; sus rostros estaban radiantes de gloria; y mientras fijaba en ellos sus ojos amantes, dijo con voz sonora y musical: "Contemplo el trabajo de mi alma y estoy satisfecho. Esta gloria esplendorosa es vuestra para que la disfrutéis eternamente. Vuestros pesares han terminando. Ya no habrá muerte, ni dolor, ni llanto, ni enfermedad"...

Luego vi que Jesús conducía a su pueblo hacia el árbol de la vida... En el árbol de la vida había hermosísimos frutos, de los cuales los santos podían servirse libremente. En la ciudad había un trono sumamente glorioso, del que manaba un río puro de agua viva, clara como el cristal. A cada lado del río estaba el árbol de la vida, y en las márgenes había otros hermosos árboles que daban frutos...

El lenguaje humano es demasiado pobre para intentar la descripción del cielo. Cuando la escena aparece delante de mí, me abruma el asombro. Arrobada por ese resplandor insuperable y esa excelsa gloria, dejo caer la pluma y exclamo: "¡Oh, qué amor, qué maravilloso amor!" Las palabras más sublimes no alcanzan a describir la gloria del cielo ni las incomparables profundidades del amor del Salvador.

E. G. W.

domingo, 17 de octubre de 2010

EL ETERNO PESO DE GLORIA.

Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria. (2 Cor. 4:17.)

Se me mostró la gloria del cielo y los tesoros que esperan a los fieles. Todo era bello y esplendente. Los ángeles entonaron una hermosa canción, luego cesaron de cantar y tomando las coronas de sus frentes las depositaban a los pies del amante Jesús y con voces melodiosas cantaban: "Gloria, aleluya". Me uní a sus cantos de alabanzas y honor al Cordero, y cada vez que abría los labios para alabarlo me embargaba una inexplicable sensación de la gloria que me rodeaba. Era un excelente y eterno peso de gloria. El ángel dijo: "El pequeño remanente que ama a Dios y guarda sus mandamientos y permanece fiel hasta el fin, disfrutará de esta gloria y estará para siempre en la presencia de Jesús y cantará con los santos ángeles".

Luego mis ojos se apartaron de la gloria y se me hizo contemplar el remanente sobre la tierra. El ángel les dijo:... "Preparaos, preparaos. Debéis adquirir una mayor preparación de la que ahora tenéis, porque el día del Señor se acerca con ira y gran enojo para poner la tierra en soledad y raer de ella a los pecadores. Sacrificad todo a Dios. Poned todo sobre su altar: el yo, las propiedades y todo lo que tenéis como un sacrificio vivo. Entrar en la gloria costará la entrega de todo. Haceos tesoros en el cielo... Debéis ser participantes de los sufrimientos de Cristo aquí si queréis ser participantes de su gloria en el más allá".

El cielo resultará muy barato aun si lo obtenemos por medio del sufrimiento. Debemos negarnos a nosotros mismos á lo largo del camino... y mantener siempre en vista su gloria.

La obra de salvación no es juego de niños, para tomarla cuando se quiere y abandonarla cuando nos plazca. Lo que ganará la victoria finalmente, será la firme determinación, el esfuerzo incansable. Es el que persevera hasta el fin el que será salvo. Son aquellos que pacientemente continúan haciendo el bien quienes tendrán la vida eterna y la recompensa inmortal.

E. G. W.

sábado, 16 de octubre de 2010

CERCADO CON LA MISERICORDIA DE DIOS.

Muchos dolores habrá para el impío; mas al que espera en Jehová, le rodea la misericordia. (Sal. 32: 10.)

Con frecuencia pensamos que aquellos que sirven a Dios, tienen muchas más dificultades que el incrédulo, y que la senda que se les ha dado para recorrer es áspera... Pero, ¿goza impunemente el pecador de su placer mundano? Oh, no. Hay ocasiones cuando el pecador está terriblemente perturbado. Teme a Dios, pero no lo ama.

¿Están los malos libres de chascos, perplejidades, pérdidas terrenas, pobreza y dificultades? Muchos de ellos sufren una prolongada enfermedad, y sin embargo no tienen a un Ser poderoso en quien confiar; no tienen la gracia fortalecedora de un poder de lo alto para sostenerlos en su debilidad. Confían en su propia fuerza. No tienen consuelo al contemplar el futuro, sino una terrible incertidumbre que los atormenta; y así cierran sus ojos en la muerte, sin encontrar ningún placer al mirar hacia la mañana de la resurrección, porque carecen de una esperanza gozosa que les dé la seguridad de tener parte en la primera resurrección...

