lunes, 24 de diciembre de 2018

ANDANDO POR EL ESPÍRITU

Digo pues: Andad por el espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Gal. 5:16
La gran mayoría de los cristianos no anda conforma al espíritu, se deleitan en las cosa de la carne, como fiestas, modas, y placeres mundanos que no agradan a Dios. 

El mundo gira como el perro quiere coger su cola y no la alcanza. El andar “andad en Espíritu”, es decir en armonía con los ideales espirituales según Rom. 8:1, 14.

 Una gran mayoría de cristianos, han oído hablar poco del Espíritu Santo, y cuales son sus funciones. Aun dentro del pueblo de Dios no conocemos los verdaderos beneficios del Espíritu Santo. 

Hablamos de él pero no experimentamos su grandeza en nosotros, “yo me pongo en primer lugar”. 

Mi poca experiencia con él, es muy satisfactoria hasta donde yo puedo llegar, pero lo poco que se del Espíritu Santo es que nunca me a abandonado. 

Es el instrumento que ha puesto Dios para conducir a los hombres a la vida eterna. (Jun.16:8-11). 

Sin embargo la obra del Espíritu Santo no es instantánea. No nos convertimos automáticamente en la clase de personas que deberíamos ser. 

Una vida de fe y oración y sumisión al Señor es una vida de lucha, de entrega, y de arrepentimiento cuando fallamos. El Espíritu Santo es el Agente divino que trabaja en nuestra vida para hacernos nuevas criaturas en Cristo. 

Esto es una tarea de toda la vida. Aunque nuestras faltas y debilidades tendrían que motivarnos a una entrega mayor a nuestro Señor, no debemos permitir que el diablo las use para desanimarnos en nuestra vida. 

El pueblo de Dios debería prepararse para el bautismo del Espíritu Santo, este bautismo tiene que ser diario en nuestra vida. Estad lleno del Espíritu Santo no significa tanto que poseamos más de él, sino que él posea más de nosotros. 

El Espíritu Santo puede usarnos para gloria de Dios solamente cuando, cada día, nos entreguemos en todos los aspectos de nuestras vidas en sus manos.

Jesús ha prometido enviar al Espíritu Santo como su representante para aquellos que le acepten. 

Y es por medio de la fe que el cristiano se aferra a las promesas. La oración no baja a Dios a nuestro nivel, sino que nos eleva hacia él. Nuestras oraciones simplemente revelan nuestra determinación y nos preparan para recibir la bendición. 

“La vida del cristiano no es una modificación o mejora de la antigua, sino una transformación. Se produce una muerte al yo y al pecado, y una vida enteramente nueva. Este cambio puede ser efectuado únicamente por la obra eficaz del Espíritu Santo” (DTG. 143).
MARANATA.
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