miércoles, 11 de mayo de 2016

NO HAY NECESIDAD DE SEQUÍA


Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos. Isa. 44:3.
Hace algunos años cinco agricultores turcos amenazaron en apedrear la embajada de los Estados Unidos y Soviética en la capital Turca de Ankara, si se negaban a pagar los daños ocasionados en sus cosechas por la lluvia excesivas. 

Su reclamo consistía en que los vuelos espaciales de los Apolo y del Soyuz 4 habían hecho agujeros en el cielo y que por ello había sido vertido un verdadero diluvio. Son extrañas las fantasías del pensamiento del hombre, y extraño es el tremendo poder de la lluvia. También la ignorancia es grande cuando no se adquiere una cultura. 

El agua tiene el poder de bendecir los campos, pero también tienen el poder de destruir todo lo que encuentra a su paso. Dios en su sabiduría ha hecho provisión de agua para las plantas, los animales, y el hombre. 

Solo el hombre es el causante de tanto desastres ecológicos que hay en la tierra. 

Dios sabe que cantidad de agua necesita cada uno para su desarrollo y vivir. 

El hombre ambicioso de obtener recursos rápidamente al bajo coste, esta destruyendo el planeta. 

La constancia de agua es uno de los milagros de Dios. “En todo el mundo caen aproximado unos 26.461 mm, cúbicos de agua por día aproximado. Sabiendo que en los Estados Unidos en un día cayeron 735,5 mm y en Venezuela 1875 mm. Si damos un resumen breve,16 millones de toneladas en el mundo de lluvia por segundo. 

El flujo de agua en el mundo es constante, nunca más nunca menos. Pero si este texto lo llevamos al terreno espiritual, nos encontramos con una bendición. Dijo Dios a Israel: “Porque yo derramaré agua sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramare sobre tu generación, y mi bendición sobre tu renuevo”. 

La primera parte de nuestro texto ilustra el deseo de Dios de derramar su bendición sobre la humanidad. Esta bendición fue derramada en el primer siglo. 

El don del Espíritu Santo callo sobre su iglesia. Como las aguas caen sobre la tierra, el “suministro” del Espíritu Santo es constante. 

Haya abundante suministro para todos.Sin las aguas los campos y el hombre morirían. Sin el Espíritu santo no somos nada, moriríamos y estaríamos en la más densa oscuridad. 

El Espíritu Santo llena la vida del hombre, sin él el hombre moriría espiritualmente. 
Esto no necesita suceder. Cuando nos entregamos al Espíritu de Dios, nuestra sed sera saciada. Nos llevara hacia el trono de la gracia. Amen.
Maranata
Luis José de Madariaga.
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