jueves, 6 de diciembre de 2018

EL REAVIVAMIENTO

Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios,quien nos ha dado las arras del Espíritu 2 Cor. 5:5
Antes de la segunda guerra mundial, un predicador escocés A. Stewar nos cuenta su experiencia como el Señor obra en las personas bajo el reavivamiento espiritual. 

Antes de sus conferencias el solía estar unos días de oración y meditación. Cierta noche viendo él que no tenia el suficiente poder del Espíritu Santo, se bajo a un sótano del edificio para orar. 

Pasó un tiempo y noto que el espíritu de Dios estaba presente, y noto que había alguien en ese cuarto, al fondo del cuarto en medio de la oscuridad había dos ancianas orando pidiendo el derramamiento del Espíritu Santo. 

El dijo:”los reavivamientos no se logran haciendo, sino orando”. No es que la oración produce el reavivamiento, sino que es el resultado de tener el corazón completamente abierto al Espíritu Santo y tener la “garantía” [arras] del Espíritu dentro de nosotros, de manera que él pueda tener los canales del alma limpios por los cuales fluir libremente. 

Pablo les escribió a los Corintios, y les recordó que el Espíritu Santo en el interior es la garantía de la resurrección del cuerpo.Es decir, para el cambio de la mortalidad a la inmortalidad. 

El cristiano debe ser la persona más alegre del mundo, pero al mismo tiempo pero al mismo tiempo la más descontenta con el mundo; es como un viajero: completamente satisfecho con la posada como tal, pero siempre deseando ir al camino papa llegar a su casa.

El cristiano debe anhelar las realidades eternas, no las cosas transitorias de este mundo. La mente carnal se satisface con lo que ven sus ojos; la mente del cristiano, se deleita con las cosas que son invisibles y que Dios tiene preparado para su pueblo.Antes, como esta escrito: 

Ojo no ha visto, ni oído ha escuchado, ni han subido en corazón de hombre, las cosas que Dios ha preparado para los que le aman. (1º Cor. 2:9) El cristiano necesita espaciarse en las certezas de la Palabra de Dios manteniéndolas ante los ojos de la mente. 
Punto tras punto, día tras día, repita vez tras vez las lecciones que allí se dan, hasta que aprenda el sentido y la importancia de ella. 

Vemos muy poco hoy, y con meditación y oración, vemos más mañana. 

Y así comprendemos poco a poco las bondadosas promesas, hasta que casi podamos entender su significado, (Cart. 4,1885) Es necesario tener un reavivamiento personal con Dios, “Yo me pongo en primer lugar” 

Y espero que vosotros también lo entendáis así, pues sin la obra del Espíritu Santo en nosotros estaremos perdidos. La renovación debe ser constante.
MARANATA.´
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