Cada una de las bienaventuranzas
pronuncia una bendición sobre el ser humano que la recibe.
La palabra (makários) aparece nueve veces en los versos 3-11.
La palabra (makários) aparece nueve veces en los versos 3-11.
Pero los
versos 10-11 se refiere a los aspecto de la vida cristiana, y por lo
tanto se debe de considerar como una sola entidad. Por lo tanto son
ocho y no nueve las bienaventuranzas.
Las palabras del sermón del
monte, Cristo se dirige al deseo supremo del corazón humano: el de
la felicidad.
Ese deseo fue plantado en el hombre por el Creador
mismo, y originalmente tenía el propósito de llevarlo a encontrar
la verdadera felicidad mediante la cooperación con Dios que lo
creó.
Cristo proclama que el principal propósito del reino es el de
restaurar en el corazón de los hombres la felicidad
perdida en el Edén y que los que escojan entrar por la “puerta estrecha” y el camino “angosto” encontrarán la verdadera felicidad.
perdida en el Edén y que los que escojan entrar por la “puerta estrecha” y el camino “angosto” encontrarán la verdadera felicidad.
No es fácil
ser “pobre en espíritu”, pues eso significa humildad, y la
humildad no es una virtud común. Esta bienaventuranza de manda una
compresión propia que es ajena a la mayoría de la gente.
Gr.
ptojós, señala a los adolecen de una verdadera miseria espiritual y
sienten agudamente su necesidad de las cosas que el reino del cielo
tiene para ofrecerle (cf. Hech. 3:6; Isa. 55:1).
El que no siente su
necesidad espiritual, el que se cree “rico”, que se ha
“enriquecido” en su interior y “de ninguna cosa” tiene
“necesidad”, a la vista del cielo es “desventurado, y
miserable, pobre” (Apoc. 3:17).
“Es mucho más fácil
enorgullecerse que admitir que somos débiles y defectuosos. Se
necesita verdadera gracia cristiana para reconocer nuestras
debilidades y buscar la fortaleza en un Dios bondadoso.
Creo con toda
seriedad, que un hogar piadoso es un excelente campo de preparación
para la gracia de la humildad, pues el amor hace que se combine la
debilidad con la fortaleza, evita la adulación de lo falso y se
preocupa lo suficiente como para curar”.
“El que se cree sano,
que se considera bastante bueno, y que está satisfecho de su
condición, no procura participar de la gracia y justicia de Cristo.
El orgullo no siente necesidad, y cierra la puerta del corazón para
que no entre Cristo ni entren las bendiciones infinitas que él vino
a dar”.(D.M.J.p.14).
Hay sólo una forma permanente de tener paz en
el alma; una paz que brota en forma de gozo, contento y felicidad, y
es por medio del arrepentimiento de los pecados y la fe personal de
Cristo como nuestro Salvador.
MARANATA.
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