lunes, 7 de diciembre de 2009

HAY ESPERANZA



Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor, Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. (1º Cor. 10:10,11.).


Las murmuraciones del antuguo Israel y su descontento rebelde, como también los grandes milagros realizados en su favor, y el castigo de su idolatría e ingratitud, fueron registrados para nuestro beneficio. El ejemplo del antiguo Israel es dado como advertencia para el pueblo de Dios, a fin de que evite la incredulidad y escape a su ira. Si las iniquidadesde los hebreos hubiesen sido omitidas del relato sagrado, y se hubiesen relatado solamente sur vitudes, su historia no nos habría enseñado la lección que nos enseña...

Si los hijos de Dios quisieran reconocer cómo lo trata él y aceptasen sus enseñanzas, sus pies hallarían una senda recta, y una luz los condiciría a traves de la oscuridad y el desaliento. David aprendió sabiduría de la manera en que Dios le trató, y se postró en humildad bajo el castigo del altísimo.

La descripción fiel de que su verdadero estado hizo el profeta Natán, le dio a conocer a David sus propios pecados y le ayudó a desecharlo. Acepto mansamente el consejo y se humilló de lante de Dios. "La ley de Jehová-exclama el- es perfecta, que vuelve el alma" (Sal. 19: 7).

Los pecadores que se arepiente no tienen motivos para desesperar porque se le recuerden sus transgresiones y se les amonesten acerca de su peligro. Los mismos esfuerzos hechos en su favor demuestran cuánto los ama Dios y desea salvarlos. Ellos sólo deben pedir su consejo y hacer su voluntad para heredar la vida eterna.


Dios presenta a su pueblo que yerra los pecados que cometen, a fin de que pueda ver su enormidad según la luz de la verdad divina. Su deber es entonces renunciar a ello para siempre. Dios es hoy ta poderoso para salvar del pecado como en los tiempos de los patriarcas, de David y de los profetas y apóstoles.



La multitud de casos registrados en la historia sagrada, en los cuales Dios libró a su pueblo de su iniquidades, debe hacer sentir al cristiano de esta época el anhelo de recibir instrucción divina y celo para perfecionar un carácter que soportará la detenida inspección del juicio. (J. T. tom 1, págs.438,442,443).






E. G. W.

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