domingo, 15 de mayo de 2016

NO ESTA EN VENTA


Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el espíritu Santo, les ofreció dinero, diciendo: Dame también a mí este poder. Hech. 8:18,19.


La experiencia de Simón es una lección para todos. Es imposible comprar el Espíritu Santo o su poder. Simón creyó que los discípulos tenían su precio. Parecían ser pobres y sintió que estaría contentos de tener algún dinero. 

¡Cuán rápidamente aprendió lo contrario! Probablemente razonó que si él hubiera tenido el poder del Espíritu Santo, habría podido volverse rico usándolo o vendiéndolo a otros. El tratar de comprar el Espíritu Santo no terminó cuando los discípulos rehusaron venderlo a Simón. 

Siempre ha habido los que piensan que pueden comprar el favor de Dios y entrar así en su reino. No siempre el precio de la compra es el dinero. 

Un predicador acepto el llamado para ir a cierta iglesia. Su primer sermón fue un vehemente llamamiento a la acción para servir a Dios. 

La congregación lo aprecio y lo felicitó. Durante la semana visitó a tantos miembros como le fue posible, sondeándolos en cuanto a sus actividades misionera. El domingo siguiente la congregación se sorprendió cuando predico el mismo sermón. 

No dijeron nada. Al tercer domingo, nuevamente predico el mismo sermón y la junta de Iglesia designo una comisión para visitar al pastor y pedirle una explicación. Le recordaron que había predicado el mismo sermón durante tres semanas y le preguntaron si predicaría otro sermón. 

“Sí” contestó, “lo haré tan ,pronto como los miembros de la iglesia comience a practicar el mensaje que ha sido presentado. Ese joven predicador había medido a los mismo miembros de su iglesia y los había hallado faltos. 

¿Puede ser ésta una forma de simonía? Pagar el precio de ser miembros ¿es suficiente para entrar en el reino de Dios? En una región de los Estados Unido donde a la sazón no quiero acordarme, hay muchas cabañas que se ocupan una vez al año solo para establecer el derecho de pertenencia. 

Así hay muchos que sólo asisten a la iglesia una vez al año, en Pascua o tal vez en Navidad. 

Estas clase de asistencia no puede comprar un “derecho de pertenencia en el reino de Dios” No puede comprar tampoco el poder del Espíritu Santo. ¡Cuan prudente es el cristiano que recuerda que el amor de Jesús compró su hogar celestial!
Maranata
Luis José de Madariaga.
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