domingo, 8 de mayo de 2016

LA LLAVE QUE ABRE LA PROMESA.


Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz a las naciones. Isa. 42:6.
Se cuenta la historia de un rey de la India muy rico que fue visitado por dos misioneros. Llegaron los misioneros a su residencia de verano al ver al rajah, राजा rājā Sanskrit- y fueron amablemente invitados a entra a su palacio. Escucho atentamente las palabras de estos dos misioneros. 

Le comunicaron el proyecto medico y salud, y educacional y de beneficencia que llevaban acabo en su país, el rey estaba muy impresionado. Gustosamente puso su nombre en la lista de donantes. Los dos misioneros esperaban el cheque. 

Sin embargo con palabras alargadoras despidió a estos dos misioneros, prometiéndoles que al día siguiente les enviaría el cheque con su siervo. Dicha promesa jamás fue cumplida. Tenemos un Rey que cumple sus promesas y su pacto. 

Hace mucho tiempo, cuando el pecado entro por primera vez, Dios hizo un pacto con el hombre, de que haría provisión para su redención. 

La promesa fue cumplida y el pacto fue realizado cuando él Mesías vino para cumplir con el plan de la redención. 

El Padre celestial aseguro a Cristo que sostendría su mano y lo guardaría. Jesús hizo frente a las tentaciones por su propio poder, pero su seguridad estaba en las promesas de su Padre. Una y otra vez dijo: “Escrito esta”. 

Lo que Dios dijo o escribió es inmutable. Prometió que el Mesías sería un pacto para la gente, todas las gentes. Jesús habría de ser el sacrificio del pacto, para que la promesa fue cumplida. Dios nos llama hoy en su rectitud, a su rectitud. 

¿Estamos atribulados? ¿Parece duro el camino? Nuestras pruebas y tentaciones diarias ¿son más grandes de lo que podemos llevar? No tenemos dada que temer. Su promesa es tan segura para nosotros como lo fue para el Mesías. 

El Padre celestial nunca quebranta una promesa o un pacto. No quebrantará este pacto. 
Los reyes de esta tierra pueden fallarnos, pero no el Rey celestial. 

La seguridad de la Palabra de Dios debería ser un manantial de poder para todo que cree en él.

Por medio de su Espíritu nos mantiene en contacto con su Hijo. Nos llena de su amor infinito. Y Cristo, cuyo amor es incomparable, nos ofrece el don de la vida eterna. Cuando la aceptemos podremos apreciar, junto con el don del que ama, el AMOR de DADOR.
Maranata
Luis José de Madariaga.
http://lecciones-biblicas.blogspot.com
http://judaislacris.blogspot.com,
http://meditacionesmatinales.blogspot.com
http://historiaybiblia.blogspot.com
ttp:// segunda venida apocalíptica.
La Biblia a través del tiempo.
Ver La película del Deseado de
Todas las Gente. En
http://www.facebook.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario