viernes, 13 de junio de 2014

¿TENDREMOS RECOMENDACIONES PARA IR AL CIELO?


Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombre, por cuanto todos pecaron. Romanos 5:12.


El pasaje que aquí trataremos de analizar ha sido considerado como el más difícil del N.T, o acaso de toda la Biblia; pero la dificultad estriba en que ha habido por parte de alguno eruditos en usarlo para propósitos que no son los del apóstol Pablo. La principal meta del apóstol asido destacar los abarcantes resultados de la obra de Cristo, comparando y contrastando las consecuencias de su acto de justificación con el efecto del pecado de Adán.


Pablo comienza con una personificación del pecado: “entró en el mundo”, “reino para muerte” (ver.21) produce la muerte (cap.7:13), tiene dominio sobre nosotros (cap.6:14), genera toda suerte de concupiscencias (cap.7:8), engaña y da muerte al pecador. (cap7:11). Pablo representa al pecado como un intruso que viene de afuera y entra en el ámbito del ser humano.

Nuestro texto está lleno de términos archiconocidos como hemos mencionado anteriormente, lo que nos sugiere árida teología. Pero el hecho es que nadie puede tener el corazón rebosante de amor de Dios si no sabe exactamente cual es su naturaleza y lo que Dios ha hecho en su favor. Esto vale para todas las religiones del mundo. El indulto no significa nada para la persona que no sabe que está condenada a muerte y que no se puede salvar. 

Es en este contexto que Pablo, constante mente trata de ayudar a los hombre para que vivan su terrible condición y su total desesperanza, a fin de que hiciera algo. Después Pablo quitaba el velo para que sus oyentes estuviera apercibidos y pudieran ver una puesta de escape abierta por Jesús. 

El “hombre” el cual se refiere Pablo es Adán. Todos nosotros somos sus parientes consanguíneos puesto que “por causa de nuestra relación con el primer Adán el hombre no recibe nada de él sino la culpa y la sentencia de muerte”. (S.B.C. t. 5. p.1074).

Debido al pecado de Adán hemos nacido en la depravación y estamos condenados a muerte. Nada hay en mí que me permita decirle al Señor: “Tengo mis faltas, es cierto, pero hay algo en mi que te ruego tomes en consideración al juzgarme. Cierto es que necesito tu ayuda, pero no descartes todos mis buenos rasgos de carácter, mis buenas aciones, los méritos que hice de rodillas a tus santuario.


Lo cierto es que muchas personas le dicen esto mismo a Dios. Cuando el hombre compara su naturaleza culpable, muerta en delitos y pecados, con la justicia d Dios, se da cuenta de que no hay justicia propia en su vida. 

Si el cristiano vemos este problema en sentido horizontal, en relación del hombre con su prójimo, encontramos en éste algo de bondad, ciertamente. Algunos ateos han sido a veces más bondadoso que algunos cristianos, y de esto doy fe yo. Pero la bondad, ni la amabilidad ni la generosidad manifestada por algunos pueden considerarse justicia a la vista de Dios. No hay manera de escapar del pecado, ni de evitarlo, o de pasar por arriba o por debajo de él. 
 
La única manera de vencer el pecado es por medio de Jesucristo, aceptando sus méritos y su sacrificio. El solo, por si mismo, sin ayuda de nosotros, nos ha recatado, mediante el don de su propia vida, de la terrible trampa en que habíamos caído. ¡Alabémoslo y ensalcemos su nombre por danos la victoria!
PROMESA. “Saldrá luz de estas tinieblas que a veces a Ud. le parecen incompresibles. Jehová dio Jehová quito; sea el nombre de Jehová bendito (Job. 1:21) Sea éste el lenguaje de su corazón. La nube de misericordia se cierne sobre su cabeza aun en las horas más oscuras” (LC.272).

Maranata.

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la Biblia a través del tiempo.


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