El cristiano está sujeto a la enfermedad, a los chascos, a la pobreza, a los vituperios y a las dificultades. Sin embargo, en medio de todo esto, ama a Dios, elige hacer su voluntad, y ninguna cosa aprecia tanto como su aprobación. En las pruebas contradictorias y escenas cambiantes de esta vida, él sabe que hay un Ser que conoce todas las cosas; un Ser que escuchará con oídos atentos el clamor de los afligidos y perturbados; un Ser que puede simpatizar con toda tristeza, y mitigar la penetrante angustia de todo corazón...

En medio de toda esta aflicción, el cristiano tiene un poderoso consuelo. Y si Dios permite; que sufra una enfermedad larga y perturbadora, antes de cerrar los ojos en la muerte, puede soportar todo con gozo... Contempla el futuro con satisfacción celestial. Un corto reposo en la tumba, y luego el Dador de la vida romperá los sellos del sepulcro, libertará al cautivo y lo levantará de su lecho de polvo, vestido de inmortalidad, para nunca más sufrir dolor, tristeza o muerte. ¡Oh, cuán admirable es la esperanza del cristiano! Quiero que esta esperanza del cristiano sea la mía. Que también sea la vuestra.

E. G. W.

viernes, 15 de octubre de 2010

ESPERANZA CON LA MISERICORDIA DE DIOS.

Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. (Isa. 55: 7-8.)

Usted piensa que sus errores y transgresiones han sido tan gravosos al Señor, que él no... lo salvará. Cuanto más se acerque a Jesús, tanto más culpable aparecerá ante sus propios ojos, porque su visión será más clara, y sus imperfecciones serán vistas en un contraste más nítido con su perfecta naturaleza. Pero no se desanime. Esta es una evidencia de que los engaños de Satanás han perdido su poder; de que la influencia vivificante del Espíritu de Dios está surgiendo en usted, y que su indiferencia y despreocupación están desapareciendo.

Ningún amor profundo por Jesús puede morar en el corazón de aquellos que no ven ni comprenden su propia pecaminosidad. El alma que es transformada por la gracia, admirará su carácter divino; pero si no vemos nuestra propia deformidad moral, es una evidencia inequívoca de que no hemos tenido una visión de la belleza y excelencia de Cristo. Cuanto menos cosas de estima veamos en nosotros mismos, tanto más veremos para apreciar en la infinita pureza y amor de nuestro Salvador. Una visión de nuestra propia pecaminosidad nos conduce hacia Aquel que puede perdonar...

Dios no trata con nosotros de la manera en que un hombre finito trata con otro. Sus pensamientos son pensamientos de misericordia, amor y tierna compasión... El dice: "Yo deshice como una nube tus rebeliones..." (Isa. 44: 22).

Mire hacia arriba, usted que está en dificultades, tentado y desanimado. Mire hacia arriba. Siempre es seguro mirar hacia arriba; mirar hacia abajo resulta fatal. Si mira hacia abajo, la tierra vacila y se bambolea; debajo suyo ninguna cosa es segura. Pero el cielo, por encima de usted, está en calma y es seguro, y hay ayuda divina para todo aquel que sube. La mano del Infinito se extiende desde las almenas del cielo para asir la suya en un fuerte apretón. El poderoso ayudador está cerca para bendecir, levantar y animar a los que más yerran, a los más pecadores, si ellos quieren contemplarlo por fe. Pero el pecador debe mirar hacia arriba.

E. G. W.

jueves, 14 de octubre de 2010

DISFRUTANDO DE LA VERDAD.

Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad; afirma mi corazón para que tema tu nombre. (Sal. 86: 11.)

Decid de todo corazón: "Andaré en tu verdad". Toda resolución expresada en el temor de Dios, le dará fortaleza al propósito y a la fe. Tenderá a estimular y a humillar, a fortalecer y a confirmar... La verdad merece nuestra confianza, más aún cuando el mundo. está inundado de fábulas. La circulación del error y de la falsedad, indica únicamente que en alguna parte está la verdad, la verdad genuina...

