viernes, 30 de noviembre de 2018

EL ROSTRO BRILLANTE BAJO EL PODER DEL eSPÍRITU

Cuánto más glorioso no será el ministerio del Espíritu. 2º Cor. 3:8
A lo largo de la historia cristiana, habido hombres y mujeres que sus rostro han brillado como el resplandor de Moisés en el Sinaí. 

El ministerio de la salvación que imparte vida es designado como (1) “el ministerio de reconciliación” (cap. 5:18), es decir un ministerio por el cual los hombres son reconciliados con Dios.; (2) “el ministerio del espíritu” (cap. 3:8); (3) “el ministerio de la palabra” (Hech. 6:4); (4) “ 

El ministerio de justificación” (2º Cor. 3:9). Es un ministerio en el cual el hombre puede aprender las forma de llegar a ser just¡os. (Rom 8:3-4). Por la gracia de Cristo. 

Es cierto que en este pasaje presenta una serie de contraste: la letra y el espíritu, la gloria que se desvanece y la gloria que permanece, condenación y justificación, Moisés y Cristo. En cada caso, el segundo término es infinitamente superior al primero (ver Heb. 3:16). 

Así como la luz deslumbrante del sol hace desaparecer las estrellas, el ministerio del “Espíritu” sobrepuja y sustituye al de la letra. 

Una evidencia del poder de Dios en la vida de las personas, de acuerdo con los lideres Judíos del tiempo del apóstol Pablo, era su rostro cuando el Espíritu Santo era sobre la persona. (Como el de Esteban en el Sanedrín), vieron el rostro como de un ángel. 

El rabino Gedalia dijo: “cuando Moisés y Aarón llegaron ante la presencia del Faraón, parecían como los ángeles que sirven ante la presencia del Señor; porque su estatura parecía superior, y el resplandor de su rostro como el sol” (Clarke's Commentary, y. 5 p. 727). 

Al descender Moisés del monte su rostro resplandecía como el sol, y se tuvo que cubrir su rostro. Jesús presento su gloria ante Pedro, Juan, y Santiago en el monte Alto. Esteban antes de su muerte, su rostro resplandeció. 

No es de extrañar que los judíos quedasen tan asombrados en el juicio de Esteban. El poder del Espíritu Santo, sobre el brillo como el de Moisés en el Sinaí, como el rostro de un ángel. 

Muchos hombres que murieron a manos de la Inquisición, vieron su rostro brillar y con una paz que sobre empujaba las expectativas del hombre. 

Cuando se manifieste la gloria de Dios en su pueblo ante de su Segunda Venida. 

Los rostros de los hijos de Dios, resplandecerán como el rostro de los ángeles. 
Hoy los creyentes nacidos de nuevo que tienen la seguridad de la salvación y la plenitud del Espíritu Santo, brillan con un resplandor que resultan incomprensible para los incrédulos. Puede que usted no lo perciba en su propio rostro, pero el mundo si lo ve.
MARANATA.
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