Timoteo era un hombre de fe, que se entregó a su Señor para hacer la obra de predicar su palabra. Pablo sabía que Timoteo tendría muchas dificultades en el camino del evangelio.
Sabía la dura misión como ministro del evangelio, misión, que le fue confiada por los apóstoles y por Dios mismo.
Muchos jóvenes hoy día, en nuestro siglo, han sido llamados para ser misioneros. Otros para ser médicos, en las oscuras selvas de Centro y sur de Américas.
Muchos pasaran grandes vicisitudes, muchos caerán enfermos, y otros seguirán adelante como Timoteo. Pero todos ellos serán bendecidos por Dios en su ministerio.
Pablo sabía que su ministerio estaba por terminar. El apóstol había conservado “la fe y el amor” estas virtudes cristianas se mezclan con otras virtudes que Dios nos da.
Pablo predicaba las grandes verdades libre de errores doctrinales o de contaminación moral. Lo más admirable es que la obra que había sido confiada a Pablo la “depositó”, en manos de Timoteo y de otros.
Esto debería de ser un ejemplo para los hijos de Dios, ya que Jesús depositó su obra en nuestras manos, ¿para qué? Para evangelizar a un mundo que se está perdiendo por causa de la incredulidad.
“Muchos son llamados” “Pero son pocos los que responde al llamado”. A lo largo de mi vida, e conocido a muchos que valían para ser misioneros, pastores, incluso evangelistas.
De una clase de treinta estudiantes de teología, sólo salieron cuatro pastores. Cierto es, que los que quedamos con la ilusión de ser pastores no lo logramos.
Cierto es también que algunos sirven al Señor a pesar de las dificultades de la vida. Pablo insta a Timoteo a ser fiel a Dios, y predicando la palabra.
El Espíritu Santo es el agente eficaz que capacita a los hombres para que tenga éxito en cumplir la tarea predicar el Evangelio.
El apóstol emplea la expresión “fe y verdad” (1 Tim.2:7).
Hay que mantener la verdad por encima de las teorías de los hombres. La fe consiste en las revelaciones que Dios ha dado a los hombres acerca de Dios, y de Cristo y de su pronta venida.
La fe se desarrolla y crece a medida que el hombre se ocupa de las revelaciones hechas por Dios acerca de si mismo. Timoteo comprendió esto al entregarse a la causa de Dios.
MARANATA.
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