Es una de las historias mas
dramáticas de la Biblia, la lealtad y la fe de un de un hombre fueron probadas hasta sus últimas
consecuencias. Este verso es clave del
libro de Job.
Había perdido sus rebaños, sus siervos, sus hijos
hasta su salid. Su esposa no le comprendía; sus mejores amigos
sospechaban que Job tenia un pecado secreto.
Todo estaba en su
contra. Job no encontraba a su Dios, pero una cosa el si sabía,
tenía una relación impecable. El Espíritu Santo fortalecía su fe
en su creador, aunque no comprendía todo lo que estaba ocurriendo.
“Aunque él me matare, en él esperare” (Job. 13:15). Aunque
tendemos a admitir a Job por su valor y fortaleza, no fue su propia
fuerza interior la que le permitió superar sus dificultad.
Hoy en
pleno siglo XXI hay hombres y mujeres que están pasando por una
experiencia similar. Y al igual que Job no comprende el porque. En su
necesidad Job no encontraba a Dios, el tenia buen trato con su Dios.
Pero a Job lo mantuvo en pie por la relación que tenia con El.
El no comprendía que en esa batalla estaba puesto el honor de Dios, y el orgullo y la arrogancia de Satanás.
La situación no ha cambiado en nuestro siglo.
El no comprendía que en esa batalla estaba puesto el honor de Dios, y el orgullo y la arrogancia de Satanás.
La situación no ha cambiado en nuestro siglo.
El amor de Dios por una raza caída es inmensa,
pero no la comprendemos, al igual que Job. Uno de los peldaños de la
escalera por la cual Job ascendió de la desesperación a la fe, fue
el reconocimiento de que no estaba castigado injustamente,sino que
se lo estaba probando.
Job no permitió que los malos pensamientos lo
abrumase o lo hiciese dudar de los propósitos de Dios. El Espíritu
Santo estaba en cada momento con el, Su ayuda era esencial para Job.
Pero todas las decisiones que Job tomase eran sin coaccionar su conciencia por parte de Dios.
Pero todas las decisiones que Job tomase eran sin coaccionar su conciencia por parte de Dios.
Y lejos de impulsarlo a distanciarse de
Dios, ¡deseaba estar en la presencia de Dios! El quería exponer su
causa en la presencia de su Dios, y daría toda clase de
explicaciones.
El sabía que su Dios le contestaría, y el
entendería. Dios tiene un plan maestro para nuestra vida. Aunque el
cristiano este confuso por lo que le este ocurriendo. ¡No entendemos
el porque!
Pero nuestra fe no debe de vacilar, ya que Dios tiene un
plan para ti y para mi. Y en aquel día de gloria, comprenderemos lo que hoy no comprendemos. Pero una cosa debemos de entender, Dios quiere lo mejor para nosotros.
Por eso nos dejo el consolador el
Espíritu Santo para que nos guiara hasta la vida eterna. Seamos
como Job, confiemos en Dios, pues la promesa esta segura. 1º Tes.
4:14-18
MARANATA.
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