domingo, 23 de marzo de 2014

NO DONDE SINO COMO

La iglesia de Asia os saluda. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor. 1º Cor. 16:19.

En la iglesia cristiana del primer siglo los creyentes en "el camino" hacia  las diferentes ciudades no tenían santuarios (iglesias) propios donde adorar a Dios.  No había cúpulas que resonaran con los himnos de esos hombres y mujeres que siguieran a su reciente Señor.

Ni siquiera había humildes capillas que dieran oído a sus fervientes peticiones.  Esos primeros discípulos del Señor resucitado adoraban en los hogares de sus hermanos en la fe.  En algunas ocasiones al lado de un rió  oh en el campo.  En la meditación de nuestro versículo de hoy, Pablo,  al enviar saludos a los cristianos de Corinto, se refiere a una iglesia que se reunía en la casa de Priscila y Aquila.

Cuando pienso en este texto, pienso que llegara muy pronto dentro de la historia de la iglesia, que los cristianos que guardan la ley de Dios se reunan en casas, ya que la historia se repite.

¡Qué maravillosa experiencia debe ser aparecer en la historia sagrada como miembros que proporcionaron un santuario para que los hijos de Dios se pudieran reunir sábado tras sábado! Hace 70 años que en algunas ciudades de España y de Europa pasaba lo mismo, casas eran avilitadas para adorar a Dios, y no están registradas en la palabra de Dios, pero él Señor lo veía.

Lo que vale delante de Dios no es el lugar donde el pueblo de Dios lo adora, sino el espíritu con que se adora.  En los primeros  días de la reforma de 1844 al 1850 los Adventista, esos intrépidos pioneros se reunían frecuente mente en los hogares y graneros de los campos, estos hombre y mujeres que profesaban su misma preciosa fe.

En esos hogares el Espíritu Santo fue derramado poderosamente sobre los fervientes buscadores de la verdad.  La humildad del lugar de reunión no impedía que descendiera la bendiciones que Dios tenía atesorada para su pueblo.  ¡Y que diremos de los Valdenses, de los Ugonotes, y los primeros cristianos en España, que fueron todos torturados y quemados.

Pablo queria grabar este hecho historico de la iglesia primitiva de estos creyentes, para la iglesia del futuro, donde tendra que pasar la prueba de la intolerancia religiosa, de falta de recursos, y por una fiera persecución religiosa.  Pero nunca debemos olvidar: no es el lugar dode adoremos lo que importa a Dios, sino cómo lo adoramos.
Un hogar, santificado por la presencia de Dios, se puede convertir en una catedral llena de las más rícas bendiciones para aquellos que adoran allí.  

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