martes, 15 de julio de 2014

"CUANDO HAYA RECOGIDO A LOS HERIDOS"


Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Luc. 19:10.

Durante el verano de 1964 el mayor Carlos L. Kelly estaba desempeñando como asesor en el Vietnam. Era el comandante del servicio de helicópteros de las ambulancias aéreas. 

Volaban por encima de los arrozales y por las mortífera selva, donde estaban los soldados heridos y moribundos, podía escuchar sus voces. Con una voz arrastrada solían decir: “¡esta es la ambulancia!” “¡esta es la ambulancia!” 

Un sargento estaba herido. Al acercarse al lugar, se escucho una voz que decía: “Es la ambulancia, voy a descender redujo la velocidad para aterrizar, el enemigo abrió fuego y los hombres que estaban en tierra le gritaron por medio de la radio que se alejara. Ya que estaban rodeados por el enemigo. 

Contesto con voz calmada: “cuando haya recogido al herido”. Acto seguido una bala de un comunista penetró en el cuerpo del mayor Kelly. El helicóptero se estrello juntamente con el oficial herido. Sus últimas palabras jamás se olvidarán: “Cuando haya recogido al herido”.
En los comienzos del siglo Iº otro acto salvador se realizo cerca de Jerusalén. Se estaba librando la gran guerra del siglo, la la que se decidía el destino de la raza humana. 

El comandante en jefe de todos los habitantes leales del universo entero descendió en persona para rescatar a los heridos y moribundos diseminados sobre toda la tierra. 

No vino en helicóptero; vino como un bebe que nació en un pesebre. Vestido de humanidad, dejando la divinidad, y por medio de la oración y la comunión con su Padre obtuvo el poder de soportar y vencer hasta la muerte y muerte de cruz. Los ángeles le rogaron al Padre que lo trajera de vuelta. Ángeles contemplaron con estupor como Herodes estaba listo para dar muerte a todos los niños de Belén.

Voz fue oída en Ramá, Grande lamento, lloro y gemido. Raquel que llora sus hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron. (Mt. 2:18). Durante su vida y su misión en la tierra, vez tras vez sus enemigos estuvieron a punto de darle muerte. 
 Los ángeles le rogaban que abandonara su misión, pero su única respuesta era: “Cuando haya recogido a los heridos”. 
 Por fin lo llevaron al Calvario y lo crucificaron, y ni aun allí estuvo dispuesto a abandonar la tierra. Los ángeles velaron su rostro mientras se preguntaban por qué su amado Comandante no había querido alejarse de la batalla. 

Su única respuesta fue: Cuando haya recogido a los heridos”. ¡”Gracias Señor por recogerme, herido yo de muerte tú me salvasteis!” Amen.
Maranata
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La Biblia a través del tiempo
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