jueves, 25 de julio de 2019

A LAS DOCE IMPUNTO.


Y esto, conociendo el tiempo, que ya es hora de despertarnos del sueño; porque ahora está más cerca nuestra salvación que cuando creímos. Romanos 13:11
El corría el año 1968-1970 cuando visite el norte de Francia y me fui al pueblo. Este pueblo estaba cerca de la frontera Suiza, y me iba a la iglesia de Ginebra, pasaba el fin de semana para volver otra vez a mi trabajo en Francia. 

En cierta ocasión tuve el privilegio de el reloj de Berna, esta ubicado en una en una torre muy notable de la Edad Media, con una arquitectura muy hermosa. 

Al frente de dicha torre hay un enorme reloj que tiene un mecanismo extraordinario de la Edad Media. Cuando el reloj da las doce, sucede cosa que son dignas de admirar por su belleza y armonía. 

Un tiovivo comienza a girar, se abre una puerta y salen personas diminutas, y en la misma cúspide de la torre, del campanario, sale una estatua de oro y con en su mano lleva un martillo y comienza a dar las campanadas. 

Contemple con admiración como la gente venidas de muchas partes del mundo para ver esta belleza hecha con tremenda precisión. 

Es un verdadero espectáculo que se repite cada día. Existe un paralelismo entre ese reloj y el reloj de Dios. 

Pero la paradoja se invierte, el hombre mira el reloj humano, para estar a tiempo en su trabajo y no tienen tiempo para nada. Mientras el reloj del universo, sus saetas van restando tiempo a la hora en que Dios permita que llegue a las doce empunto. Para muchos será demasiado tarde en recuperar lo perdido. 

Para otros viajaran a través del espacio, hacia la constelación de Orión. Viajaremos a través del espacio, y curaremos el carácter, mejoraremos las condiciones de vida a tal punto que nuestro carácter será poco a poco a la de nuestro Salvador. 

Es el momento de levantarnos del sueño que aletarga al cristiano. La preparación necesaria para el gran día de Dios exige de los hijos de Dios una continua vigilancia. Debemos compararla con las diez vírgenes: 

“cabecearon todas y se durmieron” “¡No tenemos excusa”! Pablo enfática que nuestra salvación está más cerca de lo que pensamos. 

Todo lo que hagamos debe tener un fin, dar el último mensaje al mundo. 

En ese día se requerirá de nosotros que presentemos los frutos de nuestro conocimiento y trabajo -no el trabajo en sí, sino el resultado- a nuestro Hacedor y Rey. 

El reloj del juicio dará las doce y, o estamos preparados para la gran escena finales o estaremos dormidos en los raudales. 
La oración y la meditación es el mejor camino para la preparación de ese gran acontecimiento.Todo depende de cada uno de nosotros.
MARANATA.
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NOTIFICACION A LOS LECTORES.
Notificación: Estimados lectores de este blog. Por mi salud y por este proyecto . Sal. 62: 7

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