Una de las cosas que más le gusta a Dios es que sus santos renueve la vida espiritual día tras día (Luc. 9:23; 2º Cor. 4:16).
Un cántico nuevo debería acompañar cada mañana la renovación de tu consagración personal con Dios. Ya que cada mañana, debería ser por nuestra parte una gratitud de alabanza a nuestro Creador.
El salmista invita a los moradores del cielo y de la tierra que alabemos a Dios. En hebreo la palabra (Jésed) (amor) se emplea para referirse a la relación de Dios con la humanidad.
Y Dios demostró su amor para con el nombre dando a su Hijo en propiciación por la humanidad. Los ángeles alabaron cuando Jesús nació, y todos los mundos alabaron al Creador.
La alabanza, proviene de más adentro del corazón. En mi experiencia como tenor, en dos corales, siento cada vez que interpretamos una cantata, expresamos lo que sentimos a nuestro Dios.
No sólo es tener una bonita voz, es expresar a Dios lo que tú sientes cuando lo alabas.
Cuando me siento en la iglesia para escuchar a un solista interpretar un Himno, se si canta con el corazón y lo siente, oh si tan solo lo interpreta.
Cuando me siento en la iglesia para escuchar a un solista interpretar un Himno, se si canta con el corazón y lo siente, oh si tan solo lo interpreta.
Pero cuando sale de lo más profundo del corazón y lo siente, para mí es una alabanza a Dios. ¿Por qué? Esta sintiendo lo que le dice a Dios, lo vive y lo exterioriza.
Debemos vivir la vida como un canto entonado desde el corazón. Yo llegaría afirmar que el secreto de una vida feliz es un corazón que alaba a Dios.
Pero solamente podemos poseerlo cuando la celestial armonía divina está en nuestra vida, profundamente arraigada y siempre presente.
Esa es la melodía de las estrellas en su camino, del vuelo cadencioso de las aves, de la apacible sonrisa de los santos. Hay muchos que alaban a Dios cantando Salmos, elevando las manos hacía el cielo, dando gracias a Dios por el día transcurrido.
Creo que nuestra vida, debería ser un canto de alabanza, con actos de bondad hacía nuestro prójimo. En el transcurso de la vida de Jesús, era un canto de alabanza a su Padre.
Es también la melodía de todo acto bueno y los nobles pensamientos. Es la melodía de la esperanza, de la bendita esperanza. Es el canto del ruiseñor, que eleva a Dios su canción.
Es la abuela en su silla que en su mente canta un himno de alabanza a su Dios, por los años felices que Dios le concedió.
Creo sinceramente que deberíamos alabar más a nuestro Dios, por las grandes bendiciones recibidas sin merecerlo.
Creo sinceramente que deberíamos alabar más a nuestro Dios, por las grandes bendiciones recibidas sin merecerlo.
De hoy en adelante vivamos no solamente una vida técnicamente correcta y buena; sino seamos cristianos de corazón alabando a nuestro Creador.
MARANATA.
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Notificación: Estimados lectores de este blog. Estimados lectores de este blog. Por mi salud y por este proyecto Sal. 62:7.
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