jueves, 17 de julio de 2014

"MIRAR A MI, Y SED SALVOS".


Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan. 3:14,15.

Cuando Cristo le habló a Nicodemo del nuevo nacimiento, llegó al punto que indica cómo se produce esa experiencia. Notemos en primer lugar qué nos dice el versículo de hoy. No nos habla de nuestra debilidad. 

 No nos dice que vayamos a contar nuestros problemas más íntimos a otra persona, que tienen las mismas debilidades y que enseguida lo sabrían otras personas, bien sea amigas o de la iglesia. No indica que hay que averiguar por qué actuamos de este o de otro modo. 

No nos dice que haya que tratar de hacer arreglos con el yo y el pecado. No enseña que hay que comprase libros de sicología para que podamos cambiar nuestro carácter. No nos esta indicando que hay que memorizar varias reglas de conducta para ir al cielo después del juicio. 

¿Que nos está tratando de decir el texto? Que Moisés levantó una serpiente como símbolo de adoración y así poderse salvar, por medio de una imagen. La pregunta que se nos plantea es: ¿Por qué empleó Dios como señal una serpiente en lugar de un cordero? 

El pueblo en su rebeldía tenia que aprender una lección. Escogió una ilustración que nunca podrían olvidar, y de esta forma ilustrar un magnifico aspecto de la expiación: “Al que no conoció pecado”, Dios, por causa de “nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2º Cor. 5:21). 

Para el pueblo de Israel, que hacia poco había pecado contra su Dios, ahora vio el símbolo de la serpiente, como un símbolo de salvación ya que representaba al Salvador venidero. No solo consistía en mirar sino que tenia que ir acompañada de una fe sincera en su Dios como su Salvador Divino. 

Si no miramos con fe no seremos salvabados.
Cristo nos dice: “He muerto por ti como pecador. Si aceptas este acto no perecerás jamas. Si me levantas en el desierto de tu corazón (¡y cuán árido es ese desierto!) y fijas la vista en mí sacrificio, obtendrás poder para someterte a mi. 

Si piensas quién soy, qué he hecho, por qué he muerto, tu mente será transformada y renovada. Asegúrate de levantarme no sólo cada día o cada hora, sino a cada memento de tu vida. Por la noche centra tu pensamientos finales en mi sacrificio. Levántate en tu mente apenas te despiertes. 

 Durante el día piensa en mi tantas veces como puedas. Pregunta, llama, busca para alcanzar una compresión más profunda de mi vida, mi muerte, mi resurrección y mi ascensión. Haz que yo sea el primero y el último en tu corazón, no me olvides. 
 
No dejes que nada, absolutamente nada te impida contemplar constantemente, por medio del estudio y la meditación de la palabra, el sacrificio que he hecho por ti. Si me elevas, te aseguro que mediante la obra de mi Espíritu, nacerá de nuevo y permanecerás en ese estado. 

 Pero hay más aún: Te prometo que esta experiencia del nuevo nacimiento incluye la garantía de la vida eterna”. La gran pregunta para todos que creemos en la venida del Señor es: ¿Vamos a aceptar una salvación tan grande?
Maranata
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La Biblia a través del tiempo
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