lunes, 27 de abril de 2015

SALVADOS EN LA MAR.


Y he aquí se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Mat.8:24.

A los doce años me fui al país de la libertad, por aquel entonces, cruce el Atlántico El Frente Atlántico es una franja que supera los 1000 km de longitud. Su relevancia es de carácter geopolítico, ya que proyecta a Venezuela con otras zonas del mundo. Por una parte, con los países caribeños, con EEUU, así como con los países del Atlántico tanto de Europa como de África. 
Lo cruce cuatro veces, cierto es que no todas las travesías fueron iguales. Llevábamos unos cuatros dial en el mar Atlántico, el mar estaba muy agitado eran las olas eran de bastante consideración. Sobre las tres de la tarde se dio la orden de salir a cubierta con el chaleco salvavidas puesto.

El problema estaba en los camarotes que estaban al ras del mar, a través del ojo de buey veíamos solo agua, no veíamos el cielo. Teníamos que subir cuatro pisos para llegar a cubierta. Había gente que no sabía nadar, jeten mayor, y niños que no podían ponerse su chaleco. 

Los marineros tenían que poner orden, porque aquello era un caos. Muchos preguntaban
-¿que tengo que hacer?
-la respuesta era muy sencilla, meterte en la barca.
Otros estaban preocupados, pensaban y si el bote se hunde, yo no se nadar. Recuerdo que había miedo, pero el barco se zarandeaba, como una nuez en el agua pero sin hundirse. Era demasiado tarde para aprender a nadar. Por fin llegamos al comedor, no había mesas, ni sillas, solo gente que estaba muy inquieta. 
Mi madre era muy religiosa, como mucha gente, y todos se pusieron a orar, duran doce largas horas el barco iba subiendo y bajando, de Proa a Popa.

 La verdad es que todos teníamos miedo. Recuerdo que sobre la dos de la mañana empezó a mejorar el tiempo, el capitán nos ordeno que bajáramos a los camarotes, que el peligro había pasado.
Algunas veces pienso en esta aneota de mi vida, y siempre tengo la misma respuesta, Dios quería que llegásemos salvo a mi amada Venezuela. Pienso en esos hombre del mar de Galilea, cuando el viento recio empezaba a soplar de este a oeste y agitan las aguas en poco tiempo. El Mar de Galilea se puede convertir rápidamente en una tormenta. Los vientos se canalizan a través de la zona montañosa de Galilea. 
 Cuando los discípulos se vieron en la tormenta tuvieron temo. ¡Y quien no! Necesitaban ayuda, pero su mente estaba en como podían salir de esa situación hasta que un rayo de luz ilumino el rosto del salvador. 

¡Maestro sálvanos que perecemos! Jóvenes y no tan jóvenes, estamos navegando por el mar de la vida. No debemos esperar viajando por este mar turbulento de inseguridad. Debemos aprender ahora a hacerle frente. 

¡Gracias a Dios! Tenemos un salvavidas, un capitán que nos llevara a puerto seguro. La decisión de llegar a buen puerto es nuestra. Dios nos ha dado un salvavidas: su Espíritu Santo. El nos enseñara aquello que nos asegurará la salvación. ¿Estamos en sus manos? La decisión hijo mio es tuya.
Maranata
Sigan orando por la vista de mi esposa.
Luis José de Madariaga.
La Biblia a través del tiempo.
http:// segunda venida apocalíptica

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