La misión del pueblo de antaño, debían de extender el mensaje de la salvación. Los discípulos debían de enseñar “a toda la naciones” el Evangelio de la salvación (Mat. 28:19).
Primeramente al pueblo de Israel, y por ende a los gentiles (el mundo).
El plan de Dios se originó con Dios y es apropiado que tanto los ángeles como los hombres le atribuyen la gloria y loor.
Podemos hacernos la pregunta: Realmente ¿encierra algo este mensaje? ¿significa algo para el hombre? Para una gran mayoría de seres humanos que tienen el cuerpo paralizado, para el vagabundo, ye yace en cima de un banco, o duerme en un cajero de un banco, y que está hambriento y nadie se compadece de él.
¿O es un cuento de hadas o un relato increíble destinado a impresionar nuestra imaginación? Avenir a morar con nosotros, Jesús iba a Dios tanto a los hombres como a los ángeles.
El era la Palabra de Dios: el pensamiento de Dios hecho audible. . . Nuestro pequeño mundo es un libro de texto para el universo.
El maravilloso y misericordioso propósito de Dios, el misterio del amor redentor, es el tema en el cual “desean mirar los ángeles,” y será su estudio a través de los siglos sin fin.(DTG p. 11).
Este niño que nació en Belén hace dos mil años, debería de hacernos pensar, en la cantidad de seres humanos que pasan necesidad de niños indefensos.
Los ángeles cantaron un cántico que resonó por la bóveda celestial. “Gloria” y “paz”. Entre los hombres, y entre las naciones. El plan de Dios es y será, reconciliar al hombre con Dios.
Sólo puede haber paz cuando la voluntad de Dios se hace tanto en la tierra como en el cielo (Mat. 6:10). La clave del Evangelio es el amor; ésa es su esencia.
El mensaje es claro, “paz a los hombres de buena voluntad”, es decir, los que tengan buena disposición para con Dios y para con su prójimo (ver Miq. 6:8; Mat. 22:36-40).
Esa es la clave del Evangelio. Vivimos en un mundo destrozado por el caos y la ambición, y con muchas dudas en nuestra mente.
El hombre, debe de dar a Cristo la oportunidad de nacer una vez en su vida. Debemos permitirnos dar esa oportunidad a Dios, Él llama a nuestro corazón día tras día, y año tras año.
Pero cuando el corazón se endurece, la oportunidad de conocer a Dios ha pasado de largo. ¿Qué piensas hacer?
MARANATA.
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