sábado, 7 de mayo de 2016

¿TENEMOS LA NECESIDAD DEL ESPÍRITU SANTO?


Y yo rogaré al Padre, y Él os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre. 

El Espíritu de Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis; porque mora en vosotros, y esta en vosotros. Juan. 14:16, 17.
La misión del Espíritu es ayudar en diversas formas al cristiano. Pero hay un requisito esencial, que no debemos olvidad. “Si todos lo quisieran, todos serian llenos del Espíritu Santo. 

Dondequiera la necesidad del Espíritu Santo sea un asunto en el cual se piense poco, se ve sequía Espiritual, oscuridad espiritual decadencia y muerte espiritual. 

Los asuntos menores ocupan la atención, el poder divino que se necesita para el crecimiento y la prosperidad de la iglesia, y que traería todas las demás bendiciones en su estela, falta, aunque se ofrece en infinita plenitud”. 

“Puesto que esté es el medio por el cual hemos de recibir poder, ¿por qué no tenemos más hambre y sed del don del Espíritu? ¿Por qué no hablamos de él, oramos por el y predicamos respecto a él?” (HA 41). 

“¿Por qué no tener hambre y sed del don del Espíritu, puesto que es el medio por el cual hemos de recibir poder? ¿Por qué no hablamos de él, oramos por él, y predicamos acerca de él?. . . Todo obrero debería solicitar a Dios el bautismo del Espíritu” (JT. T. 3. p. 212). 

En términos generales no hay necesidad del Espíritu Santo, porque estamos conformados con el mundo. Por eso hay una gran apatía dentro de la iglesia. Hay iglesias muertas, que se han conformado con las cosas del mundo, y cuando se levanta alguien, le llama fanático, y le dice que la iglesia pide el espíritu Santo. 

Que tristeza meda, conozco iglesia que no han crecido desde hace 30 años. Creo sinceramente, que eso no es pedir el Espíritu Santo. “Oremos con corazón contrito con el mayor fervor para que ahora, en el tiempo de la lluvia tardía caigan aguaceros de gracia y caigan grandes aguaceros sobre nosotros. . . 

“Mientras oremos, debemos creed, confiadamente en Dios. Estamos en el tiempo de la lluvia tardía, cuando el Señor dará liberalmente de su Espíritu a los que la pidan. Debemos ser fervientes en la oración, y debemos velar en el Espíritu” (TM p. 518, 521).  

Naturalmente que ante de la lluvia tardía debemos de dejar las cosas del mundo, sus vestimentas, sus modas, sus costumbres. Esto implica la confesión completa y el perdón del pecado, la limpieza de toda contaminación, la oración ferviente y la consagración de sí mismo a Dios. 

En una palabra: el crecimiento constante se ve por los hechos y no por las palabras. 

Muchos han dejado de recibir la lluvia temprana. Esperan que la falta sea suplida por la lluvia tardía. Esto es un terrible error. 

La obra que Dios ha comenzado en el corazón humano debe de progresar continuamente. (PPCF. p. 53-54). 
Maranata
Luis José de Madariaga.
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