lunes, 12 de diciembre de 2016

¿COMO NOS VE DIOS?


¿No sabéis que sois temp`lo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? 1º Cor. 3:16.
Alguien escribió que uno de los paquetes más pequeños que hubiera visto era un hombre envuelto en si mismo. Y un poeta dijo: “Ojalá pudiéramos vernos a nosotros mismos como otros nos ven”. 
 Cuando uno es egocéntrico y piensa sólo en sí mismo, ignorando las necesidades de otros, es ciertamente una cosa muy pequeña. Hay sólo una cura para una persona egoísta: Necesitamos un poder que nos ayude a vernos a nosotros mismos como realmente somos. 
 Ese poder es el poder del Espíritu Santo. Cuando miramos dentro de nuestro corazón a través de los ojos del Espíritu de Dios y vemos la necesidad de un cambio, el Espíritu nos ayuda a mirar la vida desde otro ángulo. 

De otra perspectiva de la vida. Nuestra visión comienza a ensancharse, y nos interesamos en hacer algo por los demás. Escribiendo a la iglesia de 
Corinto, Pablo declaró a los creyentes que ellos eran el templo de Dios, la morada del Espíritu Santo. En un sentido, su templo, su iglesia está compuesta de tente de todo tipo. 
 Una iglesia es tan grande como la cantidad de sus miembros. Si los miembros tiene el Espíritu de Dios en el corazón, entonces el templo sera realmente grande y aran grandes cosas para el Señor. 
 El templo de Dios no es un lugar donde se practica el egoísmo, la arrogancia, la vanidad, no tienen puestos vitalicios en la iglesia. Es o debe ser un centro en expansión. Los miembros no son introvertidos espirituales, sino extravertidos. 
 No han desperdiciar las oportunidades de ayudar a los más desfavorecidos. Cuanto más den de sí mismos, tanto mayor llegará a ser en el templo de Dios. “Ninguno de nosotros vive para sí” (Rom. 14:7). Jesús dio el ejemplo al vivir, y al morir, por nosotros. Se preocupo de los más necesitados. 

El es la piedra principal del templo. “Por medio de él tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre (Efe. 2:18). 
Llegamos a ser “conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios. . . en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor” (ver. 19:21). 
 ¡Qué privilegio tenemos al ser parte del gran templo de Dios! ¿Cuán fuerte hacemos nosotros al templo, nosotros que somos llamados la morada del Espíritu Santo? ¿Somos un pequeño envoltorio egoísta, o estamos agrandando el templo de Dios? ¿Como nos ven los otros? ¿Como nos ve Dios? ¡Esta es mi gran pregunta!
Maranata
Luis José de Madariaga.
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La Biblia a través del tiempo.
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