Para nosotros no basta únicamente escuchar la verdad. Dios requiere que la obedezcamos. "Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan" (Luc. 11: 28). "Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis" (Juan 13: 17).

Debemos andar gozándonos en la verdad. No debe ser para nosotros un yugo de esclavitud, sino un consuelo, un mensaje de buenas nuevas de gran gozo que anime nuestros corazones, y nos haga cantar melodías en honor a Dios. A través de la paciencia y el consuelo de las Escrituras, tenemos esperanza. La esperanza cristiana no es sombría, sin consuelo. Oh, no, no. No nos encierra en una prisión de dudas y temores. La verdad nos hace libres a aquellos que la amamos y somos santificados mediante ella. Andamos en la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

Nosotros, que pretendemos creer la verdad, debiéramos revelar sus frutos en nuestras palabras y carácter. Debemos estar muy avanzados en el conocimiento de Jesucristo, en la recepción de su amor a Dios y a nuestros semejantes, a fin de tener la luz del cielo brillando en nuestra vida diaria. La verdad debe alcanzar hasta los lugares más recónditos del alma, y limpiar de ella todo lo que no sea semejante al espíritu de Cristo; y el vacío debe ser llenado por los atributos de su carácter, que es puro y santo y sin contaminación, para que todas las fuentes del corazón sean como flores, fragantes con perfume, un olor suave, un sabor de vida para vida.

La verdad entronizada en el alma es lo que lo convierte a uno en un hombre de Dios.

E. G. W.

miércoles, 13 de octubre de 2010

JSÚS ES NUESTRO GUÍA.

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14: 6.)

Oh, si pudiéramos nosotros, que somos peregrinos y extranjeros en este país extraño, que buscamos un país mejor, un país celestial, comprender a Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida. El dice: "Nadie viene al Padre, sino por mí". El camino que él ha señalado es tan claro y evidente, que el más pecador, cargado con sus culpas, no necesita perderlo. Ningún tembloroso buscador necesita fracasar en la búsqueda del camino verdadero, y en caminar en la luz pura y santa, porque Jesús es el Guía en el camino.

El camino es tan estrecho, tan santo, que no puede tolerarse en él el pecado, y sin embargo, el acceso al camino ha sido posibilitado para todos, y ni una sola alma abatida, dudosa y temblorosa necesita decir: "Dios no se preocupa por mí". Toda alma es preciosa para su vista... Cuando Satanás triunfaba como el príncipe de este mundo, cuando reclamaba este mundo como su reino, cuando estábamos todos manchados y corrompidos por el pecado, Dios mandó a su mensajero desde el cielo, a su Hijo amado para proclamar a todos los habitantes del mundo: "He encontrado un rescate. He preparado un camino de escape para todos los que perecen. Tengo a vuestra disposición los documentos de vuestra emancipación, sellados por el Señor del cielo y de la tierra".

No es porque haya algún defecto en el título que ha sido comprado para vosotros, que no lo aceptáis. No es porque la misericordia, la gracia, el amor del Padre y del Hijo, no sean amplios, y no hayan sido derramados libremente, que vosotros no os regocijáis en el amor perdonador... Si os perdéis, es porque no queréis acudir a Cristo, para que tengáis vida.

Dios espera para derramar la bendición del perdón de los pecados, del perdón de la iniquidad, del don de la justicia sobre todos los que quieran creer en su amor, y aceptar su salvación. Cristo está listo para decirle al pecador arrepentido: "Mira que he quitado de ti tu pecado..." (Zac. 3: 4-7). Cristo es el eslabón que conecta a Dios con el hombre. La sangre de Jesucristo es la súplica elocuente que habla en favor de los pecadores.

E. G. W.

martes, 12 de octubre de 2010

EL AMOR CON CRISTO.

Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos. (Heb. 7: 26.)

El carácter de Cristo tuvo una excelencia sin parangón, conteniendo todo lo que fuera puro, verdadero, amable y deseable. En ninguna parte encontramos que haya visitado una reunión de placer o un salón de baile, y sin embargo era el ejemplo perfecto de una conducta amable y cortés. Cristo no era ningún novicio; se distinguía por las elevadas facultades intelectuales que poseía, aun desde el comienzo de su vida. Su juventud no fue desperdiciada en la indolencia, y tampoco fue desperdiciada en placeres sensuales, indulgencia propia, o malgastada en cosas sin provecho. Ninguna de sus horas de la niñez a la virilidad fue malgastada, ninguna fue malversada...

