viernes, 27 de marzo de 2015

SEREMOS REJUVENECIDOS COMO EL ÁGUILA.


Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila. Sal. 103: 2-5.

La idea de ser siempre joven es muy atractiva. La juventud es seductora. El mundo de los negocios con sus nuevas tecnologías se maneja con los puntos de vista juveniles. Es muy raro ver en los postes publicitarios a las personas de edad avanzada.

Vemos que los mensajes por T.V. y  por los carteles que van dirigidos especialmente a la juventud. Es por esta razón que nos vemos inundados de avisos de diferentes marcas y productos que nos aconseja emplear este producto o aquel otro. 

No importa que producto sea, sea este un viaje a las Bahamas, o un viaje al desierto, producto que se vende debe permanecer joven y atractivo. El problema de hoy día es que la gente busca el producto de la juventud, sea hombre o mujer, quiere ser siempre joven.
El salmista nos hace una advertencia. “No olvides” repetida por Moisés a los que salieron de Egipto, (ver Deut. 4:9,23). 

Creo firmemente que no tenemos nada que temer del futuro,  por lo menos el pueblo de Dios, ya que sabemos de antemano lo que va a pasar, amenos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido.” (NB. 216).

Cierto es que Dios nos ha favorecido, y el no nos dejara abandonados en mita del desierto de las naciones. Sólo hay una condición: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, a dicho Jehová de los ejércitos. Esa es la condición.

El envejecimiento y la iniquidad van de la mano.  El pecado y el sentimiento de culpa arruina la mente, el cuerpo y el espíritu. “El remordimiento por el pecado mina la constitución y desequilibra la mente” (J.T. m. 2º p. 143).  Nos cuesta el admitir que la mayoría de las enfermedades se origina en la mente. “Por doquiera que miremos prevalece la enfermedad mental. Los nueve décimos de las enfermedades que sufren los hombres tienen su fundamentos en esto” (Ibid).

David lo comprendió así, y después bendijo a Dios por el perdón de su pecado, dijo: “El . . sana todas mis dolencias”. 
Existe una relación intima entre el alivio de la enfermedad y el perdón de los pecados. “Si el espíritu se siente libre y feliz debido a la buena conciencia y a la satisfacción de haber contribuido a la felicidad ajena, el sentimiento es de gozo.

La bendición de Dios es un poder sanador, y los que son pródigos en beneficiar a los demás recibirán esta maravillosa bendición en el corazón de la vida. (M.M. p.154).

Al restaurar su imagen en el hombre, Dios le perdona sus pecados, lo sana de sus enfermedades y lo redime de la destrucción mental, física y espiritual.  A esto se refiere el salmista, sera entonces como el Aguila, rejuvenecerá y volara hacia la libertad que Dios le ha dado.
Maranata
Sigan orando por la vista de mi esposa.
Luis José de Madariaga.
La Biblia a través del tiempo.
http:// segunda venida apocalíptica

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