martes, 8 de enero de 2019

VISTIDURAS DE HUMILDAD

Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y portaba un cinto de cuero alrededor de si lomo; y comía langostas y mil silvestre. Marc. 1:6.
Isaías 40:3: “Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová (YHWH)1; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios”. 

Malaquías 3:1: “He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor (Adonaí) a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. 

He aquí viene, ha dicho Jehová (YHWH) de los ejércitos”. Juan el Bautista fue enviado a preparar el camino de Jehová, pero fue Jesús quien apareció para hacer la obra que le encomendó el Padre. ¿Como puede ser esto? 

La respuesta está de que Jesús es parte de la Deidad (Col.2:9) Y Juan declara:”En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (Jun 1:1, 14). Luego Juan el Bautista fue enviado para preparar el camino de Jesús.

La comida de Juan Mat. 3:4. En Israel la comida de los pobres se basaba en algarrobas silvestres y langostas y la miel silvestre. Pero la palabra griega que empleó mateo se refiere a la familia de los acrídidos su nombre en castellano es saltamontes o langosta. 
La especie más común en Israel es una langosta migratoria (Joel 1:4,7; Nahum3:15. 

De hecho, hay comunidades de beduinos y de judíos yemeníes que todavía las consumen. Les quitaban la cabeza, las patas y el abdomen, y solo les dejaban el tórax. 

Las comían crudas, asadas o secadas al sol, y a veces también las salaban o las ponían a remojar en vinagre o miel. El historiador Henri Daniel-Rops comenta que su sabor es parecido al de los camarones. Juan vivía en el desierto (Marcos 1:4). 

Cuando la multitud se alejaba al atardecer, sus recuerdos estaban llenos de su predicación. Había en ellos la ansiosa expectativa de la venida del Mesías, al que Juan había descrito con vivo lenguaje. 

El Espíritu Santo obrara en sus corazones, y muchos al día siguiente iban a ver que nuevo mensaje les daba. 

Al igualmente hoy muchos cristianos son tocados por el Espíritu de Dios, ya no solamente en lo espiritual sino también en la alimentación. 

Dios quiere que dejemos las carnes, el queso, lo dulce, la leche. ¿Por qué? Porque estos alimentos están adulterados, y si el pueblo de Dios quiere estar con Cristo en la Tierra Nueva tienen que dejar ahora ciertos alimentos. 

Nuestro Padre no nos ordenó un menú extraño con el propósito de probar nuestra sumisión, o de hacernos peculiares sólo por serlo. 

Como un Dios amante e interesado en nuestra felicidad nos ofrece lo que sabe que nos conducirá a una salud óptima. Cuando expresamos nuestra peculiaridades de esta manera, permitimos que Jesús crezca en nosotros.
MARANATA.
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