Una voz apacible

Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un voz suave y delicada 1º Reyes 19:12.

A veces el Espíritu Santo se representa mediante un o temblor (Hech. 4:31)y aveces mediante el fuego (Hech. 2:3); pero en su hora de profunda depresión, Elías necesitaba, más que ninguna otra cosa, oír al Espíritu Santo con voz delicada. 

Elías había huido después de su triunfo en el monte de Carmelo porque aparentemente había llegado a la conclusión equivocada de que Acab y Jezabel serían también derrotados y destruidos.

Pero no fue así. 

En cambio, emitieron un decreto de muerte contra él. Ahora en su depresión y agotamiento, había escapado al Sinaí y se había ocultado en la miseria, la autocompasión y la desesperación suicida. 

En este estado mental, una persona no necesita un trueno resonante, un fuego fiero o un viento violento.

Deprimido, Elías se sentía aturdido por el dolor emocional, y sólo una voz suave y delicada podía hablar a su corazón. Era la voz del Consolador, el Espíritu Santo. 

Le aseguró a Elías que su ministerio continuaría y que obtendría la victoria final, y en ese momento en que se le prometio un cuidado tierno y amoroso, renació el profeta Elías. 

El pasto X acababa de terminar unas conferencias con gran interés para los asistentes en una iglesia. 

Mas de 40 personas habían decidido hacer el pacto con Jesús. 

Y muchas otras se re consagraron. No obstante como Elías, el pastor se estaba desanimando y se sentía muy deprimido. 

Había pensado que el éxito de la campaña silenciaría a sus oponentes y eliminaría al grupo de disidentes que estaba tratando de controlar la junta de iglesia. 

El pastor X estaba pensando en renunciar. “La esposa con cariño le dijo: Tú has trabajado siete días por semana, doce horas por día durante las últimas seis semanas. 

Toma ahora un tiempo para disfrutar de campo y su naturaleza. Toma tu tiempo en estudia la Palabra y orar a Dios. “Y Él te dará el refrigerio que tu necesitas” 

La esposa tenía razón, y Dios usó nuevamente a este consagrado pastor en forma poderosa después que oyó la “voz apacible y delicada”, “el suave susurro” del Espíritu de Dios.

[Os pido que oréis por mi. 
Tegon una alergia que me ataca todo el cuerpo y los ojos, y no tengo ganas de hacer nada. Os ruego humildemente que oréis por mi, para que siga haciendo esta obra. Que Dios os bendiga].

Maranata:

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