martes, 5 de diciembre de 2017

LA GRAN COFIANZA DE UN PADRE DIOS.


Y cuando aún estaba lejos, lo vio el padre, y le fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y lo besó. Luc, 15:20.
Estas dos experiencia son reales, pasan muy a menudo en este mundo tan violento y descabellado. La primera se sitúa en un país cuyo nombre no quiero acordarme. 

Una madre recostada en la oscuridad de una ventana que daba al jardín, esperaba a su hija Eva con los ojos muy abiertos. En cada sonido, ella contenía la respiración y escuchaba. Era más de media noche. 

Era un día lluvioso y con mucho frio. Cogió una manta y volvió otra vez a la ventana. Escuchaba como las gotas de lluvia sonaban sobra las tejas, el tiempo pasaba y su amada hija no llegaba. 
La s tinieblas cada vez eran más oscuras, y por fin la puerta se cabrio. “Gracias oh Dios” Fue su oración.

La otra historia es similar a esta. Mientra la madre dormía plácidamente, el padre oraba sentado en la cama. 

Había días que daban las tres de la mañana cuando regresaba su hijo, y el padre daba gracias a Dios por ello. 

Así año tras año. Hasta que un día, el hijo se marcho, lejos y en tierras lejanas el se quedo. Toda las semanas el padre le llama. El sabe que Dios le cuida, pero un padre es un padre. Hace mucho tiempo un padre esperaba a su hijo extraviado, un hijo adolescente. 

Que se marcho a la gran ciudad, se llevo parte de su erencia, la gasto insolentemente en el juego y vicios. Pero el padre le esperaba cada día, cada tarde. El hijo consciente de su situación. Tomo la decisión más honrosa de volver a su casa. 

“Y cuando aun estaba lejos, lo vio su padre” ¿Por qué el padre
permaneció guardando? La esperanza y el amor de cada padre y madre esta representados en este cuadro del “hijo prodigo” 

¿Había algo mas? Si, la seguridad, la confianza que su hijo algún día recordaría la bondad de su padre y volvería al hogar. 

¡Y el la recordó!  ¡Solamente, que la subestimo! Muchos hijos se marcha del hogar, para vivir su propia vida, algunos vuelven se casan y el proceso continúan. 

Otros no vuelven más. Nuestro Padre celestial debía alentar nuestros corazones. El nos espera cada noche, cada mañana. Esperando una respuesta a su llamado. Pero a pesar de todo, El nos cuida, nos guarda cada noche y cada mañana. 

El mismo acto de “guardarnos” revela una gran confianza y un tierno amor. El nos da la oportunidad de volver a Él. 

No importa lo que tú has hecho, su amor es tan grande, que no se puede expresar con palabras, sino con hechos. 

Como el hijo pródigo, al regresar a Dios hallamos que El corre a nuestro encuentro con su aceptación. Y con una corona cuajada de piedras preciosas.
 [Os pido que oréis por mi, tengo una alergia que me ataca todo el cuerpo y los ojos, y no tengo ganas de hacer nada. Os ruego humildemente que oréis por mi, para que siga haciendo esta obra. Que Dios os bendiga.]
Maranata:
http://degunda venida apocaliptica.blogspot.com
http://Viajes a través del tiempo y espacio.blogspot.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario