lunes, 5 de diciembre de 2016

SOMOS SANTIFOCADOS POR EL ESPIRITU.


Para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo. Romanos 15: 16.
Se recalcan cuatro puntos distinto en nuestro texto, cada uno de los cuales está unido al otro. Si se quita alguno de ellos, los otros quedarían grandemente debilitados.
1º El apóstol se regocijaba de “ser ministro de Jesucristo a los gentiles”. Ante de eso la obra de Dios se había hecho entre los judíos. 
Los gentiles hallaban su lugar en los planes de Dios sólo a través del judaísmo.Ahora el mensaje de redención le llegaría directamente, Y Dios eligió a un ministro para esa obra. Eligió a un hombre que había sido cruel. Sus manos estaban manchadas de sangre.
Era celoso y consagrado a sus tareas de perseguir a los judíos convertidos al cristianismo. Pero
encontró a Cristo y su vida cambio. Era el hombre que se necesitaba para iniciar la obra entre los gentiles. Llenos del Espíritu de Dios fue a las misiones de los gentiles.

2º El ministerio a los gentiles tenía un mensaje especifico para ellos. No en cuanto al sacrificio de animales, sino a la venida del Mesías en un tiempo futuro, y el Evangelio de la salvación mediante el sacrificio del Mesías que había venido y había dado su vida por la humanidad.
3º Su ministerio habría de lograr que los gentiles fuesen una ofrenda agradable a Dios. Había solo una manera de lograrlo. Pablo debía representar a Cristo en todo lo que hacia y decía, y por ende nosotros deberíamos dar el ejemplo. 

Sus palabras debían de estar llenas de verdad. 4º Su ofrenda como la nuestra, a los gentiles convertidos, debían ser una ofrenda “santificada por el Espíritu Santo”. Solo había una manera en la cual Pablo podría llevar el mensaje de la santificación a los gentiles, y era que él estuviese santificado por el Espíritu Santo.
Sólo podía darles lo que el había recibido de Dios. Esto debía ser un ejemplo para nosotros. 

Y nosotros estamos en la misma situación que Pablo. Tenemos la responsabilidad de llevar el Evangelio a tu vecindario, a tu pueblo, y a la gran ciudad. 
Debemos hallar gozo en ese privilegio. Debemos de reconocer que somos ministros del evangelio y que debemos traer ofrenda agradables de almas para Jesús. Sólo podemos si somos santificados por el Espíritu Santo.
Maranata
Luis José de Madariaga.
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