miércoles, 6 de diciembre de 2017

LA SALVACIÓN INFALIBLE


Porque el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Rom. 10:10
La mayoría de nosotros sospechamos cuando escuchamos o leemos una oferta con la garantía de devolverle el dinero si uno no rebaja de cinco a diez centímetros de cintura en sólo una hora, por haber usado una ropa especial. 

Estos mensajes lo estamos viendo en cada momento de nuestra vidas. Es un plan infalible por el cual uno puede ganar al año doce mil Euros sin moverse de su casa. 

En algún lugar hay una trampa. De manera similar, la frase “tan sólo cree” ha llegado a ser sólo una frase hecha entre los cristianos primitivos. 

Aun así, muchos son atrapados dolorosamente por esta orden supersimplificada. Ellos cree, pero se encuentra confiados en su propia disciplina para sostener la seguridad de la salvación prometida. Y puesto que todos tenemos días “malos”, la seguridad viene y se va como el rocío de la mañana. 
Esa es la trampa. Pablo dice: Al creer “con el corazón” , quiere decir que la fe incluye una transformación interior completa. Y este cambio da como resultado la justificación y la rectitud. 

La evidencia externa del cambio interior es la confesión “con la boca”, el estar decididamente en armonía con lo que se cree que es verdadero. Una buena disposición para confesar a Cristo con palabras y hechos ha sido siempre la prueba para el verdadero discípulo.(Mat.10:32; Luc. 12:8; cf. Apoc. 3:5). 

Un testimonio bueno y constante delante del mundo revelará el fruto de la salvación. El problema no reside en el plan de Dios sino en nuestra compresión del mismo. 

Cuando ponemos el énfasis en nosotros mismos, en nuestras creencias, fracasamos. Esto convierte en una lucha sin cuartel. 

Decidir, en vez de eso, que la lucha es con nuestro intelecto sólo complica el problema, pues el intelecto puede fácilmente servir a un corazón egoísta. 

Y en el pueblo de Dios hay mucho de ello. Las pasiones del corazón son indignas de confianza si n son guiadas or la integridad de nuestros pensamientos racional.  

Sólo por medio del Espíritu Santo y la entrega sumisa a Él, el hombre y mujeres pueden llegar a esa transformación tan deseada por el cristiano. 

Òr eso Él ha ordenado que con nuestra mente lo aprendamos y que con nuestro corazones lo anhelemos. 

Si lo hacemos así, seremos conducidos de regreso a una correcta relación con Él. Y esta es nuestra infalible salvación.  

[Os pido que oréis por mi, tengo una alergia que me ataca todo el cuerpo y los ojos, y no tengo ganas de hacer nada. Os ruego humildemente que oréis por mi, para que siga haciendo esta obra. Que Dios os bendiga.]
Maranata:
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