miércoles, 23 de enero de 2019

¿DONDE ESTAN LOS MINISTROS?


Del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder. Efe. 3:7.
Los ministros deven de ser activos en la obra de Dios. Cada uno de nosotros somos ministros en la gran obra de Dios en la tierra.


El problema estriba, en que no todos podemos hacer lo mismo. Cada uno tiene un cometido en la vida antes de que Cristo venga. 

Y es en ese sentido que todo su pueblo guiados por el Espíritu Santo, debemos estar empeñados de determinar la obra que hemos empezado en nuestra vida. 

No seamos como los antiguos en la época de Pablo, que sólo pocos fueron fieles al Señor. “Ya me justaría ser como el apóstol Pablo” 
pero se que no puedo llegar a su altura, Dios en su grande misericordia me ha dado un don y mi obligación es ejercer ese don para beneficio de los cristiano. 

Debemos estar agradecidos a Dios por darnos ese don o dones, bien usados glorificara a Dios y a su obra. 

En mis blog de Daniel y el Apocalipsis, detallo como Constantino se apodero de la iglesia para su beneficio personal. 

Dando el poder ha está iglesia dominante para su propio beneficio, convirtiéndola en voceros de Dios. El Espíritu Santo no podía estar con estos voceros de Dios, pero si estuvo con los voceros Valdenses. 

El Espíritu Santo en nuestro siglo usa a voceros en grupos pequeños para alumbra a la comunidad y después a la ciudad. Hay una cita sobre como trabajaban los valdense para extender la luz al mundo que dice: 

Trabajaban con paciencia y tenacidad en profundas y oscuras cavernas de la tierra, alumbrándose con antorchas, copiaban las Sagradas Escrituras, verso por verso, y capítulo por capítulo. Así proseguía la obra y la Palabra (CS. 74). 

Hoy en pleno siglo XXI, con grandes comodidades, nuestras lamparas no alumbran al mundo, son antorchas que dan poca luz. El Espíritu Santo se retirara de nosotros sino hacemos caso a su mandato; entonces vendrá la muerte súbita. 

El Espíritu Santo responde, como hizo con Pablo en Efe 3:7, a cada interrogante que podamos tener respecto a nuestro ministerio el la responderá. El Espíritu Santo “usa el don que te a dado” 
“¡Nadie diga no estoy preparado para esta obra!” Todos somos antorchas para alumbrar al mundo. Pero la decisión es tuya. 

El Espíritu contesta a nuestra mente: “Tú puedes servir en este ministerio en base a la gracia divina”. 

Buscamos una excusa: “¿Cómo obtendré la fuerza para llevar a cabo este ministerio?” Os aseguro que el Espíritu Santo da las fuerzas más de lo nosotros nos imaginamos.
MARANATA.
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