sábado, 24 de diciembre de 2016

EL SENDERO DE LA VIDA.


El que atiende a las amonestaciones va por el sendero de la vida; más quien desecha la reprensión va descaminado. Prov. 10:17 VM.
¡El sendero de la vida! ¿Que significa? ¿Aprender un oficio? ¿Seguir una carrera académica para ganar más dinero? Para tener éxito en cualquier cosa uno debe recibir instrucciones y seguirlas al pie de la letra. 

El hombre de éxito estudia y planifica cada uno de sus actos. El cirujano de éxito planifica en sus mínimos detalles cada operación. El pastor de éxito traza planes minuciosos para realizar el plan divino en la iglesia. 

Los padres de éxito traza el plan a seguir para sus hijos para que lleguen a la madurez adulta y que sean personas útiles dentro de la sociedad y dentro de la iglesia. 

“La mano de los padres escribe en el corazón del niño los primeros tenues de su carácter, los cuales en el tiempo profundizará y se fortalecerá de modo que nada podrá borrarlos”, dijo R. Hill un famoso predicador ingles del siglo XVIII. 

Los medios usado para ganarse la vida son un sendero de la vida, pero no el sendero de la vida. El sendero de la vida comenzó con un hermoso huerto creado por la orden divina. 

Era perfecto en todo sentido. Los cuidadores de ese huerto también era perfectos. Su sendero de la vida eran agradar a Dios, seguir sus instrucciones. Ellos tenían comunión directa con su Creador. 

El sendero de la vida fue atacado. Un intruso se metió en el huerto. Convenció a sus cuidadores de no hacer caso de las instrucciones dadas por su Creador. Eso trajo el desastre a la humanidad. Los cuidadores tuvieron que aprender un nuevo sendero de la vida. 

En ese nuevo sendero estaban incluidos necesariamente la muerte, pero también estaba incluido la redención. La angustia el sufrimiento el dolor paso a ser parte del programa, no porque Dios lo quiso, sino porque ellos no siguieron las instrucciones divinas. Problemas, penurias, espinas y caminos angostos y final mente la muerte. 

Ese fue el resultado de una mala decisión. En su amor Dios proveyó un sendero de la vida que llevara nuevamente al hombre al estado edénico. Revelo el plan divino de la salvación. Entonces vino Jesús y demostró el sendero de la vida al hombre. 

Cuando volvió al cielo envió el más grande don que el hombre puede recibir, él Espíritu Santo, para que instruyera a los que buscaban el sendero de la vida. 

“El os guiará a toda la verdad” (Juan 16:13). También convencerá de pecado (Jun 16:8). 
Hoy el Espíritu Santo está convenciéndonos de pecado, guiándonos e instruyéndonos en el sendero de la vida. Si seguimos las instrucciones que se nops dan, un futuro luminoso nos espera.
Maranata
Luis José de Madariaga.
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