Durante un período de apostasía nacional en Judá, el rey Sedequías tenía a los Babilonios a las puertas de su ciudad. Cuando vio que el reino se le escapaba de las manos, cuando vio que la muerte era un hecho consumado, el apóstata Sedequías creyó oportuno dedicar unos pocos pensamientos a Dios.
Entonces se acordó de Jeremías, el profeta de Dios, a quien había puesto en la mazmorra. En la hora de su mayor necesidad, el rey mandó llamar en secreto al maltratado profeta. Su primera pregunta, cuando apareció el maltrecho profeta de Dios fue: "¿hay palabra de Jehová¿".
Esta pregunta en pleno siglo XXI debiera ocupar el lugar más importante en la mente de un cristiano que se dice pertenecer al pueblo de Dios en la actualidad. El mundo está lleno de presiones, frustraciones y problemas tantos económicamente que afectan a la iglesia, a nuestras instituciones de enseñanza o nuestros establecimiento de atención médica.
Nos acordamos de Dios en el último momento, como el rey Sedequías, debemos de recordar que solo hay una fuente a la cual podemos volvernos con plena seguridad: a Dios. La pregunta que debemos formularnos constantemente en la actualidad es ésta: "¿Hay palabra de Jehová?" ¿Es nuestra fe tan débil que no confiamos en nuestro Dios?
¿No recodáis o recordamos cuantas veces Dios nos ha ayudado?
El mundo proclama sus pretendidas soluciones. sabemos lo que dice
las confederaciones, lo que demanda los gremios o sindicatos, lo que necesita la comunidad, lo que requiere el gobierno. Las voces estridentes de la fuerza mundanas que nos rodean llegan hasta nosotros en todo su vigor. No tenemos dificultad en escuchar y comprender su clamor insistente.
Pero la pregunta persiste: ¿Hay palabra de Jehová?
Cuando exista en nuestra vida problemas profundos que afeta a nuestra espiritualidad, y a nuestra salvación, a donde debemos ir en primer lugar, y donde debemos encontra la solución a nuestros problemas, la solución es hacer la voluntad de Dios. (foto. Dios te habla hoy).
"¿Hay palabra de Jehová?" Esta pregunta debiera ocupar el primer lugar en toda nuestra vida. "Dios siempre recompensa la confianza de su pueblo. El camino que conduce al trono de la misericordia siempre está abierto. El Señor percibe las necesidades de su pueblo tan claramente en medio de las tinieblas de la noche que rodea como en el esplendor del mediodía. Procurar la ayuda del Altísimo en toda ocasión es nuestra seguridad". (CD.199). Esta es una buena promesa.
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