viernes, 16 de agosto de 2019

LA MADUREZ DEL CRISTIANO


Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, jugaba como niño; mas cuando ya fui hombre hecho, deje lo que era de niño. 1º Cori. 13:11
Pablo llega a expresar lo que él había experimentado en su vida, cuando era niño y ahora cuando es un hombre. Pablo nos dice: ¿Quieres ser una persona madura? 

Te preguntare y tu me contestaras. “Sí”,tú cuando eras niños hacías cosas de niños, pero resulta que siendo mayor haces cosas de niño. Luego no ha habido un cambio en tu vida. 

Y esto hay que admitirlo, somos niños grandes y abecés caprichosos, si no nos dan lo que queremos. Esto lo sabe Dios, por esto debe haber un cambio completo en nuestra vida de cristianos. 

Una persona realmente madura reconocerá sin vacilar la verdad de que existe en esta vida tres preguntas. 

1º ¿Es bueno o malo? 2º ¿Es verdadero o falso lo que me dicen de la vida eterna? 3º 

Es hermoso o feo? Una persona madura se atenderá a los principios que le dicta su mente, más que a la reglas. 

“Una regla nos sostiene por debajo de los brazos en los desfiladeros de la vida; un principio nos asegura los pies”. 

Al adultos los pensamientos y razonamientos de la niñez le parecen pueriles, de corto alcance, no convincentes y falsos. Creo que se necesita una base en la que el cristiano pueda madurar, unos principios que puedan asentar las bases de la fe del creyente. 

Pero si la base está basada en los principios y reglas de los hombres, el edificio se derrumba. 

Cuando los hijos de Dios estén en el reino de gloria habrá tanta diferencia entre los planes, las opiniones, la compresión y las facultades de razonamiento terrenales y los del cielo, como hay ahora entre la niñez y los de la madurez en Cristo. 

Pero si maduramos bajo un principios de reglas tendremos que abandonarlo, ya que ellas nos dará la muerte eterna. Si nos desprendemos de las reglas, entraremos en un proceso de madurez. 

Pero sí el principios esta basado en Cristo y en su ley, y nos aferramos a sus méritos estaremos madurando. 

La persona madura no tendrá necesariamente que llevar una vida plácida, porque la madurez implica la capacidad de hacer frente a los problemas de la vida. 

La madurez implica la capacidad de hacer frente a los problemas de la vida y aferrarse a los principios. 

Cristo nos a prometido un corazón de carne, transformado para que podamos vivir con el en la tierra nueva. 

Pero mientras estemos aquí tenemos que serle fiel a su ley, y id poco apoco madurando en él Señor para la transformación de nuestro carácter. Salgamos de la oscuridad, a la luz que nos da Cristo nuestro salvador.
MARANATA.
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