sábado, 10 de diciembre de 2016

LA DULZURA A TRAVÉS DE LAS PRUEBAS.


El nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. 2º Cor. 1:4
Los que han soportado mayores sufrimientos son frecuentemente quienes proporcionan mayor consuelo a otros. Los tales han sido purificados y dulcificados por sus aflicciones; no perdieron su confianza en Dios los asaltó la prueba, sino que se unieron más estrechamente a su amor protector. 

Los tales son pruebas vivientes del tierno cuidado de Dios, quien hace la oscuridad así como la luz y nos castiga para nuestro bien. (Carta a los pacientes del Sanatorio de Goyuac Lake, 1878, p. 26). Es egoísta dedicar nuestro precioso tiempo a lamentar nuestra frustradas esperanzas. . . 

Deberíamos ser animosos, aunque fuera unicamente por el beneficio de aquellos que depende más o menos de nosotros para su felicidad. . . 

Dejemos que las nubes que nos ensombrece cruce mientras esperamos pacientemente hasta que el limpio cielo azul aparezca otra vez en nuestros corazones, y la bendita luz del sol sea revelada en nuestros anhelante corazones. . . 

Olvidemos todo nuestro yo tanto como nos sea posible, cultivemos la amistad, la benevolencia, que alegra la vida de los demás y entonces tendremos menos deseos de lamentar nuestra propia suerte. . . 

El afligido puede reanimarse, el que esta desalentado por la prueba puede tomar esperanza, pues en Jesucristo tiene el mejor amigo que simpatiza con el que sufre. Podemos volcar en sus compasivos oídos todas nuestras pruebas y nuestros dolor. 

Cuando nos reunimos, no sea para hablar de nuestros sufrimientos y de las densas tinieblas incluso de nuestra incredulidad, para recordar los capítulos sombríos de la experiencia de nuestra vida. 

Tenemos que halar del amor de Dios. . . Busquemos los rayor del sol que ha iluminado nuestro sendero a lo largo de nuestra vida y detengámonos sobre el recuerdo con corazón agradecidos. Espaciémonos en el incomparable amor de Cristo, pues en él tenemos un constante tema de regocijo. (Ibid. p. 25-27).
Maranata
Luis José de Madariaga.
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La Biblia a través del tiempo.
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