Porque os digo que si vuestra
justicia no fuere mayor que la de los fariseos y escribas, no
entrareis en el reino de los cielos. Mat. 5:20
En este verso Cristo se esta
dirigiendo al recién constituido círculo íntimo de los discípulos
–los doce en especial-- y a todos los otros que eran ciudadanos
futuros del reino recién establecido (ver.1).
Cristo expone aquí en
lenguaje inconfundible la excelsa normas que deberían alcanzar los
ciudadanos del reino. La “justicia” de los ciudadanos del reino
de los cielos debe sobrepasar a la de los escribas.
De todos era bien
conocida la “justicia” de los escribas y de los fariseos por las
personas que escuchaban a Jesús. La justicia de los “escribas y
fariseos” consistía en presentar una obediencia externa a la letra
de la ley.
“Más o menos como ocurre hoy en el pueblo de Dios.
Cristo quería que se comprendieran los principios en los cuales se
basa la ley y que vivieran de acuerdo a esos principios.
Así como lo
hacen algunos modernos maestros de la religión, los escribas
excusaban las debilidades de la naturaleza humana, empequeñeciendo
así la seriedad del pecado.
Pero Jesús presento ante la gran
multitud de oyentes que nuestra justicia debe ir más allá de la de
ellos.
Los “fariseos y saduceos” se preocupaban del aspecto legal de la religión. Eran experto en definiciones y codificaciones.
Los “fariseos y saduceos” se preocupaban del aspecto legal de la religión. Eran experto en definiciones y codificaciones.
Yo me
pregunto: ¿El pueblo de Dios no se parece un poco a estos “fariseos
y saduceos”? En cosas del hogar, en la familia. Nos preocupamos en
la cosas legales de la religión.
Ellos al igual que nosotros sabemos
todo lo que implica el mandamiento: “no mataras”, pero no
incluían la ira injustificada como una violación de la ley.
Interpretaban el “no cometerás adulterio”, pero sus códigos
nunca habían condenado la concupiscencia. Igual lo que hace el
pueblo de Dios ahora. Convenían en amar a su prójimos, pero nunca
pensaron que también debían amar a sus enemigos.
Cristo repite ocho
veces, “pero yo os digo”. Cristo era el autor de la ley, es su
único verdadero Expositor. Poniendo de lado la casuística rabínica
y la de muchos pastores.
Jesús restauro la verdad a su hermosura
original. “Una religión formalista no basta para poner el alma en
armonía con Dios.
La justicia de los discípulos de Cristo debe de exceder a la de los escribas y fariseos de todas las edades.
La justicia de los discípulos de Cristo debe de exceder a la de los escribas y fariseos de todas las edades.
Ya que
sólo Cristo pudo cumplir la ley. Creemos que solamente Jesús puede
impartir en nuestros corazones las “justicia más elevada”.
Así no podremos violar su ley en las cosas más pequeñas del Sábado.
Así no podremos violar su ley en las cosas más pequeñas del Sábado.
MARANATA.
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Notificación: Estimados lectores
de este blog. Estimados lectores de este blog. Por mi salud y por
este proyecto Sal. 62:7.
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