lunes, 5 de julio de 2021

SANTIFICADOS POR CRISTO.

Y por ello yo me santifico a mi mismo, para que también ellos sean santificados en verdad Juan 17: 19.

Juan se consagraba cada día a su Señor. “o” dicho de otra manera, “me consagro a mí mismo” para hacer la obra de mi Dios. 

Si vemos la trayectoria de Cristo, veremos que cada día se consagraban a su Padre, para que pudiese alcanzar los corazones de los hombre para su Padre. 

Vemos que la oración es parte de la vida de Cristo, al igual que debería de ser en la nuestra. 

Si Cristo se dedicaba a sí mismo para completar la tarea que había venido a cumplir en este mundo. Ante él estaba la cruz, y en el acto de ofrecerse a sí mismo hizo posible la santificación de todos los creyentes. 

Dios nos da a cada cristiano la elección de escoger entre la verdad y el error. Dios dio la libertad al hombre para poder escoger entre la libertad y la esclavitud. 

En un juicio, el juez tiene que valorar las pruebas, para determinar la culpabilidad del acusado o la libertad de este. 

El juez se consagra cada día para ver o determinar en caso que se está juzgando. Así el Cristiano se tiene o tenemos que consagrarnos cada día a dar testimonio de lo que creemos. 

Por medio de la palabra y nuestro ejemplo, tenemos que testificar de Cristo. Sí, hay algo en esta vida, mas remunerador e importante es la tranquilidad de haber hecho bien las cosas para el Señor. 

Calvino tuvo una experiencia que lo dejaría marcado por vida. Cito textualmente: Mientras la procesión desfilaba despacio por las calles...la paz inalterable y el gozo triunfante que se pintaba en el rostro del mártir. “parece—decía--como si estuviera sentado en el templo meditando en cosa santa.” (Wylie, lib. 13, cap.9). 

Así murió Berquin en el año de 1529 en Francia quemado en la hoguera. Calvino quedó marcado por el testimonio de este hombre. (CS, p.231-234). 

Dios está preparando obreros en nuestro siglo, para dar testimonio de la verdad. 

No importa si tienes estudios, “o” eres un encumbrado, lo importante es tu dedicación y entrega a predicar el evangelio eterno. 

Pensemos en los pioneros que llegaron a los Estados Unidos, hombres y mujeres que estaban dispuesto a dar su vida por llevar la palabra de Dios a los indios. 

El cristiano se sentirá en paz cuando haya terminado la obra que Dios le ha encomendado. “Cierto es que no todos valemos para ser grandes predicadores” Pero el don que Dios nos dio, debemos usarlo para su gloria.

MARANATA.

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