sábado, 10 de noviembre de 2018

EL AMOR DE JESUCRISTO POR LOS NIÑOS.

Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. Mat. 18:10
Cristo quiere danos una lección de humildad, a través de los niños. Jesus prosigue mostrando la comparación admirable característica entre el niño y la de aquellos que son verdaderamente grandes en el reino de los cielos, donde la única grandeza es el carácter. 

Es verdad que hace un énfasis a los que aun era niños en la fe que eran inmaduros. Por otro lado el niño era el que más sufría las ofensas de los hombres. En la Edad Media, y tan lejos los niños son tenido como esclavos en algunos países. 

Los ángeles toma nota de cada acto o agravio que se le hace a los niños. El hecho que los ángeles siempre tengan acceso a la presencia del Padre asegura a los cristianos más débiles que Dios se preocupa con ternura hasta por el bienestar del más humilde de sus hijos terrenales. Isa. 57:15 

Esta paz es para aquellos que hacen la voluntad de Dios y que están a la influencia del Espíritu Santo, y se humillen delante de Dios con corazón contrito. 

Pero Dios no puede ofrecer la paz a los que no quieren escuchar el reproche divino, que son voluntariosos e indóciles, y que se han propuesto continuar en sus propios caminos. 

No puede curarlos porque no quieren reconocer que necesitan curación. 

Dios declara de la verdadera condición de ellos: “Los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo” (Cart. 106.1896). 

Jesús sabía lo que estaba ocurriendo en la mente de ese joven que con tanta admiración le estaba viendo. Al igual que sabe lo que esta pasando en nuestra mente. Cristo quiere proteger esa imagen del niño en nuestra mente, porque sino no entraremos en los reinos de los cielo. 

El niño no es envidioso, ni criticón, ni celoso y un largo etc. Por eso debemos de ser como un niño si queremos ir al reino de los cielos. Además, había otra preocupación vital en la mente de Jesús. 

El sabía que en esos tiernos niños, los niños estaban construyendo su compresión básica de su 

Padre celestial -una compresión que quedaría grabada profundamente en sus mentes y que no sería fácilmente modificada por instrucciones verbales posteriores. 

Recuerdo a mis niños cuando les relataba las Bellas Historias de la Biblia, ellos nunca las olvidaran, desde su niñez hasta los doce años. Yo me moriré, y ellos recordara la obra de Dios en la Biblia. 

Todos tenemos que ser como niños en manos del Espíritu Santo, para que nos transforme y podamos estar allí y ver en primera mano las historias de Jesús.
MARANATA.
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