UNA CUALIDAD DE LA MISERICORDIA.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Mat.5:7.
Cristo en este texto se refiere aquí especialmente a inducir a los hombres a que estén en armonía con Dios (DTG. 269-271; DM.27). La mente carnal es enemistad contra Dios. 

Cristo fue y será el mayor de los predicadores de este planeta, y vino para mostrar a los hombres que Dios no es enemigo nuestro. Cristo es el “príncipe de paz” Isa. 9:6-7; cf Miq. 5:5. 

Fue el mensajero de paz de Dios ante los hombres, y “justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de Jesús (Rom. 5:1).Cuando Jesús hubo cumplido con su misión y volvió al Padre, pudo decir: 

“La paz os dejo, mi paz os doy”. “Hay en esta vida muchos a quienes su lucha es muy dolorosa; sienten sus deficiencias, y son dedicados y sé vuelven incrédulos; piensan que no tienen nada que agradecer. 

Las palabras de bondad, miradas de simpatía, expresiones de gratitud, sería para muchos hombres y mujeres que han abandonado el conflicto, como un vaso de agua fría para un alma sedienta” (D.G.M. p.26). 

Jesus llenaba los corazones de los afligido con agua refrescante, agua de vida para vida. La misericordia de la cual habla Cristo es una virtud activa que se debe proyectar hacia los seres humanos. No mirando su condición social. 

Una razón por la que todos deberíamos ser misericordiosos es porque todos necesitamos la misericordia de Dios. La misericordia es una virtud activa, no pasiva. Cierto es, que esto ocurrirá tanto ahora como en el día del juicio, tanto de parte de los hombres como de Dios. 

El principio de la regla de oro (cap.7:12) se aplica tanto a nuestro trato con otros como al trato que los demás nos brinda en respuesta. Ser misericordioso no sólo es una bendición para el que recibe la misericordia; también se refleja sobre el misericordioso. 

“La cualidad de la misericordia no se fuerza; desciende como la lluvia del cielo sobre los que están debajo; es bendita dos veces; bendice al que la da y al que la recibe”. 


Perdonar satisface tanto como ser perdonado. 

Ser bondadoso reanima el corazón tanto como recibir la bondad ajena. 

Pero muchas veces los que son bondadosos y considerados con las necesidades de este mundo, no son reconocidos sus actos de bondad, pero el Dios del universo sí lo reconocen y a su tiempo serán recompensados.
MARANATA.

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