Entonces oí una gran voz en el
cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder y el reino
de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado
fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de
nuestro Dios día y noche. Apocalipsis. 12:10
Una gran mayoría desconoce o
ignoran quien es Satanás, Algunos lo conocen por distintos nombres
a lo largo de la historia de esta humanidad.
Y esto nos plantea un problema a la hora de a quien debemos de servir, si a Dios o al príncipe de este mundo, llamado Satanás, Satán, el diablo, Lucifer, Divell, Baal Zebùl, o Belcebú.
Pero en el cielo y los Santos ángeles lo conocían como Lucero hijo de la maña. En el cielo hubo una gran batalla entre las huestes de Dios y la de Satanás.
Hubo un gran regocijo en las cortes celestiales por la expulsión de Satanás de las huestes celestiales.
Este era el principio de la batalla, ya que era la gran madre de todas las batallas y se libro en la tierra, en el Gólgota.
Después de una lucha en el desierto entre Cristo y Satanás, Cristo salio como vencedor. Pero aun quedaba la batalla decisiva, la Calavera o el Calvario.
De la caída de Jerusalén, los pensamientos de Jesús
pasaron a un juicio más amplio.
En la destrucción de la ciudad impenitente, vió un símbolo de la destrucción final que caerá sobre el mundo.
Pero el amor de Dios se manifestó en la última hora en el calvario con el ladrón: De cierto te digo hoy: estarás en el paraíso.
Temía que el pecado fuese tan ofensivo para Dios que su separación resultara eterna. Las huestes del cielo velaron su rostro para no ver ese espectáculo. Las huestes del mal estaba presentes, y las huestes celestiales presenciaron la última batalla.
El sol se negó a salir, a mirar la terrible escena. Como fúnebre mortaja, una oscuridad invadió la tierra. La nubes chocaron y los rayos iluminaron el rostro de Jesús. En esa densa oscuridad se oculto la presencia de Dios.
Nadie podría penetrar la lobreguez que rodeaba la cruz. Se oyó un silencio repentino, y se escucho: “Consumado es.” “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.” Una luz circuyó la cruz y el rostro del Salvador brilló con una gloria como la del sol.
Inclinó entonces la cabeza sobre el pecho y murió. Cristo gano la gran batalla, el hombre puede ser salvo por su gracia, y como el ladrón y su fe en Cristo le otorgo la salvación eterna.
Tú y yo, podemos ser salvos de la misma manera como el ladrón en la cruz.
Todo el cielo y los mundos que no habían caído fueron testigos de esta gran controversia.“En virtud de la sangre”, “debido a la sangre”.
Los santos vencieron a causa de la victoria en el Calvario. Las puertas de la salvación están abiertas para todos aquellos que se apoyen en Cristo Jesús.
Y esto nos plantea un problema a la hora de a quien debemos de servir, si a Dios o al príncipe de este mundo, llamado Satanás, Satán, el diablo, Lucifer, Divell, Baal Zebùl, o Belcebú.
Pero en el cielo y los Santos ángeles lo conocían como Lucero hijo de la maña. En el cielo hubo una gran batalla entre las huestes de Dios y la de Satanás.
Hubo un gran regocijo en las cortes celestiales por la expulsión de Satanás de las huestes celestiales.
Este era el principio de la batalla, ya que era la gran madre de todas las batallas y se libro en la tierra, en el Gólgota.
Después de una lucha en el desierto entre Cristo y Satanás, Cristo salio como vencedor. Pero aun quedaba la batalla decisiva, la Calavera o el Calvario.
De la caída de Jerusalén, los pensamientos de Jesús
pasaron a un juicio más amplio. En la destrucción de la ciudad impenitente, vió un símbolo de la destrucción final que caerá sobre el mundo.
Pero el amor de Dios se manifestó en la última hora en el calvario con el ladrón: De cierto te digo hoy: estarás en el paraíso.
Temía que el pecado fuese tan ofensivo para Dios que su separación resultara eterna. Las huestes del cielo velaron su rostro para no ver ese espectáculo. Las huestes del mal estaba presentes, y las huestes celestiales presenciaron la última batalla.
El sol se negó a salir, a mirar la terrible escena. Como fúnebre mortaja, una oscuridad invadió la tierra. La nubes chocaron y los rayos iluminaron el rostro de Jesús. En esa densa oscuridad se oculto la presencia de Dios.
Nadie podría penetrar la lobreguez que rodeaba la cruz. Se oyó un silencio repentino, y se escucho: “Consumado es.” “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.” Una luz circuyó la cruz y el rostro del Salvador brilló con una gloria como la del sol.
Inclinó entonces la cabeza sobre el pecho y murió. Cristo gano la gran batalla, el hombre puede ser salvo por su gracia, y como el ladrón y su fe en Cristo le otorgo la salvación eterna.
Tú y yo, podemos ser salvos de la misma manera como el ladrón en la cruz.
Todo el cielo y los mundos que no habían caído fueron testigos de esta gran controversia.“En virtud de la sangre”, “debido a la sangre”.
Los santos vencieron a causa de la victoria en el Calvario. Las puertas de la salvación están abiertas para todos aquellos que se apoyen en Cristo Jesús.
MARANATA.
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venida apocalíptica
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tiempo y del espacio
NOTIFICACION A LOS LECTORES.
Notificación: Estimados lectores
de este blog. Hace tiempo que parezco de un problema de salud, que
abecés me impide desarrollar este ministerio. En otras ocasiones les
pedí que orase por mi, y sus oraciones fueron contestadas, pues
recupere la salud. Hoy les insto a que oren por mi, para que me
recupere de esta dolencia que arrastro barios meses. Se que vuestras
oraciones llegaran al trono de la gracia y si es la voluntad de Dios
me pondré bien. Las oraciones del justo llegan al trono de la
gracia. El Señor nos dice: Orar los unos por los otros para que
Vuestro Padre sea glorificado. Que Dios os bendiga y que su paz sea
sobre ustedes. Sal. 62: 7
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