Jesús no tenía pecado, y no temía las consecuencias del pecado. Con esta excepción, su condición era como la vuestra. Vosotros no tenéis una dificultad, que no haya gravitado con el mismo peso sobre él, no tenéis una tristeza que su corazón no haya experimentado. Sus sentimientos podían ser heridos, por el descuido y la indiferencia de sus amigos profesos, tan fácilmente como los vuestros. ¿Es espinoso vuestro camino? El de Cristo lo fue diez veces más. ¿Estáis angustiados? También él lo estuvo. ¡Con cuánta propiedad Cristo puede ser nuestro ejemplo!...

El registro inspirado dice de él: "Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres" (Luc. 2: 52). A medida que aumentaba en años, también crecía en conocimiento. Vivía temperantemente. Sus horas preciosas no fueron malgastadas en placeres disipadores. Tenía un cuerpo verdaderamente saludable y verdaderos poderes mentales. Las facultades físicas y mentales podían expandirse y desarrollarse como las vuestras, o como las de cualquier otro joven. Su estudio era la Palabra de Dios, como debiera ser el vuestro.

Tomad a Jesús como vuestra norma, imitad su vida. Enamoraos de su carácter. Andad como Cristo anduvo. Vuestras facultades intelectuales recibirán un refuerzo, vuestros pensamientos se ampliarán cuando pongáis vuestras facultades en vigoroso contacto con las cosas eternas, que son intrínsecamente grandiosas.

E. G. W.

lunes, 11 de octubre de 2010

EL PRIVILEGIO DE LA SEGURIDA.

Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él. (1 Juan 3: 19.)

Quisiera impresionar a nuestros jóvenes y señoritas con la necesidad de hacer segura nuestra vocación y elección. Os ruego que no hagáis una obra casual o incierta, cuando vuestros intereses eternos están implicados. Si hacéis así perdéis la felicidad, la paz, el consuelo y la esperanza en esta vida, y perdéis también vuestra herencia inmortal.

Jóvenes amigos, estáis destinados al juicio, y mediante la gracia de Cristo debéis rendir obediencia a los mandamientos de Dios, y diariamente obtener fortaleza de carácter, de modo que no falléis o seáis desanimados. Abundante gracia divina ha sido provista para cada alma, para que cada uno pueda entrar en el conflicto, y salir victorioso. No seáis perezosos; no os hagáis la ilusión de que podéis ser salvos andando de acuerdo con los rasgos naturales de vuestro carácter; que podéis dejaros arrastrar por la corriente del mundo, y gratificar y agradar al yo, y todavía ser capaces de soportar las fuerzas del mal en tiempo de crisis, y salir victoriosos cuando la batalla arrecia... Debéis aprender cada día a obedecer las órdenes del Capitán de la hueste celestial.

Mis jóvenes amigos, ¿oráis? ¿Os estáis educando para ofrecer peticiones en demanda de pensamientos puros, aspiraciones santas, con un corazón puro y manos limpias? ¿Estáis educando vuestros labios para cantar alabanzas a Dios, y estáis buscando hacer la voluntad divina? Esta es la clase de educación que será de mayor valor para vosotros. Ella os guiará en la formación de un carácter semejante al de Cristo.

No os sentéis en la cómoda silla de Satanás, y no digáis que de nada vale que os esforcéis, que no podéis dejar de pecar, y que no hay poder en vosotros para vencer. No hay poder en vosotros cuando estáis alejados de Cristo, pero tenéis el privilegio de tener a Cristo morando en vuestro corazón por fe, y él puede vencer el pecado en vosotros cuando cooperáis con sus esfuerzos... Podéis ser epístolas vivas, conocidas y leídas por todos los hombres. No debéis ser cartas muertas, sino cartas vivas, que testifiquen ante el mundo que Jesús puede salvar.

E. G. W.

domingo, 10 de octubre de 2010

DIOS PIDE NUESTRO MEJORES AFECTOS.

Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. (Mat. 6: 24.)

