sábado, 1 de diciembre de 2018

NO TOMARAS EL NOMBRE DE DIOS EN VANO.

No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; por que no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. Exodo 20:7.
El nombre de Jehová a sido usado su y utilizado durante siglos para apoyar la jurisprudencia, negocios, gobiernos, etcétera. 

Mira la importancia que tiene el poder jurar en tu nombre, que cuando necesitamos convencer a alguien de que lo amamos nos respaldamos en ti. ¡Cuántas veces te habrás enfadado al escuchar: 

“Mi vida, te necesito tanto..., te lo juro por Dios”! España es uno de los países que más blasfema el nombre de Dios. Y esto es un hecho que no se puede negar, lo tenemos en la punta de los labios, en cada momento. Durante muchos años he recorrido muchos países de Europa, y Africa. 

Y en ningún momento he percibido que la gente nombrara el nombre de Dios en vano, o que jurase por él haciendo promesas vanas. Todos sabemos que la palabra “en vano” significa “iniquidad”, “falsedad”, “vanidad”, vacuidad”,etc. 

Y todos los que hacen esto, responderán en el juicio venidero. La blasfemia, o cualquier lenguaje descuidado por el estilo, no sólo viola el espíritu de la religión sino que indica la falta de educación hacia Dios. 

Este mandamiento no sólo se aplica a las palabras que debiéramos evitar sino al cuidado con que debiéramos usar las que son buenas (Mat. 12: 34-37). 

Es el Espíritu Santo el que nos enseña a usar nuestro vocabulario como verdaderos creyentes en Cristo. 

El verdadero cristiano, debe de ser cortes, amable, respetuoso, y tener don de la palabra para dar testimonio de que eres hijo de Dios. El uso descuidado del nombre de Dios denota una falta de reverencia para con él. 

Tenemos hoy día un ejemplo de respetuoso al nombre de Dios. Los judíos tienen una reverencia tal al nombre de Dios, que llega hasta nuestros días, ya que ellos no lo pronuncian. 

Este mandamiento nos indica que el cristiano hijo de Dios debe de ser honrado en los “negocios”, y en asuntos religiosos nuestro justo Dios indicó que necesitamos ser cuidadosos y escrupulosos en cuanto a lo que presentamos como “verdad presente”. 

Lo que decide nuestro destino eterno es nuestro concepto de Dios. Podemos confiar en Dios. El nos garantiza que sus caminos nos proporcionarán felicidad, y podemos confiar en que sus principios nos conducirán a la vida eterna. 
Somos alentados por el Espíritu Santo por que su pueblo lleva la marca divina. 

“¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isa. 8:20). 

El tercer mandamiento señala que Dios se preocupa en sumo grado por la integridad de nuestro pensamiento. Desea liberarnos de la esclavitud mental de Egipto y que pensemos como los hijos y hijas de Dios que quiere que seamos.
MARANATA.
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