domingo, 10 de junio de 2018

EL PUEBLO DEJO MAL A DIOS.

Y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña? Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara des veces. Núm.20:10-11.
El pueblo de Dios por naturaleza siempre ha sido rebelde a Dios, queriendo hacer siempre su voluntad. 

Los hijos de Israel estaba siempre murmurando, nunca estaban conformes con nada. En esta vez les faltaba el agua. 

No se conformaban con lo que habían visto atravesando el desierto. Eran de dura cerviz. La congregación se reunió con forme a los designios de Dios (ver.8) Dios usa el mismo lenguaje que había usado contra su padre. Eran rebelde por naturaleza (cap. 17:10). 

Pero en caso de Moisés era más grave, reflejaba ira personal más bien que celo para Dios, y allí estribo su pecado. Moisés había sido instruido por Dios: “Habla a la peña. . . y ella dará su agua” (ver. 8). 

En lugar de eso, con voz llena de enojo e impaciencia, Moisés gritó: “oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?” El Espíritu Santo no estaba con el en ese momento. Dios no le mando que golpeara la roca dos veces. Sino que le hablase a la roca. 
Moisés olvido la paciencia que tiene Dios con su pueblo. Desde la roca de Horeb, Dios les proveyó agua milagrosa para su viaje. La roca herida representaba a Cristo, “herido de Dios”, Dios sólo murio una sola vez, no dos. 

Al golpear con la bara dos veces estaba matando a cristo dos veces. Cristo es done fluye la corriente de la salvación para una raza perdida. Salieron muchas agua, y bebió la congregación, y sus bestias. 

Esta es la solemne advertencia, tanto para Moisés como para nosotros en el siglo XXI. Por cuanto no creíste en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que le es dado” . (ver.11-12). 

Cuan terrible es esta advertencia para los hijos de Israel. No olvidemos que a sido dada para nuestro entendimiento, ya que muchos de los problemas salieron de la gente mista de Israel. Y es una advertencia para nosotros. 
Dios demuestra constantemente su misericordia a través del Espíritu Santo que nos es concedido, como el agua de Horeb para su pueblo. El pueblo era muy criticón con Dios, se quejaba de todo, no estaba conforme con nada. 

Hoy esta pasando lo mismo con el pueblo remanente de Dios. Nos quejamos de todo, no estamos contentos con nada. Pero el tiempo de gracia se esta agotando, y su pueblo no nos preparamos con la abundancia del Espíritu Santo, que es como el agua viva del desierto.

Debemos de estar santificados antes de la venida de Cristo, oh moriremos en el desierto de las naciones. No apartéis los ojos de Jesús aunque sea por un momento. Pedir que el Espíritu Santo controle vuestra mente.
MARANATA.
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