Mucho
se a dicho sobre la hermosura de la santidad de Jehová. Creo que
nadie realmente aprecie la maravillosa bondad de Dios deseará
presentarse ante él con las manos vacías.
Lo que una persona ofrece
a Dios -dentro de los alcance de sus facultades – es un índice del
grado de su aprecio por las bendiciones del cielo.
Quien ha recibido
tan gratuitamente, debe considerar un feliz privilegio dar del mismo
modo (Mat. 10:8; 2º Cor. 9:7). Pero también adorar puede
describirse como la admiración que sentimos ante la belleza, el
esplendor, la majestad, el poder, la santidad y la inmensidad del
amor de Dios.
El verdadero culto es bello y santo. El cristiano que
no puede sentir admiración es incapaz de ofrecer adoración. El
culto no será sino un rito vano e inútil para el que no es impulsado
por la admiración por las cosas comunes de todos los días.
Usando
vestiduras sagradas, los sacerdotes ministraba en un ritual de culto
bello e impresionante.
Pero la belleza de la forma y del símbolo no es una demostración adecuada de la “hermosura de la santidad”.
Pero la belleza de la forma y del símbolo no es una demostración adecuada de la “hermosura de la santidad”.
Debemos entender el termino como una expresión que incluye de queda
reverencia, de consagración intima y piedad externa, fervor de
consagración y gozosa gratitud.
Ni el cielo ni la tierra puede haber
una belleza mayor que la verdadera santidad.
El hombre no debe de presentarse ante Dios con un espíritu de terror abyecto y temor.
El hombre no debe de presentarse ante Dios con un espíritu de terror abyecto y temor.
Dios es para el hombre un amigo, el mejor amigo que el hombre puede
tener.Jesús entró en este mundo para aproximarse a los pecadores y
para salvarlos de su pecado (Luc. 19:10). Pero Dios es santo.
Es el
Señor del universo y la tierra, y por eso el ser humano siempre debe
acercárseles con el respecto y la reverencia que corresponde a su
nombre.
El hombre fue creado para la adoración en el planos más
elevado, y cualquier perversión o degradación de ese culto puede
dar como resultado únicamente una existencia deplorable. No existe
sustituto del culto a Dios.
Cuan doquiera que nos abrume la bondad de
Dios, y cuan doquiera que la maravilla de su obra
silencie nuestra destrozadas esperanza y nuestras preocupaciones, entonces nos acercamos a la adoración.
silencie nuestra destrozadas esperanza y nuestras preocupaciones, entonces nos acercamos a la adoración.
Con la admiración comienza todo nuestro
conocimiento y con la admiración termina.
La primera admiración brota de la ignorancia, pero la última nace de la adoración y de la alabanza por lo que él nos da diariamente. Reconocerlo y agradecerle, eso es rendir culto.
La primera admiración brota de la ignorancia, pero la última nace de la adoración y de la alabanza por lo que él nos da diariamente. Reconocerlo y agradecerle, eso es rendir culto.
MARANATA.
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Notificación: Estimados lectores
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