Acordaos de los presos, como
presos juntamente con ellos; y de los afligidos, como que también
vosotros mismos sois del cuerpo. Hebreos 13:3
Las campanas de los pueblos tocan
por dos motivos: 1º para reunir a los aldeanos para la adoración 2º
para convocar una asamblea de urgencia, por un motivo peligroso.
Recuerdo que mi madre me contó muchas veces lo que ocurrió en un
pueblo de Soria. Era más de la media noche, cuando empezaron a tocar
las campanas de la iglesia.
Las campanas replicaban como nunca antes,
llamando la atención de los habitantes del pueblo que había un
peligro eminente.
Todo el pueblo se reunió en la plaza mayor, el
alcalde les notifico que la cárcel estaba ardiendo, y que debían de
ayudar a los heridos.
Niños, jóvenes, mayores y viejos, todos
unidos fueron con sus mulas cargadas de agua y vendas para socorrer a
los heridos.
No miraron si eran peligrosos, sólo veían a hombres quemados y heridos.
No miraron si eran peligrosos, sólo veían a hombres quemados y heridos.
Este pueblo es recordado por su amor para con
aquellos hombre. El texto constituye una lección de compasión.
Atender a los presos es otra actividad de suficiente importancia como para ser considerado en el juicio final (Mat. 25:36).
Atender a los presos es otra actividad de suficiente importancia como para ser considerado en el juicio final (Mat. 25:36).
En este
principio, como en otras partes de las escrituras, el cristiano debe
esforzarse por simpatiza con cualquier persona que él descubra que
se encuentre en necesidad o circunstancias difíciles.
El predicador
y poeta del siglo XVII, Juan Donme, ha dejado para la posteridad un
hermoso pasaje que habla de campanas de una iglesia el dice: “Ningún
hombre es una isla. Cada hombre es un pedazo del continente, es una
parte del mundo.
Si el mar arrastra un territorio de Europa pierde
algo, como si hubiera desaparecido un promontorio, como si hubiera
sido la finca de tu amigo, o la tuya propia.
La muerte de cada hombre
me disminuye, porque formo parte de la humanidad; y por lo tanto,
nunca envíes a preguntar por que doblan las campanas.
Doblan por
ti”. Pensemos si alguien estuviese de nosotros en la misma
situación de los ya mencionados. Es nuestro deber de socorrerlos
conforme a su necesidades.
El principio que se presenta en la regla
de oro se aplica a otras situación practica. El cristiano no debe
preguntar si los que sufren adversidades merecen o no ayuda; es
suficiente que sepa que necesita ayuda.
Tener empatía consiste en
saber colocar la mano sobre el hombro del que sufre, y decirle: “Yo
también he sufrido y te comprendo. Deseo ayudarte.
Esa es la forma
que la campana dobla por cada uno de los que sufren. Los hijos de
Dios deben de hacer esto. Ayudar al que lo necesita, sin mirar su
condición social.
MARANATA.
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NOTIFICACION A LOS
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Notificación: Estimados lectores
de este blog. Estimados lectores de este blog. Por mi salud y por
este proyecto Sal. 62:7.
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