lunes, 23 de mayo de 2016

¿SE PUEDE PREDICAR EL EVANGELIO EN EL DESIERTO?


El Espíritu dijo a Felipe: Acércate junto a ese carro. Hech. 8:29

Se dice que todos los desiertos son iguales. Porque en ellos no hay agua. Pero lo cierto es que si se puede predicar el evangelio y dar testimonio de tus creencias a los habitantes que pernota allí. 

Siempre hay que tener presente, que hay que ser astutos como la serpiente y sencillo como la paloma. Digo esto por experiencia en el Magreb y en sahara. 

¡La Palabra nos relata el lugar donde fue enviado Felipe! ¡Al desierto de Gaza! Es un lugar despoblado y un camino solitario. No había había ninguna instrucción en cuanto a su misión; qué debía de hacer. 

Por fe Felipe fue a su desconocida misión. He aquí un hombre que Dios podía usar para su obra. Dócil y obediente a los mandatos de Dios. No cuestiono la autoridad del ángel. 

No discutió la dirección de Dios. El mandato era ir. Eso era suficiente para Felipe. 

¿Que haríamos nosotros? Mientras viajaba por el camino del desierto solitario, preguntándose lo que Dios esperaba de él, vio una nube de polvo a lo lejos.

 Cuando la nube de polvo se acercaba hacia el, vio que la causa de dicha nube era una comitiva. 
Podía ser una caravana que venia de Egipto, o tal vez una caravana de viajeros con destino a Israel o Damasco. Cuando el carruaje se acercó, el Espíritu Santo hablo a Felipe: “Acércate y júntate a ese carro”. 

De entre la caravana, Dios escogió un carruaje particular. En el estaba un Etíope que había estado en jerusalén para adorar. Con toda posibilidad, debía haber oído hablar de Jesús y todo lo que aconteció en la crucifixión. La evidencia textual nos indica que había ido a Jerusalén a pagar sus votos. 

Era un hombre temeroso de Dios, y un fiel creyente. En este viaje estaba leyendo el libro del profeta Isaias. No comprendía muchas cosas, como nos pasa a nosotros cuando estudiamos la Biblia. Había muchas preguntas sin respuestas en su mente. 

Ahora Dios le estaba proveyendo los medios para que entendiese. Felipe vio la oportunidad que le brindaba Dios y no la desaprovecho. ¿Entiendes lo que les? ¡No! Si alguien me lo explica. Felipe su vio al carro y le explico que el Mesías había muerto, y que el profeta hablaba de él. 

El Espíritu estaba obrando a través de Felipe. Como el Espíritu santo obro en Felipe, así puede obrar en nosotros para llevar esperanza a los que están interesados en la verdad. 

Tu y yo podemos ser instrumentos en manos de Dios. Sólo hay una cuestión, que nuestra voluntad sea cedida al Espíritu de Dios para que la use, y nuestra predisposición para acertarlo, y ser instrumentos en sus manos.
Maranata
Luis José de Madariaga.
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La Biblia a través del tiempo.
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