lunes, 7 de julio de 2014

NO ABRIO SU BOCA.

Angustiado él y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Isa. 53: 7.

Unas de las pruebas más difíciles que deben soportar una persona es que se la acuse falsamente. Imagínate ante un juez con un tribunal imperfecto, con abogados y fiscales incompetentes, y con un miembro de tu iglesia que te acusa falsamente de robar una gran suma de Euros. 

Todo esto bajo juramento. La acusación, por supuesto, sería totalmente ridícula. Cierto es que depende que países sea celebrado el juicio, no es igual un juicio en America que en Europa, o un juicio en los países musulmanes que en Asia. 

No era igual un juicio en Roma que en Israel, no es lo mismo, pues la vara de medir de la justicia es distinta. En este contesto y en esta naturaleza fueron los cargos que se hicieron a Jesús. Los fiscales pueden inventar pruebas falsas, y de hecho la historia esta llena de estos casos. 

El problema esta ¿como reaccionarías tú? No hay duda de que no hay un hombre justo, pero si tu eres acusado falsamente te defenderás. 

¿No te indinarías ante tanta injusticia? ¿No clamaría al Dios del cielo? ¡No ara Dios justicia a esos jueces! Retrocedamos en el tiempo. 

Setecientos años antes de que naciera Pilato, el juez, del universo predijo con toda precisión lo que iba a suceder a nuestro Señor Jesucristo, y como respondería a antes esas acusaciones.

 “Mas Jesús callaba” (Mt. 26:63). No dijo nada, absolutamente nada. Permaneció tan silencioso como el cordero que esta apunto de ser degollado. 

Cristo no pronunció una sola palabra en defensa propia. Lo cierto que no contó con los servicios de un buen abogado. Los que hablaron lo hicieron contra él. Nadie testifico en su favor. Ni siquiera los que habían recibido la vista o la vida se adelantaron para abogar por él. 

Cristo dio una respuesta, es cierto, pero no a las acusaciones que se le imputaban. Cuando se lo sometió a juramento para que respondiera a una pregunta transcendental del carácter del Mesías con relación al Padre, ya que implícitamente el juez dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos diga si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. contestó; “Tú lo has dicho” (Mt. 26:63,64). 

Si hubiera guardado silencio entonces, habría dejado de testificar en favor de su divinidad y de la verdad. La perfección del carácter de Cristo se ve en toda su magnificencia en la prueba del juicio a que fue sometido. 

Su fuerza de voluntad y su decidida negativa a pecar con la lengua en condiciones tan adversas, es otra evidencia de que Jesús era realmente el Mesías, nuestro Salvador y ejemplo. 

Al meditar en esta profecía de Isaías y en el relato de Mateo acerca del sufriente Mesías, y al asimilar estas enseñanzas, nos capacitamos para mantener un espíritu tranquilo y una lengua silenciosa aun en medio de las peores circunstancias.
Pensamiento.
El furor de los enemigos de la verdad prevalece ahora contra nosotros, pero no será siempre así, pues de entre el pueblo ha de levantarse uno, sin espada ni signo de autoridad, contra el cual ellos nada podrán hacer” (C.S. p. 1059.
Maranata.
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la Biblia a través del tiempo.

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