viernes, 27 de mayo de 2016

HAY UNA SUPREMA OBLIGACIÓN.


Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. 1º Pedro. 5:10.

Es tan perfecta la presentación del carácter que los hombres deben tener para ser discípulos de Cristo, que el incrédulo ha dicho que no es posible para ningún ser humano alcanzar. . . Los hombre incrédulos no saben que se da ayuda celestial a los que buscan por fe. (Debemos de ser como Pablo)

Se ha hecho toda provisión en favor de cada alma que trate de ser participante de la naturaleza divina y de ser completa en Jesús. Debe discernirse todo defecto y eliminárselo del carácter con determinación y sin contemplación. 

El pueblo de Dios debe realizar cada acto con devoción. Debe de participar de cada comida como si supiera que fue una señal del amor del Dios infinito hacia ellos. 

La terminación de un deber debe ser el camienzo del próximo que se presente. 

Entonces el carácter cristiano se manifestará en una vida de continua obediencia y servicio a Jesucristo. 

 Cualquiera que sea la clase del negocio a que se dedique los hombres, si son cristianos deben llevar el yugo del deber a Cristo. 

Esta es su lealtad. Deben considerarse atados por obligaciones superiores. 

El Maestro, Jesucristo, ha puesto su yugo al cuello de cada discípulo. Al aceptar su yugo se le da en prenda el servicio de la vida. Todo lo que pueda dañar o estorbar debe quitarse, de cualquier naturaleza o carácter que sea. 

No podemos dar a Dios un servicio dividido. No podemos servir a Dios o a Mamón. Al mundo o a Cristo. 

El Señor ha unido su naturaleza con la humanidad expresamente para que pudiera convertirse en un objeto más tangible y definido de nuestra contemplación de su infinito amor. 

Nos invita a acercarnos y contemplar la gran luz, el Dios invisible vestido de ropaje humano emitiendo una gloria suavizada y amortiguada para que nuestros ojos puedan soportarla. (cart. 117. 1896).

Hay hombres y mujeres que sirven a dos dioses, al mundo y a Cristo, pero llegará el momento critico de la verdad cuando tendrá que elegir el servir a uno solo. Nos toca a ti y a mi, decidir a que bando debemos estar. 

El estudio de la Palabra y la comunión con Dios nos aferrara como un ancla, en la cual el barco no se mueve, ese ancla es la fe que a través de Cristo estamos seguros. Tú determinaras tu destino.
Maranata
Luis José de Madariaga.
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