Muchos están en el terreno encantado del enemigo. Cosas de ninguna importancia: necias fiestas sociales, el canto, las chanzas, las bromas, monopolizan sus mentes, y sirven a Dios con un corazón dividido. No se escucha la declaración de Cristo: "Ningún hombre puede servir a dos señores".

Una de las características más notables de los habitantes de la tierra que vivieron en los días de Noé, era la de su intensa mundanalidad. Ellos hicieron del comer y del beber, del comprar y del vender, del casarse y del darse en casamiento, el supremo objeto de su vida. El comer y el beber no son una pecaminosa, sino la satisfacción de una necesidad, si aquello que lícito no se lleva a un exceso... Dios mismo instituyó el matrimonio cuando le dio Eva a Adán. Las leyes de Dios están maravillosamente adaptadas para satisfacer la naturaleza del hombre. El pecado de los antediluvianos consistió en pervertir lo que en sí mismo era lícito. Corrompieron los dones de Dios al usarlos para satisfacer sus deseos egoístas...

El excesivo amor y devoción hacia aquello que en sí mismo es lícito, ha resultado en la ruina de miles y miles de almas. A menudo se le concede a cosas sin importancia la potencia del intelecto, que debiera dedicarse íntegramente a Dios. Siempre debemos precavernos contra el peligro de llevar a un exceso aquello que, correctamente usado, es legítimo. Muchas almas se pierden por dedicarse a aquellas cosas que, manejadas con propiedad, son inofensivas, pero que, pervertidas y usadas desaprensivamente, se convierten en pecaminosas y desmoralizadoras.

Si estamos continuamente pensando en las cosas que son de esta vida, y esforzándonos por poseerlas, no podemos mantener nuestros pensamientos fijos en las cosas del cielo. Satanás está procurando apartar nuestras mentes de Dios y centrarlas en las modas, las costumbres y las exigencias del mundo, que producen enfermedad y muerte...

Dios quiere que empleemos todas nuestras facultades para ayudar y bendecir a nuestros semejantes. El pide nuestros mejores afectos, nuestras facultades más elevadas.

E. G. W.

sábado, 9 de octubre de 2010

POR ENCIMA DE LA NIEBLA DE LA DUDA.


Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome aliento vuestro corazón.(Sal. 31:24)

Aun los cristianos de larga experiencia, son asaltados a menudo con las más terribles dudas y desánimos... No debéis considerar que, a causa de vuestras tentaciones, vuestro caso es desesperado... Confiad en Dios, esperad en él y descansad en sus promesas.

Cuando el diablo viene con sus dudas e incredulidades, cerrad la puerta de vuestro corazón. Cerrad vuestros ojos para no espaciaros en sus sombras infernales. Alzad vuestra vista a donde podáis contemplar las cosas que son eternas, y encontraréis fuerzas para cada hora. La prueba de vuestra fe es mucho más preciosa que el oro... Os hace valientes para pelear la batalla del Señor...

Satanás se relaciona con todo aquel que desea relacionarse con él. Si puede posesionarse de aquellos que han tenido cierta experiencia en religión, los convierte en sus agentes más efectivos para llegar hasta otros hombres, y rodear sus almas con la incredulidad. No podéis permitiros abrigar dudas en vuestra mente. No halaguéis al diablo hablando de las terribles cargas que estáis llevando. Cada vez que lo hacéis así,
Satanás se ríe porque su alma puede controlaros y porque habéis perdido de vista a Jesucristo, vuestro Redentor...

Debemos manifestar a Aquel que nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. Es mediante la fe viva como cada día podemos regocijarnos en esa luz. No debemos hablar de nuestras dudas y pruebas, porque se hacen más grandes cada vez que hablamos de ellas. Cada vez que hablamos de ellas, Satanás gana la victoria; pero cuando decimos: "Encomendaré el cuidado de mi alma a él, como a un testigo fiel", testificamos entonces de que nos hemos entregado a Cristo sin ninguna reserva, y entonces Dios nos concede luz, y nos regocijamos en él.

El alma que ama a Dios, se eleva por encima de la niebla de la duda; gana una experiencia brillante, amplia, profunda y viva, y se hace humilde y semejante a Cristo. Su alma es confiada a Dios, escondida con Cristo en Dios.

E. G. W.