lunes, 26 de agosto de 2019

¿POR QUÉ TOCAn las campanas?


Acordaos de los presos, como presos juntamente con ellos; y de los afligidos, como que también vosotros mismos sois del cuerpo. Hebreos 13:3
Las campanas de los pueblos tocan por dos motivos: 1º para reunir a los aldeanos para la adoración 2º para convocar una asamblea de urgencia, por un motivo peligroso. 

Recuerdo que mi madre me contó muchas veces lo que ocurrió en un pueblo de Soria. Era más de la media noche, cuando empezaron a tocar las campanas de la iglesia. 

Las campanas replicaban como nunca antes, llamando la atención de los habitantes del pueblo que había un peligro eminente.

Todo el pueblo se reunió en la plaza mayor, el alcalde les notifico que la cárcel estaba ardiendo, y que debían de ayudar a los heridos. 

Niños, jóvenes, mayores y viejos, todos unidos fueron con sus mulas cargadas de agua y vendas para socorrer a los heridos. 

No miraron si eran peligrosos, sólo veían a hombres quemados y heridos. 

Este pueblo es recordado por su amor para con aquellos hombre. El texto constituye una lección de compasión. 

Atender a los presos es otra actividad de suficiente importancia como para ser considerado en el juicio final (Mat. 25:36). 

En este principio, como en otras partes de las escrituras, el cristiano debe esforzarse por simpatiza con cualquier persona que él descubra que se encuentre en necesidad o circunstancias difíciles. 

El predicador y poeta del siglo XVII, Juan Donme, ha dejado para la posteridad un hermoso pasaje que habla de campanas de una iglesia el dice: “Ningún hombre es una isla. Cada hombre es un pedazo del continente, es una parte del mundo. 

Si el mar arrastra un territorio de Europa pierde algo, como si hubiera desaparecido un promontorio, como si hubiera sido la finca de tu amigo, o la tuya propia. 

La muerte de cada hombre me disminuye, porque formo parte de la humanidad; y por lo tanto, nunca envíes a preguntar por que doblan las campanas. 

Doblan por ti”. Pensemos si alguien estuviese de nosotros en la misma situación de los ya mencionados. Es nuestro deber de socorrerlos conforme a su necesidades. 

El principio que se presenta en la regla de oro se aplica a otras situación practica. El cristiano no debe preguntar si los que sufren adversidades merecen o no ayuda; es suficiente que sepa que necesita ayuda. 

Tener empatía consiste en saber colocar la mano sobre el hombro del que sufre, y decirle: “Yo también he sufrido y te comprendo. Deseo ayudarte. 

Esa es la forma que la campana dobla por cada uno de los que sufren. Los hijos de Dios deben de hacer esto. Ayudar al que lo necesita, sin mirar su condición social.
MARANATA.
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