lunes, 9 de mayo de 2016

CUIDADO CON EL TEMPLO DEL CUERPO.


Te, alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. Sal. 139:14.
El salmista alaba a Dios y reconoce las maravillas del cuerpo humano. La medicina moderna a revelado que el cuerpo humano es una maravilla, es una maquina perfecta. 

Así como un gran artista no exhibe su cuadro hasta que esta completo, Dios no levanta el velo de la existencia humana hasta que la nueva vida es perfecta en su simetría y hermosa en su forma.
Dios nos ha dado facultades mentales y físicas que es el deber de todos conservar en las mejores condiciones. Si algunos debilitan sus facultades mediante la indulgencia del apetito, disminuyen su capacidad influencia haciéndose imperfecto. 

Solamente mediante la costosa ofrenda hecha en la cruz del calvario podemos comprender el valor del alma humana. Somos colocados en terreno ventajoso mediante el poder redentor de Jesucristo para tener libertad del yugo del pecado que fue obrado que fue obrado por la caída de Adán (carta. 90, 1898). 

Debemos aprovechar al máximo la capacidad y talentos que Dios nos ha otorgado. Todos los que están debilitados y destruyendo sus facultades físicas, mentales y morales, con una alimentación y una manera de vestir pecaminosos y la violación de las leyes de la salud en todo respecto, deberán rendir cuenta a Dios por todo el bien que podría haber hecho si hubiesen observado las leyes de la salud en vez de practicar la complacencia propia y de ser descuidados e irreflexivos en cuanto a la morada en que viven. . . Dios dice: ”Vosotros no sois vuestros”. 

Sois propiedad de Dios. Vuestro rescate costó la vida del Hijo de Dios. . . Todos deven considerar la magnitud del sacrificio hecho. La Majestad del cielo, el Rey de gloria quiere que hombres y mujeres le den su servicio de todo corazón. 28Hay un significado muy profundo en las palabras del apóstol Pablo: 

“Así que, hermanos, os ruego por la misericordia de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 

 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Rom. 12:1,2.). . . 

Nuestro sacrificio debe ser santo y sin mancha. Este es el servicio racional de cada uno. Somos hechura de Dios, el edificio de Dios. (Ibid).
Maranata
Luis José de Madariaga.
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