viernes, 3 de abril de 2015

UNA ESPERANZA QUE PURIFICA.


Amados ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro. 1º Juan 3:2,3.

Con que naturalidad Juan se dirige a sus hermanos en la fe, cosa que hoy día se hecha mucho de ver entre los hermanos.

Es ahora, mientras somos imperfectos, mientras caemos en el pecado y mientras aún no hemos sido completamente moldeados a la semejanza de nuestro Padre, cuando se dice que somos “hijos de Dios”. (Mat. 5:48).

Esto es posible y cierto porque hemos sido aceptado y se considera como si ya estuviéramos en el cielo por medio de nuestro Representante (Efe. 1:5-7; 2:4-6). 

 Pueda se que el pueblo de Dios no comprendamos con exactitud cada detalle que nos acompaña en nuestra travesía. Pero si sabemos que tenemos que ser purificados en el fuego de la aflicción.

Creo que cada cristiano tiene que anhelar ese día. Nuestra alma debería sentirse conmovida hasta lo más profundo de nuestro ser, por la idea de que pronto nos hallaremos en la presencia de nuestro Dios. 
¡Oh cuanto anhelo siento de ese día! Yo estoy cansado de esta vida de sufrimiento y violencia, solo hay maldad, mires por donde mires. E viajado mucho en mi vida, y siempre e visto lo mismo, baya por donde baya. Pero siempre estaba con el anhelo de ver a mi familia.

Creo sinceramente, que hay personas que no tienen el conocimiento de la palabra, como la tenemos nosotros, pero nos dan mil vueltas a muchos en muchos sentidos. 

Recuerdo que en cierto país, no me conocían ni sabían mi idioma, pero siempre estaban dispuestos a ayudarme en lo que podían sin recibir nada a cambio.

Quiero imaginarme a Pablo, viajando por Asía Menor, no conocía a nadie, pero siempre era a tendido por personas sinceras y con ansias de saber la verdad. Es por eso que el apóstol muestra la certeza de ese cambio profundo en su pueblo, la perfección del carácter es lo único que vamos a llevar al cielo.

Ni tu dinero, ni tu coche, ni casa, ni tu plata ni tu oro no podrás llevarte nada. Tu lagrimas cae sobre tu rostro, diciendo ¡Lo e perdido! ¡Lo e perdido todo! ¡Que día más triste sera ese! Creo que es el momento de decir: ¡No! ¡Soy de Cristo y Cristo crucificado!

Yo soy el primero el que puedo caer, pero la gracia de mi Padre y de mi hermano mayor Cristo Jesús, se que me sostendrá en la prueba, y pasare como oro refinado por el horno. Tú también puedes hoy ir a Cristo, y decirle: Yo no puedo más, “ayúdame Papa” Y él te es tendera la mano, y veras y sentirás su amor y su ternura.

Durante casi mil años Adan y Eva guardaron impacientemente al redentor. Sus vidas fueron las más tristes que haya vivido algún ser humano en este mundo pues vivieron los terribles resultados de sus pecados de muchas generaciones. 

Su deseo supremo era poder reunirse con Cristo. Vivieron y murieron teniendo esa ardiente esperanza. Y lo mismo ha sucedido con los hijos de Dios de todos los tiempos: Su más profundo anhelo era poder ver a Jesús.

No permitas y yo me incluyo, que el mundo y sus atractivos empañe esta esperanza. Ora, Ora, Ora, cada día para que él Señor nos de fuerzas y pueda venir pronto, y vive de tal modo que cuando él regrese puedas recibirlo tú y yo en los cielos. Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amen. Apoc. 22:21.
Maranata
Sigan orando por la vista de mi esposa.
Luis José de Madariaga.
La Biblia a través del tiempo.
http:// segunda venida apocalíptica

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